Nadie escapa al nuevo virus que recorre el mundo. Es un viejo mito que se mira al espejo: Narciso. Su cara no ha cambiado demasiado desde la Grecia clásica. La pandemia atraviesa las redes y afecta a los gobernantes, aspira a la belleza y al poder, pero encarna muchas veces las máscaras del odio y la venganza. Es el narcisismo que nos visita con todas sus máscaras este octubre en TintaLibre.
Bernat Castany, el ensayista siempre atento a las metamorfosis tanto de la mente humana como del cuerpo social, ofrece un contundente pronóstico sobre lo que está pasando: “Mediante sus producciones culturales, el capitalismo nos ha hecho sentir indignos (gordos, fracasados, cobardes, vagos), y ha logrado movilizar toda nuestra existencia, bajo la forma del entusiasmo y del agotamiento, en el seno de una sociedad concebida como una gran empresa en la que estamos dispuestos a trabajar todo el día. Incluso de forma gratuita, con el objetivo de no ser despedidos”.
La pandemia narcisista va más allá y penetra en casi todos los reductos. El caldo de cultivo predilecto de sus hazañas y desvaríos son las redes sociales. Rebeca Carranco analiza el paso del viejo VHS al nuevo Instagram y desmiente en cierto modo que los jóvenes consuman las plataformas como nosotros pensamos: los tiempos y la intimidad han cambiado. “En un abrir y cerrar de ojos, se pasó de una conexión rudimentaria exasperante a un capitalismo de plataformas que condiciona desde el mercado de la vivienda la los afectos”. De un mercado muy grande y de una explotación oscura habla también Anna Pazos en Qué piensa de ti OnlyFans, la última reencarnación de un mercado de la carne al por mayor.
Voces disidentes no faltan contra esta cruzada para conseguir nuestra atención permanente y entrar a saco en nuestra intimidad. La periodista argentina Giselle Leclercq cuenta la sublevación de dos ejecutivas de Facebook (Frances Haugen y Sark Wynn-Williams) contra la tiranía e irresponsabilidad de un villano habitual en nuestras páginas: Mark Zuckerberg. Hay más de 21.000 documentos que demuestran que los algoritmos de la compañía dañan la salud mental de los adolescentes y sus sistemas amplifican el odio y conviven alegremente con régimenes autoritarios entre otras bondades.
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El espejo narcisista nos trae también nuevos retratos del Dorian Gray contemporáneo: Juan Tallón habla de la fiebre del Yo en la literatura de ahora mismo, y casi nadie se libra, y Marta Peirano analiza el comportamiento ególatra de los líderes del presente (Trump a la cabeza del pelotón). Un músico y su clarinete, Jan Corbella, moldean el mito de Narciso, desde Wagner hasta Radiohead, y nos brindan un concierto.
Además de narcisos ofrecemos otras flores este octubre. Las de Gaza, en la intervención de Olga Rodríguez, sólo pueden ser flores del mal. Las de Claudi Pérez en su ensayo sobre el Apocalipsis contemporáneo -del 11-S a la Islandia intervenida- demuestran con ironía que el color del dinero no lo es todo y que el mundo no está tan mal.
El humor corre a cuenta de Miguel Sánchez-Romero que sabe mezclar a Wittgenstein con Tellado y Juan Manuel de Prada en su análisis semántico de una frase muy escuchada últimamente: “Hay que empezar a cavar la fosa del Gobierno”. Recomendables son también la crónica que desde Birmingham nos envía Duncan Wheeler sobre el racismo y la violencia en la ciudad de Ozzy Ousborne y ese collar (también narcisista) que cuelga del cuello del nuevo Adonis español, el futbolista Lamine Yamal, y cuyo significado descifra Ramón Besa.
Nadie escapa al nuevo virus que recorre el mundo. Es un viejo mito que se mira al espejo: Narciso. Su cara no ha cambiado demasiado desde la Grecia clásica. La pandemia atraviesa las redes y afecta a los gobernantes, aspira a la belleza y al poder, pero encarna muchas veces las máscaras del odio y la venganza. Es el narcisismo que nos visita con todas sus máscaras este octubre en TintaLibre.