El viaje de ida de los ultracatólicos a las más altas instancias del Estado francés

Patrick Buisson, Nicolas Sarkozy y el papa Benedicto XVI en el Vaticano el 20 de diciembre de 2007.

Fabrice Arfi y Antton Rouget (Mediapart)

A comienzos del año 2012, Patrick Buisson tiene la cabeza en las nubes. Este asesor cercano a Nicolas Sarkozy ha recibido aquel el 6 de enero una carta firmada por el obispo de Luçon (Vendée), Alain Castet, conocido por ser uno de los más conservadores de su generación. El prelado le escribe para “felicitarle vivamente”, ya que viene a anunciarle una noticia divina: el “Santo Padre”, el papa Benedicto XVI, ha decidido nombrar a Buisson comendador de la Orden de San Gregorio Magno, una de las distinciones más prestigiosas del Vaticano.

En su carta, monseñor Castet precisa a Patrick Buisson –quien fue director del periódico de extrema derecha Minute y especialista en sondeos– que el gobierno “de Su Santidad” quiere, con este gesto contundente, consagrar su “papel determinante junto al presidente de la República para promover los grandes principios del derecho natural [en oposición al derecho positivo aplicable por la justicia humana] y el papel esencial de la Iglesia católica en el país”.

Patrick Buisson, inspirador en diciembre de 2007 del discurso de Letrán de Nicolas Sarkozy, según el cual “el maestro nunca podrá sustituir al cura o al pastor”, sabía desde hacía varias semanas que la partida estaba ganada. Otro obispo influyente, también conservador, monseñor Thévenin, ya se había movilizado activamente ante el primer círculo papal para convencer al sumo pontífice de los buenos oficios católicos de Patrick Buisson en el Elíseo.

“Parece evidente que, en opinión de muchos, gracias a su profundo conocimiento de la realidad francesa, su acción junto a Sarkozy ha impedido que influencias más hostiles al mensaje de la Iglesia pudieran ejercer presión sobre la política francesa”, se lee en una carta enviada por monseñor Thévenin al Gobierno del Vaticano.

¿Es Patrick Buisson un mensajero de dios en la cúspide del Estado? Cuando la cuestión del “entrismo islamista” de los Hermanos Musulmanes en la sociedad francesa está dando mucho que hablar desde la reciente publicación de un informe oficial cuanto menos controvertido, Mediapart ha reunido numerosos elementos inéditos que dan testimonio de la implantación de otra forma de entrismo, en este caso católico tradicionalista, en el corazón mismo del poder público.

Los documentos obtenidos por Mediapart proceden precisamente de los archivos personales de Patrick Buisson, un spin doctor tan metódico como paranoico, que lo anotaba y grababa todo. “Entre 2010 y 2012, Patrick Buisson está en su apogeo, es el más poderoso”, confirma su exdiscípulo Nicolas Diat, hoy editor de Jordan Bardella, presidente de Agrupación Nacional (RN), en la editorial Fayard, adquirida por el grupo Bolloré.

Los actores y las estrategias que se pusieron en marcha hace unos quince años revelan los nombres de aquellos que, formados en la escuela Buisson, continúan hoy de diferentes maneras su empresa político-religiosa en la cumbre del Estado y en los medios de comunicación.

Guerras de influencias

Discreto y solitario, Patrick Buisson no aparece en ningún organigrama; trabaja en la sombra, apoyándose en un puñado de asesores políticos o eclesiásticos. Todos comparten la misma visión de Francia y de sus “raíces cristianas”, de la “familia” y de la Iglesia, en sus formas más tradicionalistas.

Además de Nicolas Diat, asesor especial de Laurent Wauquiez en el ministerio de Asuntos Europeos (2010-2011) y luego en el de Educación Superior (2011-2012), se ganó la confianza del “plumilla” de Nicolas Sarkozy en el Elíseo, Camille Pascal, con quien se coordina para radicalizar la línea política del presidente contra “los tecnócratas” del Elíseo, en palabras de Patrick Buisson. 

El 1 de marzo de 2011 se inicia así un pulso con los asesores del jefe del Estado, que quieren eliminar el discurso “sobre los orígenes cristianos de Francia”, escrito por Camille Pascal, catedrático de Historia al que "Benedicto XVI devolvió la fe".

Nicolas Sarkozy debía pronunciarlo dos días después en Le Puy-en-Velay, la ciudad de Laurent Wauquiez y punto de partida de la peregrinación a Santiago de Compostela, para allanar el terreno de una campaña presidencial identitaria. “Le he dicho al PR [presidente de la República] esta mañana que había leído tu discurso y que me había parecido excelente”, le dice en un mensaje Patrick Buisson a Camille Pascal.

Para evitar los obstáculos y las luchas de influencias en el Elíseo, ambos hombres han desarrollado sus propias artimañas. “Mi querido Patrick, aquí tienes a ‘mi’ Juana, te la entrego...”, escribe Camille Pascal a Patrick Buisson el 4 de enero de 2012, enviándole la primera versión de otro discurso que Nicolas Sarkozy debe pronunciar en homenaje a Juana de Arco, encarnación de las “raíces cristianas de Francia”.

“Te dejo que juzgues y espero con impaciencia y ansiedad tu opinión y tus propuestas de enmiendas”, precisaba el autor, que se tomaba su tiempo en transmitir su versión al resto de miembros del gabinete del presidente. “Aquí me acosan para que entregue mi copia lo antes posible, incluso esta misma tarde. Ya te imaginas por qué...".

Aparte de Patrick Buisson, que es su “segundo lector”, solo ha dejado leer el proyecto a otra persona: su esposa, Caroline Pascal, alta funcionaria de Educación Nacional. Ahora convertida en la número dos del ministerio dirigido por Élisabeth Borne, Caroline Pascal está actualmente imputada por querer proteger el colegio católico Stanislas o por haber impedido el encargo de una versión revisada en cómic de La Bella y la Bestia.

Los caminos de la batalla cultural

La lucha entre Patrick Buisson y Camille Pascal llega a veces a los más mínimos detalles. Como cuando el primero coló un símbolo católico durante una gran concentración de la UMP en Marsella, en septiembre de 2011.

“¿Te has fijado en la gran foto de Marsella que servía de telón de fondo a la tribuna? Todos los oradores hablaron bajo la protección de Notre-Dame-de-la-Garde sin que nadie le prestara realmente atención. Creo que esta presencia no debió de pasar desapercibida para nuestros amigos de las logias [masónicas], cuyo ojo es más agudo que el de los medios de comunicación. Oh, Madre Santa...”, se regocijaba.

“Me di cuenta”, le respondía Camille Pascal, igualmente encantado: “Esas imágenes, casi subliminales, tienen más fuerza que muchos despachos de agencias :-).”

Preguntado por Mediapart sobre su relación con Patrick Buisson, el alto funcionario explica que lo conoció en el Elíseo. “Siempre intervenía como analista y no como polemista”, precisa Camille Pascal, recordando “que no era el único y que otros asesores externos aportaban al presidente sus reflexiones sobre el estado de la opinión y la sociedad” (su respuesta se puede encontrar íntegra en estos anexos).

Patrick Buisson, miembro del movimiento de extrema derecha Occident en su juventud, teorizó desde mediados de los años setenta sobre la importancia de esta batalla cultural que, según él, debía inspirarse en las estrategias de la extrema izquierda tan apreciadas por el filósofo marxista italiano Antonio Gramsci, como cuenta su hijo, Georges Buisson, en un libro, L'Ennemi (edit. Grasset), publicado en 2019. 

Tener a un hombre como Patrick Buisson al lado del presidente de la República fue, por tanto, una verdadera bendición para los católicos tradicionalistas. Empezando por la comunidad Saint-Martin, una de las guaridas de los “tradis” en Francia, cuyos representantes recurren al asesor de Nicolas Sarkozy para los favores.

Patrick Buisson aprecia mucho a un prelado de la comunidad Saint-Martin: el obispo Marc Aillet, convertido en un icono de la extrema derecha católica. Fue párroco de la diócesis de Fréjus-Toulon (Var), donde oficiaba a las órdenes de monseñor Rey —otro obispo tradicionalista valorado por Patrick Buisson, que acabó siendo apartado por el papa Francisco en enero de 2025—, y fue nombrado en 2008, para sorpresa general, obispo de la diócesis de Bayona (Pirineos Atlánticos).

Desde su nombramiento, el obispo ha protagonizado provocaciones, desde la organización de una reunión internacional “provida” con integristas rusos y estadounidenses, hasta la proyección de un vídeo contra el aborto en una catedral de la diócesis, pasando por la creación de un movimiento radical, el Printemps français (la primavera francesa), contra el matrimonio igualitario, a pesar de la oposición del clero local.

Marc Aillet no ha denunciado claramente la invasión de Ucrania por parte de Rusia. También es el único obispo de Francia que se ha negado a abrir sus archivos a la comisión Sauvé sobre los abusos sexuales en la Iglesia. Esto no deja de llamar la atención en un departamento afectado por varios casos sonados, entre ellos el escándalo de Notre-Dame-de-Bétharram.

El nombramiento de este obispo tradicionalista era hasta ahora un enigma. Se entiende que fue puramente político al leer una nota de Nicolas Diat, dirigida el 18 de abril de 2010 a Patrick Buisson. Según cuenta el asesor en este documento, sería incluso “obra personal” del arzobispo Nicolas Thévenin, también miembro de Saint-Martin.

Objetivo Vaticano

Nicolas Diat, que en aquel momento era asesor ministerial, también es conocido por haber sido, paralelamente a sus actividades políticas, el “plumilla” del cardenal integrista Robert Sarah, quien cuenta entre sus fervientes fieles con Vincent Bolloré, magnate de los medios de comunicación de extrema derecha. En particular, impuso que su foto apareciera en la portada de Paris Match en 2022, en contra de la opinión de la redacción, y llevó a cabo una intensa campaña para que sucediera al papa Francisco.

La nota en la que Nicolas Diat cita a monseñor Aillet tiene un objetivo mucho más amplio: pretende reflexionar sobre “el uso de la embajada ante la Santa Sede” para llevar a cabo una agenda política. Según explica a Patrick Buisson, habría sido redactada tras “consultar” a Nicolas Thévenin, nombrado nuncio apostólico (“embajador” del Vaticano) por Benedicto XVI, según explica a Patrick Buisson. Al ser consultado, el arzobispo, actualmente en funciones diplomáticas en Egipto, no ha querido responder a nuestras preguntas. 

Nicolas Diat, por su parte, asume ante Mediapart la autoría de este documento, que “expone el punto de vista de un hombre de derechas”, según relativiza. Pero su alcance va más allá, ya que propone, en particular, garantizar el “control” de la Conferencia Episcopal Francesa (CEF) anticipando los futuros nombramientos. “Hay que realizar un trabajo minucioso con respecto al episcopado, cuyas declaraciones pueden resultar delicadas”, precisa Nicolas Diat, abogando por la “neutralización de la inquietante politización hacia la izquierda de una parte cada vez mayor del episcopado”.

El consejero basa su argumentación en el terreno ideológico, sugiriendo, por ejemplo, la organización de un gran simposio sobre el islam. El objetivo sería reflexionar sobre “cómo proteger el legado histórico y social de Occidente cristiano frente al avance constante del mundo musulmán”.

Pero, de manera más prosaica, Nicolas Diat también piensa en la campaña presidencial que se avecina, una oportunidad para mezclar cuestiones políticas y clericales. Por ello, propone a Patrick Buisson “organizar reuniones bilaterales con cada uno de los obispos de Francia para pacificar toda la Conferencia de aquí a 2012”, asumiendo que esa iniciativa se inscribe en el “marco de una verdadera estrategia de influencia”.

En efecto, considera además que “será importante conseguir organizar intervenciones públicas a favor del presidente, que necesitará respaldos morales y espirituales”. El asesor toma como “buen ejemplo” el de monseñor Aillet, que en 2010 concedió una entrevista al periódico de extrema derecha Valeurs actuelles para apoyar al jefe del Estado.

“Teníamos una Iglesia de Francia que no seguía en absoluto el juego de Benedicto XVI”, justifica hoy Nicolas Diat ante Mediapart.

Patrick Buisson estaba obsesionado por demostrar a Nicolas Sarkozy que él era el gran interlocutor en materia religiosa, del Vaticano y de los obispos de Roma

El editor Nicolas Diat, entonces asesor ministerial

En otras notas enviadas a Patrick Buisson en noviembre y diciembre de 2010, transmite las preocupaciones del Vaticano sobre los textos legales relativos a la ayuda activa a la muerte o sobre la evolución de la ley de 1905 sobre la separación de la Iglesia y el Estado. “Como le he dicho a menudo, las cuestiones morales que afectan a la ética, la familia y el equilibrio de valores son temas en los que la Santa Sede no transige. Por lo tanto, la Santa Sede es susceptible de reaccionar con severidad ante esas cuestiones”, explicaba entonces.

El 9 de noviembre de 2011, también recomendó posponer el nombramiento de un nuevo embajador en Roma. En efecto, le preocupaba que “el gabinete de Alain Juppé [entonces ministro de Asuntos Exteriores] propondrá un único candidato, René Roudaut, actual embajador de Francia en Hungría”. Este último está ciertamente “dotado de auténticas cualidades humanas” —incluso se comprometió personalmente a ayudar a Nicolas Diat en su carrera—, pero “puede calificarse de centrista, cercano a los viejos principios de la democracia cristiana”.

No obstante, René Roudaut es todo menos un enemigo de la derecha. “Lo conozco bien. Es un católico profundo que ama verdaderamente a la Iglesia, con un sincero deseo de servirla —sin renunciar a su rigor profesional— y que siente una gran admiración por Benedicto XVI”, defendía, por ejemplo, el periodista Guillaume Tabard, actual redactor jefe de Le Figaro, en un correo electrónico dirigido a Patrick Buisson en marzo de 2011.

Patrick Buisson, mientras intrigaba en el Elíseo y se enriquecía facturando 2,7 millones de euros en honorarios por encuestas, también se dedicó a elaborar una lista de unos treinta sacerdotes y obispos franceses a los que “promocionar”, basándose, una vez más, en criterios ideológicos.

El 13 de marzo de 2011, tal y como relataron las periodistas de Le Monde Ariane Chemin y Vanessa Schneider en el libro Le Mauvais Génie (edit. Fayard), “hacía de maestro de ceremonias, saboreando su triunfo con deleite” en la ceremonia de condecoración de la Legión de Honor de Nicolas Thévenin. Una ceremonia cuyo discurso fue preparado por Camille Pascal y a la que fueron invitados los obispos Marc Aillet, Dominique Rey y Alain Castet, así como el asesor Nicolas Diat.

Este último ve hoy en el lugar que ocupa Patrick Buisson en la cúspide del Estado un “caso de estudio impresionante”, que da testimonio de un “sistema institucionalmente muy cuestionable”. “Estaba obsesionado por demostrar a Nicolas Sarkozy que era el gran interlocutor en materia religiosa, del Vaticano y de los obispos de Roma”, recuerda, reconociendo el lado “fascinante” de sus métodos, cuyo espíritu critica hoy en día.

En retrospectiva, Nicolas Diat lamenta que Patrick Buisson adoptara una “postura maurrasiana de instrumentalización de la Iglesia, en la que solo prima la política”, en beneficio de intereses puramente electoralistas.

Impulsar a Retailleau

Esa “instrumentalización” se acentuó a medida que avanzaba la campaña de 2012 y aumentaban las dificultades para Nicolas Sarkozy. El 22 de abril, el presidente saliente quedó segundo en la primera vuelta, un punto por detrás de François Hollande. Al día siguiente, un colaborador de Claude Guéant en el ministerio del Interior, Louis de Raguenel, se reunió con Camille Pascal y un destacado sacerdote parisino, el padre Matthieu Rougé, hoy obispo de Nanterre (Hauts-de-Seine).

Por la tarde, Louis de Raguenel, convertido en un pilar de Europe 1 (emisora del grupo Bolloré) y director de redacción de JDNews, el semanario del Journal du dimanche (también del grupo Bolloré), les envía desde su buzón de correo electrónico del ministerio del Interior un mensaje, según él, de “alta” importancia.

“En lo que respecta a los católicos reaccionarios, el PR [presidente de la República, Nicolas Sarkozy], en su profesión de fe, evoca muy claramente su rechazo a la eutanasia, al matrimonio y a la adopción por parte de parejas del mismo sexo”, insiste Louis de Raguenel. Camille Pascal y Matthieu Rougé son los encargados de tranquilizar a los más reacios.

“He podido mantener una larga conversación con Vincent Montagne [director de la publicación Famille chrétienne]. El mensaje ha calado. Quiere una movilización total”, explica Camille Pascal. El alto funcionario también indica que Patrick Buisson está recogiendo firmas para un “artículo del tipo: Somos católicos, creemos en una serie de valores que solo Nicolas Sarkozy se compromete a defender”. Por su parte, el padre Rougé se encarga de tranquilizar a los “partidarios de Frigide” (Frigide Barjot, portavoz del colectivo La Manif pour tous, actualmente Sindicato de la familia, que reagrupa a asociaciones contrarias al matrimonio homosexual) y de redactar un artículo de opinión. “El objetivo son los católicos que quieren votar a FH [François Hollande] a pesar de sus ‘pequeñas’ transgresiones...”, explica el sacerdote.

Cuando se le pregunta por su iniciativa, Matthieu Rougé explica hoy que su “artículo no era partidista, sino ético”. “No formaba parte de ningún equipo electoral, sino que dialogaba con todos aquellos que lo deseaban, en virtud de la misión pastoral que se me había encomendado”, añade el obispo de Nanterre, que se declara “totalmente contrario a cualquier tipo de entrismo”.

“Que yo sepa, nada prohíbe dirigirse directamente al electorado católico a través de mensajes de alcance político”, responde Camille Pascal, antes de preguntarse: “En un país que, según una reciente encuesta del Ifop, cuenta hoy con un 76% de bautizados y un 46% de franceses que se declaran católicos, ¿se puede realmente hablar de posicionamiento comunitario?”.

Bruno Retailleau nunca ha ocultado su fervor. No es ningún secreto

En su correo electrónico del 23 de abril de 2012, Louis de Raguenel —que no atendió a Mediapart— también explica a sus dos interlocutores la necesidad de “reconquistar el electorado católico en el oeste de Francia”. Y para ello, señala, hay que “impulsar a B. Retailleau”. Apenas dos semanas después, el diputado por Vendée subió a la tribuna para inaugurar el último mitin de campaña de Nicolas Sarkozy en Les Sables-d'Olonne, un acto en el que el presidente insistió en “el largo manto de catedrales e iglesias” que cubre el territorio francés.

Como recordaba una reciente encuesta de Le Nouvel Obs sobre “el muy católico” ministro del Interior, Bruno Retailleau nunca ha ocultado su fervor. No es ningún secreto: antiguo escenógrafo jefe del espectáculo del Puy-du-Fou, se inició en la política junto al soberanista católico Philippe de Villiers, al que le gustaba soltar que “la República es una mierda” alrededor de la mesa familiar, según uno de sus hijos (en Tais-toi et pardonne!, Cállate y perdona, edit. Flammarion, 2011). 

Tras una larga ausencia mediática, Philippe de Villiers se ha convertido desde hace algún tiempo en una estrella de la cadena CNews gracias a Vincent Bolloré, para gran alegría de la extrema derecha. “Philippe de Villiers es una importante personalidad intelectual en el país. Desde la muerte de Patrick Buisson, es él quien ocupa el papel de figura tutelar de la derecha: tiene una gran influencia”, escribía a principios de junio en Libération la eurodiputada Sarah Knafo, compañera sentimental de Éric Zemmour (político polemista ubicado a la derecha de Le Pen) .

La fe de Bruno Retailleau, también mimado por todos los medios de comunicación del grupo Bolloré, parece concordar con muchos de sus compromisos políticos, desde sus primeros años en la Asamblea Nacional (1994-1997) y luego en el Senado (2004-2024).

Muchos de los temas que ha defendido en el Parlamento han sido los de la extrema derecha católica integrista y su prensa, como el diario Présent: contra el matrimonio igualitario y a favor de la libertad de los alcaldes para no celebrarlo; ataques contra la asociación Act Up-Paris, que supuestamente “promueve conductas desviadas” en su lucha contra la propagación del sida; rechazo a que la Seguridad Social reembolse la amniocentesis que, en caso de detectarse una trisomía —Bruno Retailleau habla de “mongoloide”—, podría dar lugar a un aborto; rechazo a la creación de una comisión de investigación senatorial sobre la pederastia en la Iglesia, etc.

Aún hoy, sigue “opuesto a la inclusión del aborto en la Constitución, se ha negado a prohibir las terapias de conversión para los homosexuales y, diez años después, sigue oponiéndose al matrimonio igualitario”, alertaba el 26 de junio el ex primer ministro Gabriel Attal en una entrevista en Le Monde.

Patrick Buisson ha teorizado a la perfección el reto esencial de una política de civilización

Bruno Retailleau en 2023

Y hay lealtades que no engañan. Uno de los principales colaboradores actuales de Bruno Retailleau en el ministerio del Interior se llama Jean-Baptiste Doat, responsable de comunicación. Muy politizado en la derecha de la derecha (fue responsable de las juventudes del Movimiento por Francia, el partido de Philippe de Villiers), Doat fue también protegido de monseñor Castet, uno de los obispos de la galaxia Buisson, que causó polémica en 2009 al nombrarlo secretario general adjunto de su arzobispado en Vendée.

“Hay una verdadera diferencia ideológica entre Patrick Buisson y Bruno Retailleau”, afirma sin embargo Jean-Baptiste Doat. El asesor explica que “Patrick Buisson ha dividido Francia en estratos, prevé la confrontación de dos bloques. Un bloque formado por aquellos que han comprendido la historia de Francia, sus raíces cristianas, y otro bloque, aquellos que no han comprendido nada y a los que hay que combatir”.

Mientras que “Bruno Retailleau siempre se ha mostrado hermético a ese enfoque positivista, contrario al enfoque gaullista. Esta visión maurrasiana conlleva una percepción del mundo bastante contradictoria con una visión cristiana de la política, lo que supone un problema cuando se quiere, como hacía Patrick Buisson, defender el legado cristiano de Francia. No se puede considerar el país como un campo de divisiones ineludibles”, precisa.

El asesor del ministro del Interior ve aquí un punto de división entre la derecha conservadora, incluida la “muy conservadora”, y la derecha denominada “extramuros”, al tiempo que reconoce el valor de las contribuciones del ideólogo a la derecha francesa.

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Con ocasión de la muerte de Patrick Buisson en 2023, Bruno Retailleau publicó un largo homenaje en la red social X, en el que elogiaba la fuerza espiritual del exasesor del Elíseo: “Patrick Buisson había comprendido y analizado una causa esencial de la vida colectiva: que son los elementos inmateriales, más que los hechos materiales, los que animan a los individuos y a las naciones […]. Patrick Buisson demostró muy bien que el ser sustituía al tener en el corazón del hombre. Teorizó a la perfección lo esencial de una política de civilización”.

Bruno Retailleau es ahora ministro del Interior y de Cultos, garante del respeto a la laicidad.

Traducción de Miguel López

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