Pongamos que hablo de Madrid

Felipe Domingo Casas

Pongamos que hablo de Madrid, alcalde Almeida.

Allá donde se cruzan los caminos

Donde el mar no se puede concebir

Donde regresa siempre el fugitivo

Pongamos que hablo de Madrid

(Joaquín Sabina)

A veces, se dan coincidencias que vienen solas, pero dan suficiente juego para comentarlas. Joaquín Sabina floreció coincidiendo con la alcaldía en Madrid de Tierno Galván y el inicio de la movida madrileña y cumplida su misión, se retira coincidiendo con la alcaldía de Martínez-Almeida y sus esfuerzos continuos por eliminar o borrar muchas huellas que detesta del Madrid que ha cantado Sabina. Un alcalde de buenas entrañas hubiera estado en la despedida de Sabina en primera fila para cantar y aplaudir con los 12.000 feligreses que le acompañaron: 

Con su hoguera de nieve, su verbena y su duelo

Su 18 de julio, mi 14 de abril

A mitad de camino entre el infierno y el cielo

Yo me bajo en Atocha, yo me quedo en Madrid

Pero Martínez-Almeida, que con Ayuso dieron la vuelta al eslogan, “De Madrid al cielo”, por “Del cielo a Madrid”, han preferido engordar con propaganda exclusiva el espíritu celestial de Madrid a ocuparse del  infierno que sufren los pobres y miserables que viven y  se amontonan en el aeropuerto de Barajas. Martínez-Almeida se ha convertido en un experto en no asumir las competencias que le corresponden para atender los servicios públicos y las desvía sin rubor hacia  las instituciones del Gobierno, como si el bochorno que causa  la  imagen de Madrid en el exterior no le perteneciera a él y sí al Gobierno de Sánchez. “Vivimos el mejor momento de nuestra historia, pero no nos conformamos”, dice, en sintonía con ese eslogan “Del cielo a Madrid”. Es la causa generalizada y muy propia del Partido Popular, pues ha ocurrido con la dana: desechar las  responsabilidades de los dirigentes autonómicos y cargárselas a otros. 

Un alcalde de buenas entrañas hubiera estado en la despedida de Sabina en primera fila para cantar y aplaudir con los 12.000 feligreses que le acompañaron

En El País del 20 de mayo, los dos artículos de opinión iban, rara coincidencia, de “viejos”. El de Alba Rico, “Viejos que mueren en plena juventud”( se refiere al papa Francisco y a Pepe Mujica) y el de Lilith Verstrynge, “El eterno retorno de Dominique de Villepin”. Recoge en su artículo Alba Rico unas palabras de “un atinadísimo artículo del bloguero Curb”, que decía de Pepe Mujica y que también, según Alba Rico, pueden decirse de Francisco: “Lo que emocionaba es que no hablaba de un programa electoral, ni de una reivindicación particular, ni siquiera de un derecho conquistado. Hablaba de una causa. Una causa por la que vivir. Hablaba de la necesidad de fundar otra vida, otra cultura y otra civilización que nos permitiera estar menos solos, menos presos del mercado, más dueños de nosotros, más felices en común”. Ya en palabras de Alba Rico, “esa causa, si se quiere, es la causa de la sociedad contra la Historia, esa sociedad que, según Margaret Thatcher, no existía y que la ultraderecha quiere llenar de nuevo de falsa biología, autenticidad natural, identidad excluyente”. 

Yo identifico estas palabras con Martínez-Almeida y Ayuso, dos jóvenes biológicos, pero viejos de conceptos e ideas, que se alinean en contra de una sociedad que quiere y necesita avanzar en los derechos de igualdad entre los sexos, de la atención a los pobres o los cuidados a los dependientes. Han pasado siglos, si se me permite la exageración, para que Martínez-Almeida haya reaccionado en la compasión que debía mostrar con los sinhogar de los residentes en Barajas, que están empadronados en Madrid, y no son solicitantes de asilo, como Ayuso lleva años sin mostrar compasión y solidaridad con los niños de la Cañada Real, sin luz desde hace cinco años, o los ancianos/as que murieron en las residencias por la pandemia. Quieren identificar a Madrid con España. Extienden con sus palabras y sus gestos su nacionalismo madrileño a toda España. Pretenden excluir a vascos y catalanes, diré independentistas, inmigrantes y comunistas de la sociedad española, cada día más diversa.

Por su parte, Lilith Verstrynge se refiere a la posibilidad real de que Dominique de Villepin (77 años, ministro de Asuntos Exteriores con Jacques Chirac) sea el próximo presidente francés, al liderar el ranking de personalidades francesas preferidas por los franceses. En el caso de Villepin, Lilith Verstringe encuentra una personalidad más dual. Conocido todavía por su discurso en la ONU en 2002 en el que expresó su rechazo a la guerra de Irak y la Administración de George Bush, ( recordemos el papel de Aznar entonces ), “interpelando a millones de personas, especialmente en los países árabes”. Aunque luego “su Gobierno  aprobó en Francia el contrato laboral precario para los jóvenes”. Y colaboró en la privatización de servicios públicos, recortes fiscales y reducción del gasto público. Justo, las mismas intenciones que tiene Ayuso con la Universidades (estilo trumpista) y la educación pública. Neoliberalismo a ultranza. 

Cuando la muerte venga a visitarme

Que me lleven al Sur donde nací

Aquí no queda  sitio para nadie

Pongamos que hablo de Madrid

Como las coincidencias se multiplican, resulta que la revista de El País Semanal del domingo 4 de mayo ha publicado un número especial dedicado a Madrid con el titular: ¿A dónde vas, Madrid? Imposible recoger las mil opiniones de los/as columnistas y de los madrileños entrevistados, aunque yo hubiera personalizado el titular en Martínez-Almeida e, incluso, Ayuso, que se reparten las competencias y los elogios entre sí, como si fueran los únicos actores del funcionamiento de esta ciudad. Madrid es una ciudad de Obras, dice un encabezamiento de la revista. Lo tengo clarísimo. Habla de la expansión de Madrid. Yo me refiero a las obras necesarias, que acomete el Ayuntamiento, pero menores. Las Juntas municipales, con sus cortos presupuestos, se dedican al asfaltado de calles y renovación de infraestructuras para la canalización de las aguas y que tengan menos pérdidas. Incluso a su peatonalización y ensanchado de aceras, sin que estas obras redunden en un mejor tránsito por ellas. Debido al caos que provocan la proliferación de las terrazas y a la rapidez que, a veces, muestran en su término, las mismas muestran un deterioro inmediato, sin que el Ayuntamiento exija responsabilidades. Pero han fracasado en sus esfuerzos por crear aparcamientos subterráneos por la oposición de los vecinos.

Almeida y Ayuso sueñan, no obstante, con ofrecer una ciudad para los ricos y ultrarricos, la moda de Madrid, con lo que la ciudad desplazará inevitablemente a los vecinos, no solo del centro de Madrid, donde la gentrificación es un hecho, sino fuera de los barrios y poblaciones de los alrededores de Madrid, desplazando cada vez a más empleados de servicios e inmigrantes a otras comunidades, como Castilla La Mancha y Castilla León. Los precios de la vivienda, del alquiler y de los pisos turísticos van irremediablemente en esa dirección. Madrid no crecerá en población. La burbuja inmobiliaria es un hecho indiscutible.

En Madrid, los autobuses turísticos o los grupos que discurren por la ciudad ya pueden hacer varias rutas novedosas, que sustituyan al paseo de Jane: La ruta de los hoteles de cinco estrellas, donde la noche cuesta 2.000-3000 euros, la ruta de los restaurantes de 1, 2 o 3 estrellas Michelín, como el restaurante Coque, de Mario Sandoval, donde el menú pasó en poco tiempo de 365 euros a 680 y hasta 3.000 que pagó una pareja de mejicanos con Whisky The Macallan, o 30.000, un príncipe con su familia de 12 personas, la ruta de los doctores médicos de estética, la ruta de las perfumerías cuyos perfumes distinguidos cuestan centenares de euros los 100 mililitros.

Termino con dos citas: Cuando Madrid deje de estar de moda, solo nos salvará el tejido local (Javier Aparicio, galerista de El Chico). Y la rotunda de Delia Rodríguez: “Sé que hay fuerzas complejas cambiando la ciudad al ritmo de los movimientos viperinos del capital internacional, que se mete en nuestros hogares para expulsarnos de ellos con la excusa de que esto debe parecerse a Londres o París. Allá ellos con sus aspiraciones, pero si ya no puede venir la juventud del resto de España a estudiar y buscarse la vida porque no puede pagarse ni una habitación en un piso compartido, entonces, por muchos locales espectaculares que tenga, por muy arriba que esté en los rankings de mejores ciudades del mundo, este no es un Madrid cosmopolita, sino un Madrid social y culturalmente moribundo”. Pero frente a la moda actual de Madrid, Almeida y Ayuso se creen eternos.

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Felipe Domingo Casas es socio de infoLibre.

Felipe Domingo Casas

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