El PP desprecia a las mujeres

Son unas brujas, no cabe duda. Capaces de abortar a nonatos en sus primeros meses —menos mal que está el PP para tratar de evitarlo— y de acusar ahora a Juanma Moreno de no avisar a mujeres con sospecha de cáncer de mama y enviarlas a la cola de las mamografías. Ay, pobrecito. Con lo feliz que estaba él escuchando a Sidonie y aparecen más de 2300 —según datos oficiales del gobierno andaluz— malas mujeres a amargarle la diversión. Qué poca consideración.

Normal que el presidente de la Junta y su nuevo consejero de Salud se molesten y acusen a las afectadas, cuyo diagnóstico se ha retrasado con las terribles consecuencias que ha producido en muchas, de albergar intereses espurios. La cosa no se ha quedado ahí, porque no contentas con denunciar el desastre y empañar la imagen angelical de Moreno, se dan cuenta de que las pruebas diagnósticas han desaparecido misteriosamente de la App de Salud de la Junta sin tener en cuenta que puede tratarse de un fallo informático, como cuando peta el sistema para comprar entradas de Rosalía. Mujeres tenían que ser, con esa mente retorcida que les caracteriza. Qué casualidad que desaparezcan por arte de magia.

Quieren poder abortar sin paternalismo y evitando que las infantilicen, tal y como marca la ley. No necesitan que Feijóo cree un registro de médicos dispuestos a practicar abortos, es como si crea un registro de médicos dispuestos a operar de la rodilla. Los profesionales que trabajan en el sistema público de salud tienen que practicar las intervenciones contempladas legalmente. ¿Desde cuándo las mujeres están capacitadas para decidir por ellas mismas lo que les conviene? Menos mal que está el PP para frenarlo.

No necesitan que Feijóo cree un registro de médicos dispuestos a practicar abortos, es como si crea un registro de médicos dispuestos a operar de la rodilla

Quieren que se les diagnostique y se les trate el cáncer de mamá con celeridad, porque tienen derecho a que las atiendan lo más rápidamente posible. Los cribados salvan vidas. El cribado es un procedimiento preventivo para detectar en mujeres aparentemente sanas, cáncer en fase temprana, lo que facilita el tratamiento y disminuye el riesgo de metástasis o mortalidad. Pero la Junta, en lugar de ponerse las pilas, se ha dedicado a difamar a las víctimas, porque cuando no puede utilizarlas, el PP se dedica a machacarlas. Deben ser todas rojas pérdidas, porque a una señora de derechas ni se le ocurría denunciar que el cáncer ha avanzado tras ocho meses sin tratamiento. En qué cabeza cabe. Tampoco es para tanto, ¿no?

La Junta, en lugar de ponerse las pilas, se ha dedicado a difamar a las víctimas

La solución más inteligente que se le ha ocurrido a la Junta de Andalucía es desprestigiar el sufrimiento de las víctimas de su política de privatización y desmantelamiento de la sanidad pública, para entregarla a intereses privados, y convertir su legítima indignación en activismo político. Han buscado crear un estado de opinión. Tildarlas de satélites comunistas para que la polarización haga su efecto y pasen de víctimas a manipuladoras que trabajan al servicio de un interés político desestabilizador. En el PP no conciben que las mujeres puedan ir por libre y sean dueñas de su propia rabia. Las imaginan tuteladas por otros.

Otra estrategia que suele salir bien es enfrentar a dos colectivos. En este caso a médicos y pacientes. Moreno no ha dudado en culpar a la izquierda de azuzar la violencia contra los médicos, cuando lo único que están señalando las víctimas son las decisiones políticas. Se ordenó al personal del hospital que dejara de realizar la labor esencial de informar a las mujeres afectadas, porque se ocuparía una nueva empresa que no lo hizo. Privatización y recortes es su religión. Luego suceden cosas tan graves como esta y se permiten el lujo de tirar toneladas de basura sobre las pacientes damnificadas. Pero como no hay mal que por bien no venga, Juanma Moreno ha aprovechado para anunciar una reforma integral de la sanidad pública andaluza, que el PP se ha encargado de hundir para poner alfombra roja a la entrada de la sanidad privada, que como bien saben Ayuso y su pareja, es muy generosa con quien la contrata.

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