Ni Escobar ni 'el Chapo': el mayor traficante de drogas está vivo aunque no verás una foto reciente suya

Xuegang, el mayor capo de la historia, en una imagen antigua

El mayor traficante de drogas de la historia no es Pablo Escobar. Tampoco Gilberto Rodríguez Orejuela. Ni El Mencho, ni el recientemente engañado Ismael El Mayo Zambada. No lo es El Chapo Guzmán. Tampoco está a la cabeza ninguno de los capos de la Mafia o la 'Ndrangheta, ni los líderes de los clanes irlandeses o gallegos. No está en la Mocro Mafia ni en el Cártel de Los Balcanes, ni en las distintas ramas que dominan el tráfico de hachís en Marruecos.

El gran capo de la droga a nivel mundial vive desde hace años en una mansión protegida por un ejército de fieles en Panghsang, la capital del estado Wa, un enclave estratégico ubicado en el corazón del Triángulo Dorado Asiático. El estado Wa es uno de los escenarios más relevantes históricamente en lo que se refiere a la producción de drogas a escala planetaria. Ubicado geográficamente en Birmania (o Myanmar), depende de él solo de cara a la galería: desde la década de 1980 es un auténtico narcoestado, con sus propias reglas y un presidente en la sombra: Wei Xuegang, que debe haber cumplido ya los 80 años -se desconoce su fecha exacta de nacimiento- y que ha conseguido consolidar su dominio a través de la producción de opio y heroína, primero, y saltando a la metanfetamina, después.

La historia de Wei la narra de forma espectacular el periodista norteamericano Patrick Winn en la obra Narcotopía (Amok), un libro que realiza un recorrido minucioso por la historia de la etnia de los Wa, desde sus orígenes como bárbaros dedicados a cortar la cabeza de aquellos que se les oponían en las montañas que separan Birmania de China y de Tailandia hasta el momento actual, en el que combinan la producción y distribución de metanfetamina en cantidades industriales con distintas actividades legales levantadas con el dinero de la droga desde hace ya muchos años.

Wei nunca perdió el tiempo: comenzó financiando al narcoestado Wa hasta convertirse en su comandante y avanzó hacia el futuro con la creación de una telaraña de empresas en las que ha blanqueado cantidades de dinero imposibles de cuantificar, dado que lleva más de 40 años produciendo y traficando con drogas sin oposición.

Wei comenzó en el narcotráfico a la estela de Kun Sa, llamado originariamente Zhang Kifu, líder del estado Shan y responsable de la primera oleada de alijos de heroína blanca que llegó a Estados Unidos y a Europa. El delfín nunca tuvo la fama de su maestro, pero pronto le adelantó por la izquierda para hacerse con el control del negocio. Lo hizo tras ganarse el apoyo de un ejército de unos 30.000 hombres, el del estado Wa, haciéndose fuerte en un territorio llamado Wa del Sur, enclave por el que tenían que pasar todos los cargamentos de droga que finalmente acababan en occidente, principalmente a través de la vecina Tailandia. En la actualidad, el ejército Wa es uno de los mejor dotados tecnológicamente de Asia, producto del dinero de la droga.

La destrucción generada por la heroína en los distintos países y, en especial, en Estados Unidos, llevó a la DEA hasta el territorio. La Administración para el Control de Drogas siempre tuvo los ojos puestos sobre el capo, natural de China pero afincado desde muy joven en la vecina Birmania y, en concreto, en el citado estado Wa. Sin embargo, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) nunca estuvo por la labor de cortarle las alas, pues servía de contrapeso a la influencia comunista.

En el arranque de la década de 1990, cuando la guerra contra las drogas se cobraba víctimas como Pablo Escobar en Colombia y que ponía entre rejas a traficantes de todo el mundo, el estado Wa en concreto y Birmania en general querían lavar su imagen en el exterior y en especial con sus vecinos tailandeses, que estaban sufriendo esa máxima que siempre se cumple de que la droga, por donde pasa, acaba quedándose.

Ello hizo que, aunque la producción de heroína blanca no se detuviese del todo, sí se redujese mucho. Wei realizó una 'operación cosmética' y cambió el opio por los laboratorios de metanfetamina, que, en dos variedades, la yaba y el cristal, comenzó a distribuirse de forma aún más importante que el derivado de la adormidera.

La clave en este nuevo negocio, que sigue vigente en la actualidad -si bien, según los expertos, el estado Wa ya no produce la droga directamente, pero los hombres de Wei cobran por permitir tanto la fabricación como su tránsito- fue la obtención de forma directa de los precursores que permiten generar la droga, bien en pastillas, bien en forma cristalina.

Ello permitió a los narcos al servicio del capo la creación de una sustancia con elevadísimos niveles de pureza que abastece a millones de personas en el Sudeste asiático y que en 2025 llega a otros puntos, en especial a Australia, donde el precio se multiplica.

Un sistema de transporte que se inició décadas atrás y que sigue vigente es el que se compone de una hilera de personas con mochilas llenas de metanfetamina que atraviesan de forma clandestina la frontera que une el estado Wa con Tailandia. Esta 'comitiva' va acompañada de personal de seguridad fuertemente armado que camina delante y detrás del grupo y que de forma rutinaria se enfrenta con las fuerzas de seguridad tailandesa, que conocen el sistema e intentan atajarlo cuando pueden.

En 2025, sin embargo, el dinero de la droga ha servido para levantar numerosos negocios, muchos de ellos beneficiosos para la población local a corto plazo. Sin embargo, una economía basada en el narcotráfico siempre conlleva muerte y destrucción a largo plazo.

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Para intentar voltear esta situación dio su vida Saw Lu, que llegó a ser ministro de Exteriores del estado Wa en la etapa en la que Wei ya era el responsable de las finanzas y gran capo de la droga desde su reducto de Wa del Sur, una 'ampliación' del estado situada muchos kilómetros al Sur de Panghsang con una característica clave: su frontera directa con Tailandia. Lu pasó información de las actividades del capo a la DEA durante años, pero fue traicionado en varias ocasiones, encarcelado y torturado por personas afines al líder financiero. Solo su afinidad con el presidente 'oficial' del estado Wa, Bao Youxiang.

Wei se ha cuidado, además, de los ojos de los curiosos. De hecho, no existen fotografías públicas suyas desde hace al menos 40 años. La que acompaña el presente reportaje, propiedad de la DEA, tiene al menos esa antigüedad. Ese es, probablemente, su punto más fuerte: pasar desapercibido. Nunca ha molestado a China -su droga tenía otro destino- y se movió lo suficientemente lejos de la Administración para el Control de Drogas, cuyos avances fueron en ocasiones torpedeados por la CIA, a la que interesaba la permanencia del narcoestado en su lugar.

La historia de Wei, de Saw Lu y de todo el estado Wa se narra al milímetro en Narcotopía, obra de culto para todo aquel estudioso del tráfico internacional de sustancias estupefacientes según el criterio de Narcodiario.

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