2023, en tintaLibre enero

Enero de 2023 en tintaLibre abre sus páginas a unos meses marcados por la guerra, la inflación, los ataques a la democracia, y, sin duda, un ciclo que se vislumbra postpandémico para las especies que viven en el planeta: la biodiversidad preocupa más que nunca y los virus no se rigen por los decretos de los políticos.

El mundo, tanto político como económico, se contrae y se enfría a merced de los bancos centrales, se pregunta y pone en duda muchos fundamentos del sistema que hasta ahora parecían inamovibles. Es año electoral en España y eso significa que entraremos en una pelea de gallos, en una bronca casi constante con atronador coro mediático donde no importarán las mentiras ni los golpes bajos. La calidad democrática, a tono con el paisaje, está en mínimos e incluso la oposición llega al envite con una consigna muy clara: el gobierno actual es un gobierno de ocupación que hay que desalojar como a un inquilino indeseable.

Dos gigantes apurarán su peligrosa deriva autocrática este año: de la Rusia de Putin, analizada en una larga entrevista en este número por el historiador británico Orlando Figes, poco se puede esperar dado que hace ya muchos años que el dictador emprendió un camino de resentimiento con Occidente y nadie duda ya de sus delirios oligofrénicos al modo de Pedro El Grande. De la China de Xi, otro tanto de lo mismo, aunque aquí las cartas están más al descubierto: el gigante asiático quiere dominar no solo el comercio mundial sino también las tecnologías del futuro, para ello necesita paz y cierto barniz democrático.

Será también el año del hidrógeno, ese elemento tan inflamable en el que están puestas muchas esperanzas para que sea el principal aliado de la descarbonización. Nuestro experto Carlos Armenta apunta varios problemas: es difícil de almacenar y muy costoso de producir. Otra gran esperanza que ha mostrado su verdadero rostro distópico son las redes sociales: la entrada de Musk en Twitter solo revela algo ya sabido: somos usuarios para la red, un número de cliente, no ciudadanos, es por ello que los apóstatas empiezan a ser más que una anécdota en sus engranajes.

Sergio del Molino nos cuenta también en enero por qué el teletrabajo ha sido una fábula de aquellos días del confinamiento; Javier Valenzuela nos invita a pasearnos por las calles de Madrid en defensa de la sanidad pública bajo el desgobierno de Ayuso; el antropólogo Jordi Serrallonga nos hablas de la ética del comportamiento humano en esta era de mascotas domésticas y Karmentxu Marín le arranca a la escritora y académica de la RAE Soledad Puértolas una confesión en tiempos de géneros fluidos: el lenguaje no obedece a imposiciones.

El lector también encontrará en este número a dos escritores de tronío. Norman Mailer sigue dando puñetazos tanto verbales como pugilísticos en el más acá de José Ángel Mañas. Es su centenario y el MeToo le pilla al otro lado del patíbulo. Por su parte, en su serie Fantasmas ilustrados, Felipe Benítez Reyes recrea con hondura a un ilustre gaditano que desapareció hace ya 25 años: Fernando Quiñones

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