ENTREVISTA

Leonardo Padura: "Muchos sueños igualitarios y democráticos se están yendo a la mierda"

El escritor Leonardo Padura durante una entrevista en septiembre de 2022.

El miércoles 27 de agosto se lanza la nueva novela de Leonardo PaduraMorir en la arena (Tusquets). Ya la portada es brutal y pronto conoceremos a esos tres muchachos de la fotografía, a los que pondremos nombre y también rostro en nuestra imaginación de lectores.  

Los reconocimientos internacionales de Leonardo Padura se suceden a la misma velocidad que crece el número de sus lectores. Cada nueva novela es distinta y mejor que la anterior. Pero tienen un nexo que une toda su obra: un propósito literario y una función social. 

Leonardo Padura se presenta él mismo con su nombre y con su integridad como escritor y como ciudadano. Por eso, presentarlo sería un pleonasmo.

No sé cómo va a desarrollarse esta conversación, cuando apenas quiero contar nada de la novela. No sólo porque hay un asesinato, sino porque no se puede hablar de ella, así sin más. Esta novela está escrita con el corazón y con las tripas y el lector merece una lectura virgen, sin adelantos, porque merece ir descubriendo cada página con la inocencia de un niño. Lo que se cuenta, y sobre todo, cómo se cuenta, no se puede expresar sino con un viaje personal a través de unos personajes sólidos, cuidados, mimados, casi casi de carne y hueso en el proceso de la lectura, porque, como ocurre con todos sus personajes de todas sus novelas, se te agarran profundamente y acaban estando contigo, a tu lado, tomando un trago, mirándote a los ojos mientras cuentan su historia, que de nuevo tiene sentido dentro de la Historia de su país.  

En este sentido también es muy importante señalar cómo una historia tan "cubana", como la Historia de los últimos setenta años de un país muy concreto, se agranda, se expande, se universaliza para llegar a nuestras casas, a las vidas de las personas que no hemos vivido esa realidad y que, a mi pesar, ni siquiera hemos estado ni en su país ni en su ciudad.  

Personalmente, creo que la fuerza de los personajes y de sus sentimientos son universales. Y quizás sea esta una de las grandezas de la novela. Todas las personas tenemos "un mal día", todos cometemos errores que condicionan nuestra existencia. Todos sufrimos con la lejanía, con las despedidas, con el desengaño, con las traiciones, con el desamor. Todos nos ilusionamos con el amor. Todos lloramos cuando nos sentimos derrotados. Todos lloramos cuando la esperanza se ha perdido por completo. Cuando una grieta desarma la estructura de la confianza.

En este sentido de derrota, frustración y fracaso voy a destacar otras dos palabras claves de la novela: mierda y miedo. ¿Podemos hablar de ellas?

Es un verdadero reto hablar componentes esenciales de una novela sin develar algunos aspectos que quizás el lector deba encontrar por sí mismo, en ese viaje maravilloso que es la lectura literaria… Esta novela trata de armar la crónica del destino de una generación cubana, mi generación, que al llegar a los años de su jubilación, en este presente cubano, encuentran que son más pobres que nunca, en lo material, pero también en lo sentimental. Han perdido todas las esperanzas de vivir con dignidad luego de muchos años de trabajo y de tantas promesas que les hicieron desde las tribunas políticas. Fue una generación a la que se le pidió esfuerzos, sacrificios, a la que se le negó o prohibió muchas cosas, algunas tan elementales como el largo del pelo y otras tan serias como las preferencias sexuales o las creencias religiosas. Y lo peor de todo: se les inculcó el miedo. Y de las diversas manifestaciones de ese miedo personal y social, de las reacciones y frustraciones que provocó, de los efectos sicológicos y sociales que tuvo, habla mucho la novela. Y, también, la sensación de estar hundidos en la mierda: una mierda que va de la política a la economía, que ha invadido toda la relación con la sociedad y que es la expresión de un fracaso colectivo, de una enorme derrota.

Creo que esta novela invita a tejer un tapiz con los hilos de todas las novelas de Padura. La diáspora, tan entrañablemente narrada en Como polvo en el viento, sigue siendo parte de estas páginas, pero, en mi opinión, como telón de fondo. Porque en Morir en la arena, Cuba, concretamente La Habana, es la protagonista. Usted se cita a sí mismo en frases cómplices para sus lectores: "Como si hubieran sido arrastrados igual que el polvo atrapado por el viento". El país ha perdido 2,5 millones de personas desde 2022.

Creo que todas mis novelas están interconectadas por algo más profundo que su estilo, sus propuestas estéticas: los dos nexos fundamentales son la sociedad cubana con sus manifestaciones más diversas, de las que intento dejar una crónica lo más cercana posible a lo que veo en la realidad y mis obsesiones diría que conceptuales. En esa pretendida crónica podrás encontrar, por supuesto, asuntos como esa evolución y destino de mi generación, que es, por supuesto, la de Mario Conde y tantos otros personajes, como el Iván de El hombre que amaba a los perros, o los protagonistas de Como polvo en el viento. Están también las tribulaciones del arte en la Cuba revolucionaria, la diáspora y sus efectos sociales y dramáticos, y el gran sentido de desilusión, la frustración de un proyecto, el desencanto que arrastran muchos de los personajes.

En el lado de las obsesiones pues, claro, está el del fracaso de los ideales utópicos del modo en que se pusieron en práctica o un asunto tan sensible como la libertad individual. También el sentido de la creación y la responsabilidad civil que ese ejercicio entraña, no solo para un escritor cubano, sino para cualquiera. Y, por supuesto, la pretensión de alcanzar lo que Unamuno consideraba una posibilidad de la literatura: hallar lo universal en las entrañas de lo local, y en lo circunscrito y limitado, lo eterno. Ese es mi credo.

Todas mis novelas están interconectadas por algo más profundo que su estilo, sus propuestas estéticas: los dos nexos fundamentales son la sociedad cubana y mis obsesiones diría que conceptuales

Una de las voces narrativas más originales de la novela es precisamente un escritor: Raymundo Fumero. Por cierto, la segunda novela de Fumero se titula Morir en la luz. ¿Demasiada coincidencia si además es amigo de Mario Conde, de Tamara, admira a Lezama Lima, a Virgilio Piñera, Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Cabrera Infante? Demasiada coincidencia que en un momento dado también diga: "Donde tampoco podía haber abundancia de algo tan prescindible como el papel para imprimir novelas". Aunque mucho me temo que no es la escasez de papel la causa de que a usted no le publiquen en su país.

Raimundo Fumero es la representación del escritor que yo hubiera podido ser, el escritor que han sido tantos de mis colegas, marcados por el miedo a expresarse que se estableció en la práctica cultural en Cuba desde los años de 1960 y que se convirtió en dogma en la década de 1970, con todos aquellos procesos de “parametración” que marginaron a tantos creadores. Fumero vive esa experiencia y no le queda otro remedio que adecuarse a ella, escribir de acuerdo a lo que se podía escribir y publicar, sin recibir castigos como el de Iván en El hombre que amaba a los perros o Fernando Terry en La novela de mi vida, o El Marqués en Máscaras. Fue un mal que penetró en la mente de los creadores en forma de autocensura, y está ahí todavía hoy. Yo, por suerte, muy pronto en mi trabajo tuve la posibilidad de vincular mi obra a una editorial española, Tusquets, y eso me salvó de tener que aceptar y cultivar esas estrategias: pude ser mucho más independiente y desde esa independencia he escrito a lo largo de estos treinta años de relación con Tusquets. Eso no me ha salvado de sentir miedo, de temer consecuencias, pero mi opción ha sido la de enfrentar esos miedos y escribir sobre lo que he necesitado escribir, aunque me censuraran en Cuba. Y creo que eso es lo que ha ocurrido en estos últimos años en que, me dicen que no hay papel para publicar mis libros, pero creo que tampoco hay voluntad para hacerlo y por eso mis últimos cuatro libros no tienen edición cubana institucional. Solo han circulado alguno de ellos gracias a Aurelia Ediciones, que ha hecho con mucho esfuerzo la edición de algunos de esos textos para los lectores cubanos, siempre en tiradas limitadas, pero afortunadamente existentes.

En La Habana se suceden continuos apagones. Los hoteles para turistas resplandecen en la oscuridad. Personajes como Humbertico, el hijo de Raymundo Fumero, se ha enriquecido en la propia ciudad y el protagonista, Rodolfo, que acaba de jubilarse tras una vida dedicada a su trabajo (cincuenta años) y a su país (estuvo en Angola, no digo más), va a cobrar entre dos mil y dos mil cuatrocientos pesos. "Eso ahora es menos de diez dólares, y con lo caro que está todo..." ¿Cómo se vive en su país este mundo de contraste, que además resulta casi obsceno? (Obsceno me resulta a mí, al menos. No sé si le molesta la palabra).

No me molesta la palabra pues es una realidad obscena. Lo que se está viviendo en Cuba es una distopía que se burla de la utopía. Hoy mismo en Cuba puedes comprar casi todo lo que necesitas: desde un auto hasta un chocolate. Pero todo eso que necesitas –incluye los cigarrillos, el café, la leche- solo está al alcance de un porciento mínimo de la población, o se accede a algunos de esos bienes si tienes FE, o sea, familiar en el extranjero que te envíe la plata. Como ocurre con Rodolfo y con Nora, con sus hijas fuera del país… Ahora se han abierto decenas de mercados bien surtidos en el país en los cuales todo se vende en dólares, por cierto, a unos precios que pueden duplicar los de esos mismos productos en España. En un país donde el salario promedio es de unos 6 mil pesos, o sea, unos 15 euros, más o menos. ¿Cómo vive la gente? Pues con fe, con artimañas, con las más variadas estrategias de supervivencia, o se han convertido en mendigos unos o en ricos, los otros. Esa es la Cuba actual y por eso se ha producido esa enorme diáspora en la que han salido en pocos años unos 2 millones de personas, más del 10% de la población.

Lo que se está viviendo en Cuba es una distopía que se burla de la utopía

Hay otra palabra que pertenece (creo que es fundacional) a la literatura y a la vida: el olvido. "Es la tristeza del olvido. Alguien lo llamó "el olvido que seremos". Que sepa que llamé a Héctor Abad Faciolince para hablarle de este homenaje, que me consta que se basa en una admiración mutua. ¿Escribe para que la Historia de su país no habite el olvido? ¿La literatura es el antídoto contra el olvido? Hay una intención social en esta forma de escribir y de escoger como lector las novelas de Leonardo Padura.

Sí, por supuesto, esa es otra de mis obsesiones: hacer desde el presente la memoria posible de esta realidad para que pueda ser conocida en el futuro. Pero no solo me muevo en ese sentido progresivo, sino que acudo mucho a la Historia para explicarme y entender mejor el presente y para rescatar determinados procesos de un olvido intencionado, pues muchas veces hay acontecimientos tan tapiados que parece que no existieron –y ese es un proceso de práctica muy común por todos los poderes fácticos, como sabes. Y el antídoto para el olvido es la memoria y yo trato de rescatarla siempre que puedo o de establecerla, desde la mirada a mi contemporaneidad.

Vamos a desengrasar un poco. No sabía cómo enunciar esta pregunta que llevaba rondándome durante la lectura, pero afortunadamente me la pasó Aitana. "Y, por cierto, ¿dónde aprendiste todo eso de la folladera que formas en esa novela?". Padura, hay mucho sexo en esta novela.

Bueeeeeno, uno ha hecho lo que puede… No, en serio, todo eso es literatura. El problema es que en Cuba uno de los espacios de libertad de que hemos disfrutado es la práctica del sexo, mucho, a todas horas, con cualquier edad. Y por eso hay sexo en casi todas mis novelas. Espero que justificado y creo que sin tintes escatológicos, como se usa ahora en mucha literatura.

¿Después de tanto nadar se puede morir en la orilla?  

Sí, por supuesto. Lo habrás visto en la novela, porque ha ocurrido, está ocurriendo, en mi realidad… y en la de mucha gente. Tantas ideas hermosas, tantos sueños igualitarios y democráticos se están yendo a la mierda y nos están dejando, en todo el mundo, muertos en la orilla en la que creíamos que sería el futuro mejor.

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Creo que lo hemos conseguido: no hemos hablado de la novela. Pero no puedo despedirme sin mandar un abrazo a Nora, a Aitana, a Violeta, a Rodolfo, a Zoilita, a Humbertico, a Ray, a Geni... y a mi personaje favorito: El Salvaje. Gracias de nuevo por estos personajes. Gracias por su nueva novela, una historia profunda y conmovedora, una historia que barre los idealismos de bandera y nos arroja al fango de la realidad. El barro que te ensucia es mucho mejor que la mentira transparente. Gracias por algún nombre que me hizo llorar. Gracias por ser valiente y no “tener miedo a ser tocado por los tentáculos de un poder muy poderoso”. 

Gracias a usted, la Historia de Cuba, las historias de sus contemporáneos y las historias de sus personajes, cuando mueran lo harán con pena y con gloria.

* Sonia Asensio es profesora de Literatura.

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