Letras de combate, en tintaLibre abril

La guerra de Ucrania, pero también la persistencia en la memoria de otros conflictos difíciles de olvidar como Vietnam, Siria o la guerra Civil española toman posiciones en este mes de abril en las páginas de tintaLibre.

Desde los tiempos de Heródoto, que se convirtió en el primer historiador conocido relatando con precisión de cronista las guerras entre griegos y persas, hasta Andréi Kurkov, novelista ucraniano que escribe en lengua rusa, hay dos milenios y medio de fascinación y repulsa por algo que la humanidad no puede controlar; las ansias de poder junto con el resentimiento arman un cóctel vengativo que, incluso a estas alturas de la civilización, envenena la noción de paz y trastoca toda la geopolítica.

Andréi Kurkov dejó de escribir ficción cuando llegaron a Kiev (o Kyiv, como se dice en ucraniano) las tropas rusas. Se le quitaron las ganas de reír. Kurkov autor de clásicos contemporáneos del humor negro como Abejas grises dice tener “la muerte en los huesos”. Marta Rebón, autoridad en el mundo eslavo, y traductora de un buen ramillete de autores rusos, analiza cómo pudimos olvidar hasta el presente una historia y una cultura de una nación europea de 43 millones de personas que el conflicto, siempre el conflicto, ha puesto en el mapa de nuestras tribulaciones.

La reflexión desde la trinchera o desde la cárcel, las palabras que luego lleva el viento, las conocen bien intelectuales como Antonio Gramsci, que escribió en el presidio una de las más agudas reflexiones sobre la revolución, y también, aunque sin tener un hueco en la Historia, todo esos nadies u olvidados de la guerra civil que ahora mismo rescatan escritores como Paco Cerdà o historiadores como Francisco J. Leira. También caben historias de amor por medio como la de Albert Camus y María Casares que se hacen amantes la misma noche del desembarco de Normandía.

Casi humorístico resulta que mientras casi un millón de vietnamitas, la mayoría población civil e inocente, fallecía en la guerra, y más de cincuenta mil soldados estadounidense tomaban el camino de vuelta a casa envueltos en bolsas de plástico, en París las delegaciones llevaban años debatiendo cómo sentarse a la mesa o qué colores debían tener las carpetas de las delegaciones que llegaron finalmente a una paz en los Acuerdos de París de 1973, hace cincuenta años.

Siria es otra causa, nos recuerda la arabista Luz Gómez, absurda. Una revolución que estalló hace años contra un sátrapa como Bashar al-Asad y que ahora mismo, doce años y un terremoto más tarde, ve como el objetivo de la misma está más enrocado que nunca en su puesto de mando. Rusia, Turquía, Irán, Estados Unidos, Israel, China, todos ejecutan una danza repulsiva sobre un tablero en el que nadie tiene en cuenta las necesidades de la población hambrienta y compuesta en su mayor parte de refugiados.

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