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Los sindicatos acuden al 1 de Mayo reforzados: más afiliados durante la pandemia y clave en los ERTE o el IMV

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Hace una década no había pandemia y los sindicatos estaban a la defensiva: pérdida de afiliación por la crisis, ataques mediáticos, críticas por aceptar cuestiones como la jubilación a los 67 años y oposición de los incipientes y desorganizados movimientos sociales; no por nada, mayo de 2011 marca un antes y un después en las protestas en España, al surgir el 15-M que, tres años después, se abrazaría con el partido político Podemos hasta romper el bipartidismo. Todo lo anterior ocurrió en medio de una gran recesión. 

Hoy tiene lugar otro Primero de Mayo con restricciones por el covid-19 y la situación de las centrales es infinitamente mejor que hace 10 años. Entonces, Alemania exigió atajar la crisis de deuda española a partir de 2010 a base de recortes, y eso implicó reducir la negociación colectiva, además de abaratar el despido y otros retrocesos laborales. En 2014 se abandonó la austeridad y la Unión Europea decidió comprar masivamente deuda pública a través del BCE para evitar su propio estallido, siguiendo la senda marcada por Estados Unidos, cuya crisis terminó en 2009.

La lenta recuperación trajo consigo más empleo, pero con condiciones muy precarias (teleoperadores, riders, logística, conductores de VTC, empleados de plataformas), y eso permitió desde 2016 a organizaciones como CCOO y UGT recuperar afiliación. La llegada del Gobierno de coalición de izquierdas les devolvió protagonismo. Pero lo que definitivamente les ha convertido en actores clave ha sido el virus: los sindicatos han sido decisivos en cuestiones como los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) o en el Ingreso Mínimo Vital (IMV). Han negociado la Ley Rider –pionera a nivel internacional– y en estos momentos discuten con Gobierno y patronal el desmontaje de la reforma laboral y la reforma de las pensiones. 

CCOO y UGT, los sindicatos mayoritarios –pero no los únicos–, confirman que han seguido ganando militantes durante la pandemia, hasta rozar el millón cada uno de ellos. Y tanto se ha dado la vuelta a la tortilla, que la vicepresidenta tercera y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, se manifestará con ellos este Primero de Mayo

Uno de los momentos pandémicos que simbolizaron el cambio de tendencia ocurrió en junio de 2020 en el Congreso de los Diputados. El secretario de CCOO, Unai Sordo, intervenía en la Comisión de Reconstrucción creada ad hoc para superar los efectos del virus. Una diputada de Vox arremetió contra los sindicatos por vivir de lo público, y el líder de CCOO respondió que de lo público vivía su partido, porque su sindicato recibía ocho de cada 10 euros de sus afiliados. 

"En España se han instalado un montón de tópicos que son falsos", dice Sordo por teléfono a infoLibre. "Tenemos más afiliación que todos los partidos políticos juntos y multiplicados por tres. Nuestra central tiene 95.000 delegados, y creo que en todo el país hay algo más de 30.000 concejales. Nuestra red es incomparable. Y sobre todo el falso discurso de los recursos: si alguien cree que una organización como la nuestra con subvenciones de tres o cuatro millones valen para algo, no tiene ni idea. Nuestros ingresos propios son más del 82% de los recursos de nuestro sindicato".

"A partir de 2016 la afiliación se recuperó. Pero el año más importante para nuestra visibilización ha sido 2020", defiende la vicesecretaria general de UGT, Cristina Antoñanzas. "Es cierto que la situación es muy complicada económicamente, pero la negociación de los ERTE o el diálogo social no reproducen la crispación que vive la política. La gente sabe que hemos estado ahí". Antoñanzas apunta a las facilidades que ofrece "este Gobierno". "A partir de 2010 el PSOE se encaminó a los recortes y Mariano Rajoy nos desayunó con una reforma laboral muy lesiva a la primera de cambio". 

Arrimar el hombro para fabricar respiradores

"En este último año y pico el papel de los sindicatos ha sido decisivo", destaca el escritor Daniel Bernabé, cuyo último libro se llama Ya estábamos al final de algo (Bruguera, 2021). "Desde asesorar a trabajadores hasta presionar para que se aplicaran los ERTE y no se cometiera fraude... incluso en aquellas semanas durísimas en las que carecíamos de respiradores, las organizaciones tuvieron un papel importante a la hora de coordinar entre varias empresas la fabricación de tales respiradores. Así me lo contaron trabajadores de la Zona Franca de Barcelona".

"Creo que hay un cierto resurgir sindical que antes que ideológico es por necesidad", continúa Bernabé, "por las condiciones laborales tan deterioradas en los últimos años. Nuevos sectores en los que nadie esperaba que entraran, como Amazon o los riders, están teniendo sus luchas". El escritor reconoce que "existe un fenómeno paralelo" al aumento de visibilidad: "Hay mucha gente con animadversión a las centrales de una forma automática. Les sale de dentro. Es un clima inducido por la parte más reaccionaria de la sociedad"

El economista Juan Laborda, profesor de la Universidad Carlos III, afirma que "los sindicatos son más necesarios que nunca" porque "las rentas salariales han ido perdiendo su parte del reparto de la tarta del crecimiento económico en las últimas décadas. Y el desprestigio a las centrales coincide con esa pérdida". Laborda dice que fue un ataque "apoyado por la ortodoxia económica diciendo que una fuerte sindicalización chocaba con las virtudes del mercado". Y lanza una exclamación: "¡Llevamos décadas de dominio de los mercados, flexibilizando las relaciones laborales, y aquí no hay nada! ¿Hay acaso más empleo, más rentas, más riqueza? Qué narices, hay más desigualdad". 

7.000 personas en una asamblea

"Escribiendo La Distancia del Presente, mi penúltimo libro, me encontré con esas campañas de desprestigio de hace una década de que los sindicalistas comían langostinos y marisco a diario", recuerda Bernabé. "Hicieron mucho daño. Pero la realidad es que en aquella época a diario había sindicalistas encausados penalmente, como en Airbus, y con acusaciones muy graves".

Marcel Camacho, hijo del histórico Marcelino Camacho, fundador de CCOO, advierte que las nuevas relaciones de trabajo y la propia idiosincrasia sindical han dejado atrás un pasado –mejor, sindicalmente hablando– que nunca volverá. "En los orígenes disponíamos de una clase obrera organizada en torno a las grandes empresas, las más movilizadas. Estas empresas tenían una facultad: la capacidad de parar un país y ponerlo en solfa, como en la Huelga General del 14-D en 1988. Eso podía permitir la mejoría de acuerdos para los intereses de la clase trabajadora. No siempre fueron buenos, eso sí", dice Camacho junior, que es periodista jubilado de RTVE. 

"La estructura de la clase trabajadora que impone el neoliberalismo en el último periodo es brutal", prosigue Marcel Camacho. "Desaparece la acción sindical en la nueva estructura y formas. Deslocalización, precariedad, externalización de servicios múltiples... Las empresas literalmente se desintegran en el ahorro de costes. En un centro de trabajo conviven 10 o 12 empresas a veces". Y termina lacónico: "Se ha destruido la base de acción sindical, y las centrales tienen que buscar nuevos territorios en los que poder organizarse para unir a trabajadores con condiciones similares desde la dispersión. Un ejemplo: en RTVE he sido representante sindical, delegado y secretario de la sección sindical. Hacíamos asambleas con hasta 7.000 trabajadores. Pero viví la contrapartida, al final: ¡es que ni la empresa tiene ese número de trabajadores!".

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