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Aldea global

Librepensadores nueva.

Antonio García Gómez

“Esto es el capitalismo: un grupo de pirañas hambrientas”. Ramón Lobo

Al fin se logró desenvarar el megabuque en el Canal de Suez y, de nuevo, la circulación naval se puso en marcha. Cientos, miles de buques, repletas sus bodegas de “baratijas”, desde las de a “un euro” a las de a mil o mucho más, desde motocicletas hasta manguitos flotadores para el verano, desde gorras de poco fuste a pamelas de alto copete, desde pantalones “rotos” hasta relojes de a “cinco” euros para mercadillo, desde envases de plástico a repuestos de toda clase, desde lo inútil hasta lo deseado, por mor de la nueva aldea global que reabastezca sin tomarse una tregua, minuto a minuto, día a día, desde el mundo abandonado a su infortunio hasta el primer mundo civilizado, ¿en decadencia?... camino del fin de una civilización en la pira de la ¿autoinmolación?

Se “deslocalizaron” las empresas y se llevaron donde costaban menos y se pagaba mucho menos, sin derechos humanos que respetar, ni seguridad que observar, porque en la flamante aldea global, unos ciudadanos son de primera, los menos, y el resto, la mayoría, son de tercera o de ninguna categoría por… ¿infrahumanos?, porque es más rentable la desigualdad, porque infinitamente más provechoso pagar una miseria a los “nuevos currantes” que a los trabajadores que… “se subieron a la parra de derechos y dignidad".

En el Catar del futuro campeonato del mundo de fútbol, las infraestructuras las han estado construyendo miles de asiáticos, en condiciones de iniquidad laboral, muriendo en silencio, viviendo en barracones, fuera de la vista de ¿nuestras delicadas sensibilidades?

Mientras, desde nuestro “primer mundo” consumíamos “alarmas de seguridad”, ante las campañas inventadas de okupismo a mansalvaokupismo , frente a 147 desahucios diarios que a nadie importaban, a razón de 0,056% de aquellas, de denuncias reales de okupación, de las cuales eran denuncias tramitadas, según informes del CGPJ, sólo el 0,016% del total de denuncias.

Pero es igual, el abastecimiento ha de quedar asegurado, y el embotamiento ha de efectuar su particular tratamiento de “vacunación”, porque la publicidad, la moda, la tendencia… mandan, y los ricos se mantienen a costa de que los pobres gasten, se empeñen y claudiquen ante… ¿los nuevos salvapatrias?

Porque la tentación del becerro de oro siempre está asomando… y la carne es débil y la rendición ya está tenida en cuenta, a efectos de “haberes” a favor de los trincones archimillonariostrincones, perfectamente defendidos por los “testaferros” ocupando puestos políticos que manejen el cotarro a favor de inventario de los dueños del… cortijo.

Esta misma semana fui al banco en el que guardo mis pocos fondos y me acerqué a ventanilla. Para pedir que me renovaran la libreta y para sacar un poco de dinero, de paso. Me contestó el empleado que sacar “menos de 2.000 euros” me costaría una comisión de “dos euros”. Que podía utilizar “los cajeros”. Si sacaba más de 2.000 euros sería gratis. Es decir debería pagar el ¿servicio de poca monta?

Este mismo miércoles leía en la prensa: “La banca española gana 2.600 millones sólo en intereses por los préstamos avalados por el Estado en plena pandemia”. Está claro que viviendo en la misma “aldea legal” hay barrios a distancia sideral.

Mis abuelos y los de su generación y anteriores vivieron sin alejarse mucho de su lugar de nacimiento, salvo emigración u otro imponderable que les hubiera llevado a distintos entornos, alejados del natal, de los que tampoco se alejarían mucho una vez instalados.

Mis padres fueron un par de días de viaje de novios a Zaragoza, a visitar la Virgen del Pilar, en tren y a una pensión, y a pasear juntitos del brazo y a quererse a solas… siquiera ¿un par de noches? Luego fijaron su residencia en Miranda de Ebro alquilando “una habitación con derecho a cocina”. Y desde ahí iniciaron su singladura juntos hasta terminar muriendo, dignamente, habiendo sacado adelante una familia, sin necesidad de “haberse recorrido medio mundo”, por ejemplo.

Siempre que he ido al mercado, y mucho más hace años, he observado que se valoraba mucho que el producto fuera “de la tierra, del terreno, de la huerta de cerca, del entorno…”.

Aunque ahora la tendencia es otra y, en función de esta aldea global en la que se han empeñado que vivamos o que creamos, resulta que nos hemos convertido en “consumidores compulsivos” y en “prestadores de servicios”, por sueldos magros, por empleos precarios, por las nuevas directrices del savoir vivre, mal que nos pese, con un mundo desigual absolutamente, crédulos, nosotros que pertenecemos al “barrio” más rico, o eso nos han hecho creer, cuando sencillamente somos sus “tontos útiles”, empeñados y asfixiados, es verdad que mientras en otros “barrios” la pobreza devasta, la injusticia aterroriza y la miseria lo envuelve todo, menos las nuevas fábricas que producen, sin descanso, “las millonadas de baratijas, espejuelos, chapados dorados y otras necesidades creadas…” de un mundo que nos pintan bonito y que nunca alcanzaremos, mientras ahora, además de abotagados de farfolla, nos han inoculado el miedo y el odio contra quienes desean escapar de sus barrios desastrados, bombardeados, esclavizados, devastados, purulentos… trabajando 10, 12, 14… horas por un salario de mierda… en condiciones infrahumanas… como para que se les impida todo acercamiento a ese barrio pintado de colores de mentiras…

Y en nuestros propios barrios se nos van “desvaneciendo” las “tiendas de toda la vida” y las grandes empresas contratas “recadistas” que te llevarán, al minuto, el encargo pedido desde la otra punta de la aldea global, en la que malviven quienes te han fabricado “esas zapatillas modernísimas”, muy bien de precio, cobrando una miseria que no da ni para… sobrevivir con alguna garantía de dignidad y esperanza en un futuro mejor.

Mientras crece, en consecuencia, la desigualdad y los barandas de la aldea global respiran tras haber desatascado la meganave que transportaba miles y miles de contenedores con tanta y tanta “basura vendible”, de esclavos a esclavos, y tiro porque me toca y me troncho: “Una prenda que ponía “x” a su precio, la venden rebajada por la mitad, y aún su coste está muy por debajo de la mitad de la mitad, y vuelta a calcular la mitad”, y que “la mercancía” cuesta uno, se venderá por cien y hasta podrá rebajarse a 50, para felicidad de quienes la compren, al fin, con restos de hambre, sudor, sangre y ausencia absoluta de respeto a los derechos humanos a lo largo de su largo camino… a través de la aldea global.

Antonio García Gómez es socio de infoLibre

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