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La leyenda de San Borondón, una novena isla canaria que 'aparece' entre las nubes

Desde hace cientos de años existen referencias populares a la isla de San Borondón. Exploradores y aventureros aseguran haberla visto y aparece representada, incluso, en algunos mapas de la Edad Media. Tiene, además, un hueco importantísimo en el imaginario colectivo canario. Poemas, canciones, cuentos y fábulas versan sobre la legendaria isla, que, según dicen los lugareños, aparece y desaparece. Para muestra, un botón. El periodista y poeta canario Luis Álvarez Cruz escribió: “San Borondón… ¡Oh, mito fantástico de bruma, tierra intacta y fugaz, divina y deslumbrante! Yo te amo, extraña isla que surges entre espuma y entre espuma te hundes y borras al instante”. He aquí la versión más lírica de la isla de San Borondón. Historiográficamente, empero, tampoco pasa de leyenda. Se trata de un islote que algunas crónicas sitúan en el archipiélago canario y que se tuvo en cuenta —y esto sí que le confiere una cierta relevancia historiográfica— en el Tratado de Alcáçovas, que firmaron España y Portugal para repartirse los territorios del Atlántico que aún estaba por navegar. Con todo, ¿qué se sabe de esa isla de San Borondón y qué es lo que mantiene viva la leyenda después de tanto tiempo?

El tema no es baladí. Marcos Martínez Hernández, filólogo clásico y catedrático de Filología Griega en la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y autor de varios libros sobre historia y mitología canarias, escribe en Islas míticas en relación con canarias: “No sería exagerado afirmar que tal vez el «samborondonismo» sea uno de los rasgos más definitorios de la cultura canaria desde el siglo XVI”. La cita da pistas acerca de cuán ligado se siente el pueblo canario a la leyenda e incluso resta importancia al hecho de que haya existido físicamente alguna vez tal isla, habida cuenta de que, cuando menos, su existencia en el folklore canario la convierte en algo real.

Pero, ¿cuáles son las bases empíricas en las que se sostiene la historia? Hay constancia de más de una decena de mapas medievales en los que aparece la isla de San Borondón, siendo el primero de todos el Planisferio de Hereford, fechado en el siglo XIII. En este caso se trata de un mapa muy general, pero, tal y como apunta Juan Tous Milá en El plan de las afortunadas islas del Reyno de Canarias y la isla de San Borondón, existen otros muchos más concretos, como el ‘Mapa de les Isles Canarie’, que habla de San Borondón como un conjunto de islas al poniente de las Canarias y no como una sola. Se ha convenido que la isla se ubicaría en entre El Hierro y La Palma, y numerosas expediciones de investigadores han tratado de dar con ella a lo largo de los siglos. Lo han hecho empujados por la rumorología y por los testimonios de algunos marinos que afirmaban haberse topado con ella. Desde el siglo XV hasta el XVIII, varios grupos de aventureros trataron de dar con ella e incluso en la actualidad algunas personas aseguran haberla visto, aunque se suele achacar su aparición a una acumulación de nubes cuya forma puede recordar a una isla.

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¿Quién fue San Borondón?

San Borondón o San Brandán ‘el Navegante’ fue un monje irlandés que dedicó su vida a la evangelización de los pueblos en el siglo VI. Según cuenta la leyenda, al oír relatos maravillosos sobre la supuesta isla, se lanzó al mar para encontrarla. La travesía duró siete años. Al parecer, cuando llegó de una vez por todas la isla, encontró una especie de isla-ballena. ”Uno de los episodios más famosos de las navegaciones del santo irlandés”, apunta en su trabajo Martínez Hernández, “tiene que ver con el arribo a una supuesta isla que en realidad era un enorme pez, una especie de ballena”. Siempre en el terreno del mito, esa sería una buena explicación a las apariciones y desapariciones que sufre el islote. En cualquier caso, San Borondón no es el único nombre que ha recibido y recibe la isla. La Encubierta, La Non Trubada, Encantada, Perdida, Aprositus o Inaccesible son algunas de las denominaciones que también se han otorgado al territorio.

Todavía a día de hoy no pasan muchos años entre que algún videoaficionado publica en redes sociales un vídeo en el que aparece una supuesta isla de San Borondón o un curioso asegura haberla visto, un proceso que contribuye, fuera de toda duda, a mantener vivo el mito.

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