Nativel Preciado: "Dudo que los políticos de la Transición fueran mucho mejores que sus herederos"

La escritora y periodista Nativel Preciado posa con el Premio Azorín de Novela 2021.

Si hablamos de juntar bajo una misma persona la brillantez de la narrativa, el rigor periodístico y el compromiso social, hay pocos nombres mejores a los que acudir que Nativel Preciado (Madrid, 1948). La escritora y periodista ha pasado, durante su larga y exitosa trayectoria por algunos de los medios de comunicación más importantes de nuestro país. Su pluma ha firmado artículos en Abc, Tiempo y ahora mismo, es columnista habitual en infoLibre. De hecho, Preciado es una de las opinadoras más respetadas de España, colaborando en tertulias radiofónicas como ProtagonistasHoy por hoy y Hora 25 y televisivas, asistiendo a programas como Los Desayunos de TVE , La Sexta Noche o Al rojo vivo. En reconocimiento a su trayectoria profesional, ha recibido el Premio de Honor de la Asociación de la Prensa de Madrid y el Premio Internacional de Periodismo Manuel Alcántara de la Universidad de Málaga

Como escritora, Preciado ha cultivado todo tipo de géneros desde el biográfico, en el cual destacan sus libros dedicados a los boxeadores Muhammad Ali y José Legrá, o el novelístico. Es precisamente en este último donde acumula la mayor parte de sus éxitos, con libros como El santuario de los elefantes, galardonado con el Premio Azorín de Novela, Canta sólo para mí, por el que recibió el Premio Fernando Lara de Novela, y El egoísta, su primera novela, con la cual consiguió ser finalista del Premio Planeta. Con todo ello y con una vida dedicada a contar historias, Preciado nos viene a relatar su visión sobre una de las más controvertidas y apasionantes, la de los intelectuales. 

La periodista y escritora comienza afirmando que los pensadores actuales ejercen su compromiso social de una forma muy diferente a los del pasado. “Los intelectuales eran quienes, tras alcanzar cierto prestigio, se dedicaban a reflexionar sobre la realidad de un modo crítico para influir en la opinión pública”, reflexiona Preciado sobre el papel de esos pensadores de antaño. Al contrario, actualmente, la periodista considera que ese papel de elaborar ideas o formar criterios no es tanto papel de los intelectuales sino de expertos que “perfeccionan o modifican la opinión de los comentaristas o tertulianos, a los cuales se les supone poco rigurosos, porque forman parte del espectáculo audiovisual”.

Por este auge de los expertos, Preciado cree que existe un “injusto” desplazamiento de los periodistas en el debate público. “Se les desplaza de forma generalizada y se les tacha de frívolos y superficiales”, comenta la escritora, la cual cree que, sin embargo, muchos de ellos son capaces de analizar la realidad con “seriedad, rigor y conocimiento”. Igualmente, Preciado destaca la capacidad de los periodistas para comunicar sus mensajes de una forma profesional, al contrario que en el caso de muchas personas “eruditas, instruidas, doctas, ilustradas, incluso que pueden resultar entretenidas y brillantes”, pero que sin esa habilidad de “comunicar sus conocimientos”, necesitan intérpretes o buenos divulgadores para dar a conocer sus ideas.

Dudo que los políticos de la Transición fueran mucho mejores que sus herederos, no eran los mejores; se hicieron mejores a medida que iban superando obstáculos

En este contexto, la periodista echa en falta que los intelectuales hablen de temas cotidianos de calado que afectan a al día a día de la población y a su futuro por centrarse, sobre todo, en la actualidad política y en los conflictos nacionalistas. En parte por ese alejamiento de las preocupaciones reales de la sociedad, Preciado cree que no existe un debate intenso entre intelectuales, el cual se suele centrar en “polémicas viscerales y descalificaciones rotundas de carácter personal”.

“Echo de menos que se ocupen con cierta urgencia de tres asuntos esenciales: las migraciones, el aumento de la desigualdad y el cambio climático”, reivindica la periodista. Unos temas, considera, particularmente acuciantes cuando cada vez son más los desplazados por motivos bélicos, económicos, políticos, crisis alimentarias o la degradación del medio ambiente. Además, a Preciado le preocupan los casi mil millones de personas que pasan hambre, no porque no haya en el mundo alimentos para todos sino porque, en su opinión, las grandes corporaciones y gobiernos más poderosos imponen injustas reglas comerciales. “Es necesario que los intelectuales den argumentos y conciencien a la opinión pública para que se movilice y obligue a los gobernantes a aplicar soluciones inmediatas”, zanja.

Precisamente, en épocas pasadas, particularmente en los primeros compases del siglo XX, la periodista sí cree que los intelectuales tenían un mayor peso e influencia política y social. “Siempre pongo de ejemplo a los intelectuales de renombre, entre muchos otros, María Zambrano, Luis Cernuda, Ramón Gaya, García Lorca, María Moliner, que en las llamadas 'misiones pedagógicas' se dedicaron a enseñar a leer y a escribir a la numerosa población analfabeta, crearon bibliotecas ambulantes y llevaron el teatro popular, canciones y poemas a los pueblos más remotos del país. Estos sí que ejercieron el papel de intelectual con dignidad y ejemplaridad”, destaca.

Esa encomiable labor y el hecho de que estos intelectuales fueran perseguidos políticamente ha favorecido, según la periodista, una gran idealización. “Unamuno, Machado, Zambrano, Ortega y Gasset, Cernuda, Salinas, Lorca, Buñuel, Max Aub y tantos otros, pertenecen a una generación que ha ejercido una asombrosa fascinación internacional, su persecución violenta los ha transformado en héroes de leyenda”, comenta Preciado. 

Sin embargo, la periodista precisa que, con el tiempo, muchas biografías han descubierto una cara más oscura de todos ellos: “Algunos eran presuntuosos, ideológicamente erráticos y políticamente oportunistas”, destaca, aludiendo también a las malas relaciones existentes entre varios de ellos, como por ejemplo los desprecios de Lorca y de muchos otros pensadores de la época hacia Miguel Hernández. 

Unamuno, Machado, Zambrano, Ortega y Gasset, Cernuda, Salinas, Lorca, Buñuel, Max Aub y tantos otros, pertenecen a una generación que ha ejercido una asombrosa fascinación internacional, su persecución violenta los ha transformado en héroes de leyenda

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Avanzando en el tiempo, otra época destacable para la periodista fue la Transición, donde piensa que fue la capacidad de los intelectuales y los políticos para afrontar las circunstancias históricas extraordinarias que les tocó vivir lo que les colocó en un escalafón muy alto: “Dudo que los políticos de la Transición fueran mucho mejores que sus herederos, no eran los mejores; se hicieron mejores a medida que iban superando obstáculos. No es beneficioso mitificar el pasado, como si lo de ahora fuera solo material de derribo”, concluye la periodista.

Volviendo al presente, Preciado cree que los intelectuales actuales se han visto arrastrados a la polarización y al sectarismo. En su opinión, a la mayoría les cuesta salirse del guion establecido o de las expectativas ideológicas que la sociedad tiene sobre ellos. “No suelen salirse de lo previsible. Los abajo firmantes de los manifiestos, generalmente, pertenecen a una lista que apenas varía en cada ocasión. Se constituyen en colectivos con cierto afán proselitista, como los del 'no a la guerra' o 'los de la ceja', comenta la periodista, que también destaca los ataques, persecuciones y campañas de desprestigio sufridos por estos intelectuales al defender sus posiciones políticas.

Por último, la periodista reflexiona sobre las referencias intelectuales de los más jóvenes y como estos, a su juicio, han abandonado al tradicional intelectual vanidoso que habla desde una cierta superioridad moral. "Me refiero a los jóvenes que tienen formación y criterio y se interesan por el debate intelectual; no a los millones de seguidores de los influencers o de los instagramers, cuyos referentes desconozco", comenta Preciado. En este caso, la periodista destaca a los politólogos actuales, los cuales, en su mayoría, son menores de 40 años y tienen una gran preparación intelectual para leer las diferentes coyunturas sociopolíticas, incluso mayor que los de antaño. "Lo importante es que utilizan sus conocimientos, no como un fin en si mismo, sino como herramientas para relacionarse mejor con el mundo donde se desenvuelven. Intentan, además, especializarse en temas sectoriales, como las relaciones internacionales, los conflictos bélicos, el terrorismo, las redes sociales, la sociología, la demoscopia… Sus seguidores, aunque numéricamente más modestos que los de los influencer, se cuentan por cientos de miles", zanja la escritora.

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