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Cristina Almeida: "La serie 'Creedme' tiene mucho que ver con el 'Yo sí te creo' a la víctima de 'La Manada'"

Piedad Sancristóval

Cristina Almeida no es seguidora de las series, no lo fue nunca y no se ha subido al carro de las plataformas digitales. Solo ve alguna de vez en cuando. Aun así, se ofrece a recomendar una que le toca muy cerca por su trayectoria pública: “Elegí la serie Creedme. Me la recomendaron y cuando me puse a verla ya no pude dejarla, tuve que seguir de un tirón porque son vivencias que una ha tenido en su carrera profesional. Aunque yo he sido laboralista, he sido penalista también mucho tiempo y he estado en cuestiones de violencia de mujer. Cuando empecé a ver esa serie me acordé de la primera sentencia de La Manada, cuando voluntariamente salimos miles y miles de mujeres al ministerio de Justicia y el gran grito era: ‘¡Yo sí te creo! ¡Yo sí te creo!’. Era una sensación de que no nos creen y la serie Creedme tiene mucho que ver con ese ‘Yo sí te creo’. Creo que es una realidad que se repite en todos los sitios, en todos los países”. Los ocho episodios están disponibles en Netflix.

Claramente es el tema el que ha traído a la abogada y expolítica de Izquierda Unida a la serie. Ésta le recuerda a la película de 1988 Acusados, por la que su protagonista Jodie Foster obtuvo el Oscar. “Aquella película me encantó, era también de una violación en un bar en el que todos gritaban y al final no sale la condena por violación. Sin embargo, luego, con una abogada que contrata, logra condenar a los que jalearon. Los otros ya habían sido absueltos y no los podían condenar otra vez. Condenan a los que jalearon porque al final la creen. Y en esta serie se cuenta una historia complicada porque una mujer se ve obligada a mantenerse ante una policía que no la cree, ante todo el mundo que desconfía de ella. Tiene que mantener la historia. La presionan tanto, la llevan tanto de un lado a otro que dice: ‘Lo niego, no me han violado'”.

“Hay una especie de autodefensa de sexo frente a la que acusa de violación”

Tanto en la serie como en la película, a las víctimas les espera un calvario tras el calvario de la violación. La serie está basada en un artículo de 2015 de Ken Armstrong y T. Chirstian Miller, que ganó un premio Pulitzer. Los dos periodistas no empezaron trabajando juntos, sino separados. Uno seguía la historia de una víctima a la que pusieron de nombre supuesto Marie y que no solo no fue creída en su denuncia de una violación sino que fue perseguida por la justicia por denuncia falsa. El otro seguía la investigación contra un violador en serie. Los casos terminaron confluyendo y dando la razón a Marie. “Por fin la ayudan, –señala Almeida– y es una gran sensación después de todo, después de este sufrimiento que hace que muchas mujeres no se atrevan ni a denunciar. Muchas son violadas y no denuncian a no ser que sea un caso de extrema gravedad, y si son de conocidos o de cercanos muchísimo menos, por no verse sometidas a esta situación”. La serie muestra como la declaración de la afectada en un delito tan traumático como es una violación es un momento crítico de la investigación.

Como señala Almeida sobre las víctimas: “No son comprendidas porque los que investigan, los policías, muchas veces son hombres, se ven reflejados en su propia situación, piensan que les va a tocar a ellos. Hay una especie de autodefensa de sexo frente a la que acusa de violación, que para otros es una relación sexual perfectamente consentida, querida y en la que encima se lo ha pasado bien. Es difícil sentirte apoyada por los que investigan en España, como pasa con la denuncia de malos tratos. Si te toca uno que piensa que eso es normal, no ayuda nada. Hay muchos policías que todavía no tienen esa sensibilidad, aunque también los hay educados en la violencia de género que sí ayudan a las mujeres en unos momentos tan importantes”.

“A muchas mujeres les dará fuerza aunque sea tan doloroso para el personaje”

“Esta historia me ha parecido que era la realidad viva, –abunda la abogada–. Aunque pareciera otro país, otro mundo, a mí me recordaba a eso, cuando todavía aquí tenemos que gritar: ‘¡Yo sí te creo!’ y los jueces dicen que no ha habido agresión sino que ha habido un abuso. Eso me parece tan desmoralizador que muchas mujeres se retraen, no reconocen que han sido violadas por no someterse a una segunda, a una tercera o a una cuarta victimización, incluso por los poderes judiciales. Recomiendo que la vean porque, pese a la renuncia que parece que haya en principio, la que ella hace, se ve que hay otro mundo que la cree, y que cuando ella decía ‘Creedme’, al final lo ha conseguido y han reconocido que tenía razón en su denuncia”.

El caso que se cuenta en la serie es importante porque es la punta visible de un iceberg. Viendo que solo una afortunada carambola desatascó esta investigación podemos adivinar la magnitud del problema de violaciones y malos tratos sin resolver. Recuerda Almeida que “la conexión parece de película, pero fue realidad. Eso que parece descabellado, ocurre. Tirando de una punta y tirando de la otra se llega al núcleo de la cuestión. La protagonista está ya tan asombrada de que no la crea nadie que dice que es mentira, y encima de que no la ayudan a descubrir la verdad, la persiguen, y solo esa conexión ajena a la justicia, esa investigación periodística lleva a decir a todos: ‘No sabéis creer y hay que creer’. Me parece que a muchas mujeres les dará fuerza aunque sea tan doloroso para la propia protagonista de la serie”.

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“La protagonista refleja perfectamente a muchas mujeres a las que no se cree”

La serie está protagonizada por mujeres, especialmente la víctima y las dos investigadoras del violador en serie. Cada uno de esos personajes está perfilado por los creadores, Susannah Grant, Ayelet Waldman y Michael Chabon, con inteligencia. A Cristina Almeida le resulta especialmente interesante el retrato que se hace de la víctima: “No es ninguna heroína, es una mujer que siente que tiene que denunciar lo que le ha pasado porque parece horrible, pero a la que le empiezan a hacer tantas preguntas que parece que no ha pasado nada”. Ese es el momento en el que todo puede torcerse, como denuncia Almeida: “Esos: ‘¿No se habrá dejado usted? ¿No le habrá provocado? ¿A lo mejor le gustó? Iba usted provocando, es que estaba borracha’ siempre buscan la culpabilidad en la víctima. Y eso es muy frecuente. Y este personaje relata lo que de verdad le sucede a una mujer, que se ve ante un hecho gravísimo para su intimidad, para su derecho a la dignidad y a la sexualidad, se ve atacada violentamente por uno y encima tiene que hacer un esfuerzo porque se la crean. Empieza ella a no creérselo por la situación de incredulidad que está viendo. El papel que hace no es el de la tía despierta, como podía ser el de Jodie Foster, que busca una abogada para que luche por ella. Esta representa al tanto por ciento de mujeres a las que si no creen se siente culpable. Y entonces prefiere que la persigan por mentir a que no le hagan caso por la violación que ha sufrido”.

Para Cristina Almeida, no es tan importante una interpretación, un detalle técnico, sino la puntería al contar un hecho y su valor ejemplar: “No es tanto la actuación de uno, o este artista, no, es como va poniendo en su sitio a la justicia, a la policía, y al final le dan la razón. Lo más importante es ese ‘creedme’ y que al final la han creído. Como nosotras hemos creído a la víctima de La Manada, a la que casi ponían peor que a los agresores. Y todavía uno de los jueces había hecho un voto particular en esa sentencia diciendo que él lo que había visto era un jolgorio, una juerga estupenda entre cinco tíos como un armario en un recinto de dos metros cuadrados. Encima dice que ahí hay una orgía, no sé qué concepto tendrá ese juez de una orgía, pero desde luego, para ver la injusticia no está. Creo que debería estar fuera de la justicia y por eso creo que me gusta la sensación de poner a cada uno en su sitio. Eso que logra la ficción, sentir que se puede conseguir lo que no se consigue en la vida, que te crean”.

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