Lo que pasó aquel día es que estuvimos a punto de regresar a la paz incivil de Franco, a ese orden y unidad de la patria que tanta gloria para unos y castigo para otros había dado.
La pandemia que comenzó hace un año puede convertirse en una línea divisoria de la historia de la primera mitad del siglo XXI, una ruptura –y corte generacional– con valores y comportamientos muy presentes hasta hace poco tiempo.
2020 ha sido un año muy malo, pero no es la primera vez que los hombres y mujeres experimentamos cuarentenas, tenemos que llevar máscaras, la economía sufre descalabros o que las escuelas y universidades tienen que interrumpir o cambiar sus enseñanzas.
La profunda transformación de España en esa década de desarrollo de los sesenta generó la aparición de altos niveles de conflictividad que quebraban la tan elogiada paz de Franco.
El término “trauma colectivo” se utilizó para meter en el mismo saco a todas las formas de sufrimiento, para igualar a todas las víctimas. En el análisis histórico no puede cancelarse una forma de terror invocando a otra, pero eso es lo que se hizo, por ejemplo, en Alemania en los años cincuenta comparando el sufrimiento de los niños del Holocausto con los de las familias alemanas.
En su nuevo libro, el historiador analiza el siglo XX europeo siguiendo el hilo de la violencia más allá de las dos guerras mundiales, hasta la brutalidad colonial, la limpieza étnica, el terrorismo o las revoluciones.
El historiador alaba la "excelente introducción" al golpe de Estado de julio del 36 de Mientras dure la guerra.
La falsa idea de que con Franco se vivía mejor tiene origen en esos últimos quince años de dictadura en los que la política económica consiguió estabilizar el país.
El historiador, que acaba de abrir un canal divulgativo en Youtube, advierte: "Nunca se sale mejor de las grandes catástrofes. Es una idea religiosa"
No fue fácil volver a la “normalidad” tras 1945 y tampoco lo será ahora en medio del océano de desgracias que está dejando el covid-19 en una buena parte del mundo. Los caminos que se abrieron en algunos países occidentales deberían servir de guía: criminalización de la política de odio y exclusión, distribución más justa de recursos y Estado de bienestar.
Es significativo lo poco que en España se estudia la historia de Italia y la ignorancia casi total sobre la de Portugal. Abril es un mes de celebraciones en los tres países.
Cuando el ruido y las protestas en torno a una cuestión vital se intensificaron, durante los últimos meses de 1916, el zar le confesó a la zarina, en carta fechada el 20 de septiembre: “Realmente no entiendo nada de estos asuntos de suministro de alimentos y de abastecimiento”.
Cuando se trata de la guerra civil y de la dictadura de Franco, resulta difícil distinguir entre las investigaciones sólidas y los relatos propagandísticos o políticos.
Setenta y cinco años después de la liberación del campo de Auschwitz-Birkenau, es importante recordar aquella historia, llevarla a las aulas.
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