IGUALDAD
Humanizar los objetos, cosificar a las niñas: las muñecas de Shein y la cultura de la pederastia
"Juguete para masturbación masculina con cuerpo erótico". El pelo trenzado, las mejillas sonrosadas y en los brazos, un osito de peluche. Es uno de los anuncios que cualquiera puede encontrar en la tienda online Shein y el motivo por el que el Gobierno de Francia ha decidido suspender temporalmente la web. Es, también, una de las expresiones más evidentes de cómo la cultura de la pederastia permea gracias a sus dos grandes alianzas: patriarcado y capitalismo.
Pero hay mucho más. "La gente dice de darle unos añitos, pero yo creo que no hace falta". El comentario lo dejaba un usuario en redes sociales, el año pasado. Se refería a la actriz Luna Fulgencio, de entonces trece años. Y no era un mensaje aislado. Al contrario: estaba arropado por otro puñado de perfiles que comentaban públicamente lo mismo. "A la fuerza si no quiere", lanzaba otro.
En las webs pornográficas, el contenido alrededor de la terminología colegiala o adolescente se mantiene, a nivel global, entre los más populares. Un estudio publicado en The British Journal of Criminology concluyó en 2021 que la palabra teen era el término más frecuente en los tres principales portales porno de Reino Unido. También corren como la pólvora los vídeos generados por inteligencia artificial en los que personajes femeninos infantiles, como las princesas Disney, son modificados físicamente para mostrar un aspecto sexualizado. Según la web WeProtect Global Alliance, entre 2020 y 2022 los deepfakes con temática sexual infantil aumentaron un 360%.
El Instituto de las Mujeres, a través de un análisis publicado en 2020, sentenciaba que "existe una sexualización infantil temprana y normalizada por una parte de la publicidad, que pone el mercado por delante del bienestar y de los derechos de las niñas". Ese mismo año, la institución dependiente del Ministerio de Igualdad publicaba un estudio en el que determinaba que el 11% de los anuncios de juguetes sexualiza a las niñas. Y dos años después, el Observatorio de la Imagen de las Mujeres llamaba la atención sobre la publicidad de bikinis infantiles, con "poses sexualizadas" o prendas "con relleno para simular un pecho desarrollado".
En 2019, Zara retiró una campaña en Reino Unido tras haber recibido acusaciones de sexualizar a la niña que la protagonizaba. Y cinco años después, H&M hizo lo propio, esta vez con una campaña de vuelta al cole objeto de duras críticas.
Pero no se trata sólo de performar contextos y simbología vinculada a la infancia, muchas veces va más allá. "Una vez un cliente me llevó a un piso donde solo había menores… Yo no pude, no pude ir con ninguna. Es muy fuerte… Pensé en mis hermanas". Es un testimonio real de un consumidor de prostitución, contenido en el libro El putero español (Catarata, 2015). Según el último Informe mundial sobre trata de personas (2024) elaborado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), la trata de niños y niñas está experimentando un aumento progresivo. El 60% de las niñas víctimas de trata lo son con fines de explotación sexual, siendo un 8% en el caso de los niños.
Un problema cultural
¿Qué hay detrás de todos estos casos? "Hay un interés creciente por parte de la industria de la explotación sexual" en todo lo que tiene que ver con la infancia, reflexiona la periodista y activista feminista Graciela Atencio. "Esa industria necesita demandantes a escala global y uno de los anzuelos está en la venta de este tipo de objetos. Es una expresión más de la era del capitalismo". Un mercado que no es, en realidad, nuevo.
"Un aumento en el número de incautaciones de muñecas sexuales con aspecto de niñas ha llevado a los investigadores a identificar a decenas de supuestos pedófilos de los que hasta el momento no se tenía conocimiento". En entrecomillado pertenece a una noticia publicada en el año 2017. "Las muñecas de silicona hiperrealistas, que pesan alrededor de 25 kilogramos y que pueden costar miles de euros, están siendo importadas a Reino Unido después de ser vendidas por diferentes comerciantes a través de Amazon o eBay".
Miguel Lorente, médico forense y exdelegado del Gobierno contra la Violencia de Género, precisa que todo lo que está pasando "a distintos niveles forma parte de una misma realidad y es consecuencia de la cultura". El análisis, a su juicio, debe pasar entonces por examinar la estructura: "La construcción de poder que supone la cultura androcéntrica es transmisible a todos los adultos", prosigue en entrevista telefónica, por lo que "mientras no haya una crítica a la cuestión cultural, no seremos capaces de resolver el problema". En ese marco, añade, quien está en una situación de poder tiene el privilegio de "disponer de aquello que desea". Incluso aunque su deseo pase por tener relaciones con menores.
"Hemos llegado a un extremo inimaginable, con muñecas hiperrealistas, a tamaño real y con una réplica de sus órganos sexuales para que el cliente se pueda masturbar. Este es un riesgo tremendo, porque no sabemos qué porcentaje de esos hombres pasan al acto real de violar a una niña y porque supone la normalización de la cultura de la pederastia", advierte la periodista.
No son enfermos
Si bien no disponemos de datos certeros sobre cuál es el porcentaje de consumidores de pornografía infantil que terminan siendo agresores sexuales, sí existe lo que la investigación ha definido como agresores duales, aquellos delincuentes que "descargan contenidos de explotación sexual infantil y además abusan de niños, produciendo en muchos casos material con las víctimas a las que agreden sexualmente", según indica el análisis El perfil del consumidor de imágenes de abuso sexual infantil. Este tipo de agresor presenta "mayores niveles de pedofilia y mayor facilidad de acceso a niños en su entorno".
La idea de que el consumo de muñecas hiperrealistas puede funcionar como terapia para los pedófilos es, en opinión de las expertas, un mito. "Cometer el delito va a depender del riesgo que la persona quiera asumir", resuelve Lorente. "Muchas personas cometerían delitos todos los días y no lo hacen por las consecuencias. La idea de que son factores de sustitución no es cierta", zanja.
"Es una incitación a la pederastia y a la violación", completa Atencio, "un puente hacia el delito", no una forma de contenerlo. Porque quien "acude a un elemento de sustitución" como es una muñeca, prosigue el médico forense, lo hace para "satisfacer una fantasía o deseo". El deseo no es tener sexo con la muñeca, sino con "la mujer o la niña que representa esa muñeca".
Las voces consultadas insisten, siguiendo esa misma lógica, en que no se trata de hombres enfermos: "Es el extremo de la misoginia, el odio a las mujeres desde que son niñas", expone la periodista. Lorente propone un ejercicio: preguntarse "si esa persona sabe lo que hace y si puede elegir entre hacerlo o no". Si la respuesta es afirmativa, la premisa de la patología no tiene cabida. Al contrario, añade, "lo que hace es negar una realidad: hay hombres que quieren tener sexo con niños". Cada vez que lo "patologizamos, estamos quitando el espejo de lo que somos como sociedad" y descargando de responsabilidad a los autores.
Humanizar los objetos, cosificar a las niñas
Para Lorente, el hecho de "humanizar los objetos de deseo es muy significativo" porque cuando "más humanizas al objeto, más cosificas a la persona", lo que resulta "muy peligroso".
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Según la organización para la Prevención del Abuso Sexual Infantil (PrevenSi) el uso de este tipo de muñecas deriva en "la cosificación de la víctima, ya que la práctica con muñecos acaba convirtiendo el cuerpo del niño o la niña en un objeto inanimado, sin vida ni propiedades humanas". Y por tanto, añade la entidad en un artículo, "sin capacidad de sufrir daños", lo que da alas a un "mecanismo mental" que convierte "al cuerpo del menor en un objeto sexual y puede provocar una profunda y grave distorsión cognitiva".
¿Y qué ocurre con las niñas que están estos días siendo testigo de los titulares y observando las imágenes de las muñecas sexualizadas? Laura López Navarro, secretaria de la Federación de Mujeres Jóvenes, lo tilda como un "nivel de violencia desorbitada", un marco que "relega a la niña a la esfera" del placer masculino, haciendo que estén "disponibles para ellos como objetos sexuales".
"Se produce una violencia simbólica tremenda contra las niñas", lamenta Atencio. Como parte de ese entramado de violencia, la periodista se detiene en todos los eslabones: "El que decidió diseñar esa muñeca, las manos que pasaron por la producción y la mercantilización. Quien lo vende, quien lo consume y quien mira hacia otro lado", sembrando un "nivel de permisividad" que impacta directamente sobre los menores.