Librepensadores

Carnavales políticos

Amador Ramos Martos

“Siempre por el mar, y pisando los charcos, llegando a la verdad por direcciones prohibidas”. (Los Peregrinos, comparsa gaditana)

Hace unos días, un amigo me envió un vídeo probablemente viral a estas alturas, en el que una comparsa gaditana: Los Ángeles de la Guarda, interpreta una chirigota que con la profunda carga de sarcasmo popular que caracteriza a este género musical popular, no otra cosa es la sátira, sacaba la cara ¡desde Cádiz... por Cataluña!

Y todo ello, a pesar del tedioso y carnavalesco espectáculo protagonizado desde hace tiempo, por  partidos-comparsa locales y nacionales, abducidos por el procés secesionista catalán. Un fracaso descomunal, cuya gestación, crecimiento y estallido final largamente anunciado, no quisieron ver, prever ni solucionar a tiempo, recurriendo como debieran haber hecho, al diálogo y al consenso político.

Denuncian Los Ángeles de la Guarda (para mí lo más trascendente de su chirigota), el falso y rancio patrioterismo de tantos indecentes patrioteros, enardecidos por su efervescente nacionalismo y la sectaria utilización simbólica, de sus trapos nacionales. Pero al mismo tiempo, ignorantes cínicos pero conscientes de las consecuencias brutales que la desigualdad provocada por sus decisiones, han tenido y seguirán teniendo, si nadie lo remedia, sobre los ciudadanos y sus derechos básicos constitucionales.

El vídeo de la comparsa, y las declaraciones realizadas al diario digital El Español el 1 de febrero por David Márquez Muñoz, Carapapa, miembro de la misma y compositor de la chirigota, lo que hacen, es poner letra, música y voz, al sentimiento de desánimo arraigado, incrustado sería un término más exacto, en la “inmensa mayoría” (concepto rajoyano donde los haya) de la ciudadanía de nuestro país.

Un colectivo creciente de ciudadanos expulsado del estado de bienestar, ¿ejemplarmente? pacífico, pero no sé, si consciente del cruel abandono por parte de aquellos que llenándose la boca patrióticamente con su patria y enarbolando su trapo-bandera, han precarizado hasta límites insoportables su presente y cegado su posibilidad de futuro (tras el saqueo financiero del país) en connivencia impúdica con poderes económicos ajenos a la democracia.

Con el agravante, de la tibieza devenida en canguelo ideológicocanguelo, de una socialdemonosequé confortablemente instalada desde hace tiempo, en lo que se ha demostrado, como imposible tercera vía. Y lastrada en temas territoriales, digan lo que digan sus líderes (el núcleo gordiano de cualquier pacto) por su jacobino y centrípeto nacionalismo.

Fue en Cádiz, acariciada por su salada luz marina, donde el día de San José de 1812, se alumbró el primer ensayo del moderno constitucionalismo español. Una Constitución neófita, La Pepa, que puso letra constitucional a la resistencia ciudadana, que ante la amenaza por la invasión francesa (en su intento por convertir una España disgregada e inmersa en conflictos dinásticos en una monarquía comparsa del imperio napoleónico) tomó conciencia de lo nuestro, de lo común de todos.

De la libertad de ser lo que los ciudadanos, en defensa de su dignidad nacional decidieran. Por primera vez eso sí,  cohesionados por una Constitución bisoña pero de espíritu liberal frente a la imposición injusta y por la fuerza de un absolutismo monárquico, para mas inri, a la medida de intereses imperiales foráneos.

Y no deja de ser una paradoja, que haya sido otra vez precisamente en Cádiz (a 1.116 km de Barcelona y castigada especialmente por la crisis global que algunos disfrazan bajo tanto indecente patrioterismo) donde la voz soberana del pueblo, encarnada en el Carapapa y su comparsa Los Ángeles de la Guarda, estén dando con su chirigota, un recital de dignidad popular ciudadana y empatía identitaria con los hoy por hoy, satanizados catalanistas.

Una chirigota, que reivindica desde el escenario del Gran Teatro Falla, otra forma de patriotismo que no se justifica con trapos de colores, identidades nacionales impuestas ni fariseas proclamas patrióticas. Una denuncia del papel de muchos  políticos-comparsa y su renuncia vergonzante a ofrecer resistencia democrática y legislativa frente al asalto (desde poderes económicos ajenos al interés común) del contrato social pactado entre los ciudadanos con el Estado.

Un pacto incumplido por este, que agrieta injusta y peligrosamente (con riesgo de fractura) la cohesión y equilibrio imprescindibles para mantener bajo mínimos razonables y justos desigualdades sociales que de perpetuarse y fuera del control legítimo del estado (hoy creo que deslegitimado) pueden abocarnos a un estallido social de consecuencias imprevisibles.

Un grito el del Carapapa y su comparsa gaditana, de libertad y de rebeldía popular ¿hasta cuándo? pacífica. Un grito que desde el pentagrama en apariencia lúdico y festivo de su chirigota, reivindica la dignidad ciudadana pisoteada por tanta indecencia política y por un patrioterismo, esgrimido como coartada para desviar la atención de tanta corrupción y tanto latrocinio.

Un grito que deja en evidencia con su amarga ironía, la discapacidad de una clase política, que de espaldas a la agobiante e injusta precariedad económica de muchos ciudadanos, anda a la gresca, enzarzada en la reivindicación de sentimientos identitarios nacionalistas trasnochados y rancios.

El sarcasmo liberado por esta comparsa gaditana sobre el escenario del Gran Teatro Falla de Cádiz, adquiere en esta ocasión, no ya la categoría de canción protesta, sino de digno y contundente discurso político. Dejando en evidencia la murga huera, mentirosa y cansina de las comparsas políticas atrapadas e inanes cada una en su exclusivo y pétreo discurso identitario. Una política y discurso político, reducidos de forma lamentable, a la categoría de chirigota.

El entierro carnavalesco de la sardina marca la frontera con el tiempo ascético y sobrio de la Cuaresma. Esperemos que las consecuencias de este siniestro carnaval políticocarnaval que padecemos y no exclusivo de Cataluña, no culmine con el entierro de la democracia.

¡Que vivan Cái, La Pepa, el Carapapa, su comparsa Los Ángeles de la Guarda y... el pueblo soberano y libre! Y les ruego me disculpen pero no puedo callarme: ¡A la mierda tanta chirigotero político y tanto patriotismo de chirigotachirigotero! ____________

Amador Ramos Martos es socio de infoLibre

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