Industria armamentística

Veintiséis países siguen contaminados de artefactos diez años después de prohibirse las bombas de racimo

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Diez años después de que se adoptara la Convención sobre las Municiones de Racimo, este tipo de bombas siguen presentes en 26 países y cobrándose vidas en lugares como Siria o Yemen, si bien el número de víctimas se ha reducido drásticamente y el cumplimiento del pacto por aquellos que lo han suscrito es total.

Así lo demuestra el último informe anual publicado este jueves por la Coalición contra las Municiones de Racimo, que preside Human Rights Watch (HRW). Según el mismo, durante el año 2017 se produjeron al menos 289 víctimas por este tipo de munición en el mundo, en comparación con las 971 registradas en 2016, si bien se cree que el balance sería superior, ya que no se tiene constancia de todos los ataques de este tipo. El 99 por ciento de estas víctimas, en los casos en los que hay el dato disponible, fueron civiles.

Yemen es el segundo país donde las bombas de racimo dejan más víctimas, unos artefactos que se abren en el aire y liberan otras submuniciones que en muchos casos no explotan al tocar tierra y se convierten en un peligro a largo plazo. En este país, el informe ha registrado 52 muertos, tanto por nuevos ataques como por los restos explosivos de anteriores.

Según el documento, aunque la coalición liderada por Arabia Saudí y que apoya al Gobierno yemení ha seguido usando municiones de racimo, se ha producido un declive significativo en el número de ataques registrados.

En total, durante el pasado año se documentaron víctimas por bombas de racimo en ocho países y dos áreas, lo que incluye 32 muertos en Laos por restos de este tipo de municiones tras bombardeos efectuados por Estados Unidos en las décadas de 1960 y 1970.

"Las municiones de racimo suponen un peligro extremo para los civiles en el momento de su uso, como ilustran los conflictos en Siria y Yemen, pero sus restos también suponen un peligro significativo para los civiles mucho tiempo después de que el conflicto ha terminado, como lo demuestran Laos y otros países", ha resaltado el coordinador del Observatorio sobre las Minas Antipersona y las Municiones de Racimo, Jeff Abramson.

En este sentido, ha defendido la necesidad imperante de "identificar rápidamente y limpiar las zonas contaminadas" en aquellos países como Siria donde se usan aún las municiones de racimo, ya que de lo contrario estas supondrán una "amenaza para civiles vulnerables, especialmente niños, durante los próximos años y décadas".

Cumplimiento de los Estados parte

El informe pone de relieve el "impresionante" nivel con el que los 103 Estados parte −Sri Lanka se sumó el pasado marzo− están cumpliendo el tratado, adoptado en 2008 y en vigor desde el 1 de agosto de 2010. El mismo prohíbe las municiones de racimo, y exige la destrucción de los arsenales en el plazo de ocho años, la limpieza de las zonas contaminadas por restos en 10 años y la provisión de asistencia a las víctimas.

Según el informe de 2018, los Estados parte ya han destruido el 99 por ciento de las municiones de racimo que tenían almacenadas, lo que supone un total de 1,4 millones de municiones y 177 millones de submuniciones. España, junto a Croacia, Cuba y Eslovenia, ha completado en el último año la destrucción de sus arsenales.

"Mediante este acuerdo global, los países están librando al mundo de la plaga de las municiones de racimo", ha destacado el director de la Coalición contra las Municiones de Racimo (CMC), Héctor Guerra.

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En este sentido, Mary Wareham, editora del informe y directora de la división de armas de HRW, ha defendido que "el pleno cumplimiento" entre los Estados parte demuestra a los que aún no lo son que las disposiciones de la convención "no son imposibles de cumplir" y ha invitado a aquellos que aún no lo han firmado −entre los que figuran países como Estados Unidos, Israel y Rusia− a que "se sumen sin demora".

En 2017, se ha procedido a limpiar de estas municiones al menos 93 kilómetros cuadrados en todo el mundo, con la consiguiente destrucción de 153.000 submuniciones, lo que supone un aumento con respecto al año anterior, según el informe. En total, diez países, de los que ocho son parte, han completado la limpieza de sus territorios contaminados con este tipo de municiones, si bien aún hay 26 países contaminados, entre los que figuran doce que han suscrito la convención.

"Varios Estados partes aún tienen un trabajo significativo por hacer para limpiar las zonas contaminadas, ayudar a las víctimas, informar sobre su cumplimiento y garantizar que cuentan con leyes y otras medidas para castigar cualquier violación", ha indicado Wareham. "Los países que necesitan asistencia no deberían dudar en pedir ayuda, ya que el cumplimiento cooperativo es la base de este tratado", ha subrayado.

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