Miguel Rellán: "Participo, como ser vulgar, del desencanto general"

El actor Miguel Rellán (Tetuán, 1947) iba para médico en su juventud. No llegó a acabar la carrera, porque su vocación por la interpretación le atrapó muy pronto. Ha disfrutado de una larga e intensa carrera profesional. Enormemente apreciado por sus colegas, siempre tiene en la cabeza algún nuevo proyecto que se enlaza con el que tiene entre manos en ese momento. Hace unas semanas estrenó en Movistar+ su último trabajo, la serie Sentimos las molestias, en la que encabeza el reparto junto a Antonio Resines. Se trata de una comedia que muestra “las aventuras y desventuras de una pareja madura, por no decir que ya es definitivamente mayor, que se dedica a la música. Uno es director de orquesta clásica y el otro un viejo rockero. Se llevan aparentemente mal, pero se quieren mucho. Tiene bastantes ingredientes de ternura, de humor y, si se quiere, de reflexión. Ambos comprenden que no tienen más remedio que aceptar la edad que van teniendo, con lo cual hay cosas que ya les están vedadas”.

Interés por la actualidad

“Procuro estar informado, pero es verdad que tampoco es mi especialidad. No me meto hasta el último rincón de esta especie de Stratego de los políticos. Quiero decir, que no me voy a leer una entrevista de Inés Arrimadas en la que va a meterse con Rufián. Me trae sin cuidado. Supongo que ahora intento estar informado de todo por los periódicos. Sigo comprando dos en papel. No sé por qué, tiene mucho más valor para mí todavía cuando lo leo en papel. Preguntaría a los que más saben de esto: ¿Cómo puedo informarme bien? ¿Cómo sé que estoy bien informado? ¿Quién decide lo que se publica y quién decide cómo se publica? Siempre dudo de si estoy bien informado. Conozco a algunos políticos, voy a citar pecados, pero no pecadores, y alguno me decía: ‘Creo que el ciudadano medio se entera de la punta del iceberg’". 

Desencanto general

“Hay una frase con la que yo siempre me peleo, que es esa de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Hace unos tres años, murió un filósofo, Karl Popper, que decía una frase que era una paradoja que está muy bien. Decía: 'El mundo está muy mal, muy mal, de acuerdo. Pero estamos mejor que nunca'. Paradoja curiosa. Lo digo porque en la observación de la vida cotidiana política, creo que participo, como ser vulgar, del desencanto general. El espectáculo de nuestros políticos es verdaderamente bochornoso. Objetivamente, ya he vivido todos los gobiernos después de la Transición y creo que vamos para atrás, como los cangrejos. Considero que lo que están consiguiendo definitivamente es el desencanto absoluto de una inmensa parte de la ciudadanía. ¡Vayan ustedes a freír espárragos con su Stratego metiéndose en los espectáculos tabernarios que dan en la Asamblea de Madrid, en el Congreso o en el Senado! Es lamentable”. 

Optimista frustrado

“Soy optimista y me levanto como Mafalda por la mañana: ¡Venga, que aquí estoy yo! Pero cuando llego al mediodía, me dan ganas de decir como la propia Mafalda: ¡Paren el mundo, que me bajo! Aquí manda la codicia, manda el dinero, inevitable e inexcusablemente. No me meto con los políticos. Como decía Julio Anguita, si volvemos a votar a los ladrones, pueblo mío, alguna responsabilidad tendrás. Los políticos, que tanto los denostamos, no vienen de Marte, los elegimos nosotros. De manera que alguna responsabilidad tenemos. No nos metamos tanto con ellos. Si no nos gustan, vamos a cambiarlos. Pero bueno, algo también deben saber ellos. Dicen: ‘¡No importa, porque me vais a votar con la nariz tapada!' Y tienen razón. Se merecen que un día la abstención sea mayúscula”.

Asignatura pendiente

“Hay una cosa que predico, pobre de mí, en el desierto, porque sostengo que en este país hacen falta con urgencia, desde hace mucho tiempo, tres cosas fundamentales, que son, por orden alfabético, educación, educación y educación. Cuando digo educación me refiero a la formación de ciudadanos libres con criterio, informados desde pequeños, sabiendo razonar, discutir o dialogar y la educación no le interesa absolutamente a nadie. Empezando, y lamento decirlo, por los padres. Si a los padres les interesara la educación, cortarían la Gran Vía y no se levantarían de allí. Los padres, en general, lo que quieren es que el niño apruebe, aunque no tenga ni puñetera idea. Discuto con amigos míos sobre para qué sirve la Filosofía. Ahí viene el despiste monumental: ¿Pero vosotros, insensatos, de qué creéis que habla la Filosofía? No habla del sexo de los ángeles. Habla del respeto, de la libertad, de la convivencia, de la vida, de la muerte. Habla de nosotros, del arte, de vivir. Así nos pasa lo que nos pasa”.

Dar armas al enemigo

“Esta semana ha dicho la señora Ayuso que en Madrid no existen clases sociales, en un discurso con un micrófono ante una audiencia. Yo me quedo de pasta de boniato. ¿A quién pretende convencer? Pero señora, ¿cómo se puede decir eso? ¿No ha visto cómo están los comedores sociales? Como cuando Pedro Sánchez dijo que, si tuviera que gobernar en coalición con Podemos, no podría dormir. Hay que pensar las cosas dos veces. Pero si sabes que tarde o temprano lo más probable es que te toque... no digas eso, porque además le damos armas al enemigo, al adversario. Bertolt Brecht decía que la primera cualidad que debía tener un revolucionario es que tenía que ser honrado, pero astuto. Si sales de la trinchera a pecho descubierto, te van a acribillar a balazos”.

Lecciones tras la pandemia

“Hemos oído en mitad de la pandemia muchas voces que decían que esto iba a cambiar a la gente. Es evidente que no ha cambiado a las buenas personas, que seguirán siendo buenas personas. Habrá alguno al que le habrá servido de algo. Pero los hijos de mala madre seguirán siendo hijos de mala madre. Mira estos señores, llamados Medina y nosecuantos, que se han llevado cinco o seis millones de euros vendiendo unas mascarillas para comprarse coches deportivos y cosas de esas. La verdad es que a mí me parece que poco hemos cambiado. El mundo no es la primera pandemia que sufre. Ha sufrido muchas y ha sufrido guerras mundiales y ha pasado de todo y seguimos con el mismo número de hijos de mala madre. Es terrorífico. Yo tengo poca esperanza en eso. Me cuesta muchísimo trabajo ser optimista, mucho trabajo, pero bueno, habrá que serlo”. 

Discursos inoportunos

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“Soy ferozmente feminista. Y lo demuestro con actos. Pero estoy en contra de muchas estupideces pretendidamente feministas, entre ellas el lenguaje inclusivo, que me parece una estupidez como otra cualquiera. Aparte de que sé gramática, hay otra cuestión. Irene Montero, ¡no des un discurso hablando de compañeros, compañeras y compañeres! Una vez más está dando armas al enemigo. Me parece que era también Yolanda Díaz la que dijo con toda la razón, pero de forma inoportuna, que habría que cambiar el nombre de patria por el de matria. Viene de los griegos y lo han sostenido personalidades como Ortega y Gasset y Unamuno. Pero hay que tener un poco de astucia, volviendo a lo de Brecht. ¡No digas eso!, porque se van a carcajear en la oposición y estás dando alas al adversario”.

Gobierno de coalición

“¡Que cierren la puerta cuando se peleen! Como se dice, los trapos sucios se lavan en familia y cuando llega el momento de salir en público, hay que dar una imagen homogénea y de estar de acuerdo. ¡No se peleen en público, puñeta! Creo que es muy sencillo de hacer y, en ese aspecto, me parece absolutamente nefasto lo que hacen. Es verdad que no tenemos experiencia de gobierno de coalición. Es la primera vez, pero mal ejemplo están dando. La izquierda se supone que está a prueba. Partiendo de que a mí me parece el PSOE un partido de centro derecha, lo cierto es que hay que tener en cuenta lo que se puede y no se puede hacer. Grecia intentó salirse del tiesto hace unos años y le pegaron un poco. Mi amiga Mercedes Cabrera, que fue ministra de Educación con Zapatero, me dijo una vez: ‘Tú eres más libre que yo, porque no sabes la cantidad de muros que tiene trabajar desde el poder’".

Artistas subvencionados

"Fue el PP el que se interesó en difundir esta cosa a partir del ‘no a la guerra’. ¡Qué pecado fue decir no a la guerra! Los actores fuimos un poco la punta de lanza. Teníamos razón. Entonces se creó esa cosa que atribuyen a Goebbels de que si repites una estupidez mil veces acaba siendo palabra de Dios y entonces se ha extendido lo de que vivimos de las subvenciones. Alguien puede creer que, a primeros de mes, llame alguien a la puerta y me diga: ¡Señor Rellán, su subvención de 80.000 euros! ¿Por qué lanzan esta estupidez, de esa manera tan alegre? Si ruedas en Canarias o en Albacete o donde sea, te puede ayudar la Diputación o te dan un crédito del ICO, que tienes que devolver, o una subvención pírrica del Ministerio de Cultura. Una película cuesta muchísimo dinero. Las ayudas las recibe la productora y con eso hace la película. Los actores somos unos trabajadores por cuenta ajena. Somos empleados y después pagamos impuestos. ¿De dónde ha venido esa estupidez de los actores subvencionados? Pero nada, no hay nada que hacer”.

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