En tiempos de policía patriótica y ardor guerrero conviene atender a la Historia y no dejarse seducir por los cantos de sirena y la propaganda interesada de quienes quieren convertir la convivencia en un retablo para funciones monográficas de títeres de cachiporra. Coinciden dos visiones antagónicas de la Guardia Civil al calor de las actuaciones de la UCO en diversos casos judiciales. En el CIS, obtiene una buena valoración; en la calle, no tanto.
Sin duda, en la percepción del Cuerpo por la ciudadanía influye el ambiente guerracivilista fomentado por el bipartidismo que contamina de gravedad al Congreso, el Senado, el Poder Judicial y las Fuerzas de Seguridad del Estado. La propia Institución anima a polarizar alternando actuaciones ejemplares, otras viciadas y algunas con evidente dejación de funciones. Las astracanadas de Jusapol y Jupol y las implicaciones de algunos de sus miembros en operaciones delictivas son el contrapeso negativo a su benemérita imagen.
Creada en 1844, la Guardia Civil tiene asignada la misión proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades de los españoles y garantizar la seguridad ciudadana bajo la dependencia del Gobierno de España, como recoge el artículo 104 de la Constitución. Su lema, “El honor es mi divisa”, está extraído del artículo 1 de la Cartilla del Guardia Civil: “El honor es la principal divisa del guardia civil; debe, por consiguiente, conservarlo sin mancha. Una vez perdido no se recobra jamás”, escrito por su fundador el duque de Ahumada.
La Guardia Civil anima a polarizar alternando actuaciones ejemplares, otras viciadas y algunas con evidente dejación de funciones
Desde su origen, se encargó de perseguir y reprimir al movimiento obrero con casos como el de la organización anarquista secreta Mano Negra –Andalucía, década de 1880–, a la que se atribuyeron todo tipo de crímenes, lo que justificó la persecución de anarquistas y socialistas con miles de detenidos. Algunos historiadores sostienen que la organización fue un montaje policial y una operación de falsa bandera del gobierno, en la que la Guardia Civil fue responsable de practicar las detenciones y de la fabricación y manipulación de pruebas.
En el siglo XX, participó en hechos como la Semana Trágica de Barcelona de 1909 o la huelga general de 1917. Al producirse el golpe de Estado de 1936, la mitad de sus efectivos permanecieron fieles a la República y la otra mitad se sumó a los sublevados con un coste en vidas humanas de 2.714 muertos y 4.117 heridos. El Servicio de Estudios Históricos del propio Cuerpo ha calculado que un 83% de los asesinados fueron guardias leales a la República. En la zona republicana pasó a llamarse Guardia Nacional Republicana (GNR).
De 1940 a 1960, se encargó de combatir al maquis, matando a 2.173 y deteniendo a 2.841 guerrilleros. Desde el siglo XIX, el ejército y la Guardia Civil se involucraron con frecuencia en política, por lo que el Cuerpo ha sido considerado muy a menudo como una fuerza reaccionaria inmersa en golpes de Estado y asonadas; el último, el fallido golpe de Estado del 23F, donde el teniente coronel Antonio Tejero asaltó a punta de pistola el Congreso de los Diputados. También en los 80, participó en el terrorismo de Estado del GAL contra ETA.
El historial da pie a comparar actuaciones del pasado con algunas del presente como la represión del 1–O en Catalunya o la criminal intervención en El Tarajal, o a comparar la investigación por la UCO del entorno del PSOE con el del PP, o a corroborar el tradicional estraperlo con el conchabeo hoy con el contrabando en costas españolas. Al mantenimiento impoluto del honor contribuiría el visionado en academias y cuarteles de la escena de El laberinto del fauno en la que un oficial asesina de un disparo por la espalda a un médico:
Capitán Vidal: —“No lo entiendo. ¿Por qué no me obedeció?”.
Doctor Ferreiro: —“Es que obedecer por obedecer, así, sin pensarlo, eso es sólo para gentes como usted, Capitán”.
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Verónica Barcina es socia de infoLibre.
En tiempos de policía patriótica y ardor guerrero conviene atender a la Historia y no dejarse seducir por los cantos de sirena y la propaganda interesada de quienes quieren convertir la convivencia en un retablo para funciones monográficas de títeres de cachiporra. Coinciden dos visiones antagónicas de la Guardia Civil al calor de las actuaciones de la UCO en diversos casos judiciales. En el CIS, obtiene una buena valoración; en la calle, no tanto.