GENOCIDIO EN PALESTINA
La acampada de mujeres en Bruselas reivindica el papel de las palestinas ante la tregua de Hamás y Netanyahu
Los ojos del viajero en Bruselas se llenan de regocijo al contemplar la belleza de la Grand Place, la joya de la corona de la capital belga, con su ayuntamiento gótico y los edificios barrocos de antiguos gremios. Es el mismo viajero que al caminar hasta el barrio europeo, sede de las instituciones de la UE, verá decepcionado las moles de hormigón y cristal, lejos de la personalidad histórica del Big Ben y el Parlamento británico o de la magnificencia del Capitolio washingtoniano. La sede del poder comunitario es fría y aséptica.
Sin embargo, ese mismo barrio europeo contiene pequeñas joyas que pasan desapercibidas al viajero. A pocos metros de la Comisión hay dos coquetos edificios de art nouveau que en su estrechez recogen toda la belleza del estilo impulsado por Victor Horta. Calles con parques decimonónicos de estanques y árboles frondosas a los pies del Parlamento Europeo u otros más recogidos donde la vida típicamente belga se desarrolla escondida de la vecindad política y funcionarial. El ejemplo más claro es La Viale.
En una iglesia del siglo XIX, entre la Eurocámara y el barrio africano de Matongé, una comunidad jesuita permite en su instalaciones aledañas la coexistencia del espacio Le Nomade, una asociación que celebra debates de cuestiones sociales, políticas o medioambientales regados con cerveza del país en su brasserie de madera. Y que estos días, en su escondido jardín, entre viveros urbanos comunitarios, acoge la acampada en favor de Palestina y contra el genocidio de Gaza organizada por La Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (WILPF) y la asociación Mujeres de Negro contra la Guerra.
Participan más de un centenar de mujeres, la mayoría españolas, y también de Dinamarca, Noruega, Italia, Estados Unidos o Austria y colegas belgas. Por sus mesas redondas pasarán una palestina de Haifa y una israelí, objetora de conciencia perseguida en su país por negarse al servicio militar y denunciar la ocupación. Será una conversación entre dos mundos enfrentados, pero ante “el que las mujeres deben ahora tomar la iniciativa”. Lo exige Leila Wafi, de la Union de Femmes Palestiniennes de Belgique, en la primera de las charlas con las mujeres acampadas. Es el inicio de diez días de encuentros, conferencias o recitales, en los que también participarán Pedro Arrojo y Olivier de Schutter, relatores de la ONU, magistradas de la Asociación de Mujeres Juezas de España, analizando la Convención para la prevención del genocidio o recibirán la visita de los funcionarios europeos que llevan meses denunciando la inacción de las instituciones de la UE ante la masacre en la Franja.
“Esta acción está dirigida a la UE, a sus políticas y autoridades, porque no han hecho nada para parar el genocidio”, denuncia Carmen Magallón, presidenta honorífica de WILPF España, en conversación con infoLibre. Antes de viajar a Bruselas, escribieron a los más de 700 eurodiputados porque “en la UE ahora aplauden el alto el fuego, pero vamos a incidir para que tomen un papel activo en favor de un acuerdo justo y duradero”. Fruto de su trabajo, legisladores de los grupos de izquierda pasarán esta semana por la acampada, no así representantes del Partido Popular ni de la extrema derecha, que no han respondido. Quien si lo ha hecho son tres mujeres palestinas que viven en Bélgica y explican sus diferentes proyectos.
Bissane Abu Elnaja es traductora y trabaja precisamente para que niñas y niños palestinos cuenten con herramientas pedagógicas específicas. Su mirada está puesta en su tierra y reflexiona sobre el papel de las mujeres. “Su situación es muy complicada, en su rol en el largo proceso de paz debemos aprender de ejemplos de vosotras”, apela a las españolas o danesas presentes. “Dadnos las herramientas a las mujeres para empoderarnos”. Representantes de las Mujeres de Negro les ofrecen el ejemplo del proceso de paz en Colombia, donde grupos de mujeres locales recabaron durante años los abusos y violencia sufrida, en el campo y la ciudad, procedentes de todas las partes del conflicto. Esos registros permitieron su inclusión como voz de pleno derecho en el proceso de paz de La Habana.
La repercusión de las flotillas contra el bloqueo también estuvo presente en otro debate abierto. Hablan mujeres que han estado en esos barcos, iniciativas asociativas y particulares que navegan desde 2010, cuando la Flotilla de la Libertad fue atacada por Israel, asesinando a nueve activistas y un periodista. Es una lucha humanitaria que lleva a Ángeles, sevillana, a reflexionar sobre la “no existencia de movimientos pequeños. Con estas protestas se ha conseguido, la lucha es global, en Italia la gente salió a la calle igual que en Sevilla”.
Estas organizaciones de mujeres presentes en Bruselas han apoyado a las y los detenidos, a sus familiares mismo pagando billetes de avión y hoteles para que estuviesen presentes en su regreso, o participando junto a otras voces de la sociedad civil en la convocatoria europea de una huelga general para este 15 de octubre. El viejo continente ha ido rompiendo su silencio ante Israel aunque no toda la clase política, o “los sindicatos mayoritarios que al principio estuvieron un poquito fríos, helados”, critica con sorna Belén Bueno Gutiérrez, de Burgos. Hanne, danesa, también puntualiza que su Gobierno, pese a estar liderado por una mujer socialdemócrata, “sólo se ha movido gracias a la presión interna para cambiar, mucha de la gente joven”.
La reflexión sobre el impacto en Europa y global de la masacre sobre el pueblo palestino enlaza con la pronunciada el sábado por la palestina Laila Wafi, esperanzada pero también escéptica sobre si “quizás esta guerra será un momento crucial para cambiar, porque el genocidio de Gaza ha puesto de relieve las disfunciones del mundo y que el Derecho Internacional no funciona”.
Los derechos de la mujer palestina, al primer plano
En otro de esos rincones verdes del barrio europeo de Bruselas, en el Parc du Cinquantenaire, las Mujeres de Negro se reunieron este domingo para un recital poético. Allí, en ese gran parque construido en 1880 para conmemorar el 50 aniversario de la independencia belga pero también como una oda a su presencia colonial, a sus excesos y crímenes, entonan los versos de la palestina, desplazada en Egipto, Marian Khateeb sobre la violencia obstétrica que sufren las mujeres en los campos de refugiados, en las ciudades y pueblos bombardeados, en tiendas de campañas entre ruinas, fruto de la guerra colonial que practica más de un siglo después el Estado sionista.
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“Sangré durante diez diez en octubre sin tener acceso a un baño real. La casa en la que nos refugiamos, como la mayoría de los refugiados en Gaza, no ofreció privacidad. Cuarenta personas dormían en dos habitaciones. El baño no tenía puerta, solo una cortina rota. Recuerdo esperar a que todos se durmieran para poder lavarme con una botella de agua y trozos de tela. Recuerdo haber rezado para no manchar el colchón que compartí con tres primos. Recuerdo la vergüenza, no de mi cuerpo, sino de no poder cuidarlo”.
Esta violencia, como la sexual, cargas añadidas que sufren las mujeres palestinas por su condición, pone de relieve que tras setenta años de ocupación, los derechos de las palestinas no han sido una prioridad, y eso que como explica Rana Khater, “la mujer palestina siempre ha sido una roca que vivía bajo la violencia de no saber su sus hijos volverían una noche, siendo humilladas, viviendo en inseguridad”. Khater trabaja en la ONG Healing for Gaza que trata a menores con traumas por la guerra, a los niños y niñas que llegan a Bélgica escapando de la muerte y destrucción pero cuyas secuelas están en sus cabezas. De ahí que sus palabras también se centren en esas madres que les acompañan y han resistido la violencia.
Tras los primeros días de trabajo en Bruselas, hay una demanda compartida entre las acampadas y las palestinas presentes, y es la necesidad de que las mujeres asuman el primer plano en el proceso de paz abierto para su éxito. Laila Wafi advierte que “las mujeres deben ahora tomar la iniciativa, nuestras responsabilidades en el mundo de la política o la economía, intervenir en la arena pública... Tenemos más habilidades que los hombres en la construcción de la paz”.