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Más allá de 'La casa de papel'

Paco Ochoa

Si usted ha visto La casa de papel, póngale voz de Tokio; si no, de la niña de Momo de Michael Ende; y si tampoco la conoces, tu misma voz, o la mía, ya que vamos a describir nuestro propio mundo.

A continuación, ponga esta canción para la lectura.

Ingenuidades: era un buen título para el libro de educación franquista de nuestras abuelas que en su prólogo aunaba los ámbitos científico y católico como base de sus lecciones, pero tal vez los ingenuos son aquellos que piensan que su planeta Tierra no será igual de fácil de arrugar, romper, quemar y destruir como una Casa de Papel. 

En dicha serie, el “profesor”, organizador del atraco, tiene claro que robar el tiempo es el medio ideal para conseguir su objetivo: según los medios, mayor inyección de liquidez si quién imprime billetes es el BCE (ver aquí), o robar un banco, si son ciudadanos/as quienes los imprimen, a los que definen como ladrones. El profesor lo explica aquí.

El sistema capitalista tiene claro que robar el tiempo es un método muy valioso. A partir de ahí, ¿cuál es la diferencia? Mientras el “profesor” se sirve de un grupo de ocho personas para robar el tiempo a las fuerzas de orden público, el neoliberalismo se sirve de la burocracia y fuerzas de orden público para robar el tiempo a las personas de todo el mundo con indistinción de la clase a la que pertenezcan, creando un imaginario colectivo y social similar al de la novela Momo, de Michael Ende, escrita en 1973, en la que los hombres grises roban el tiempo e invitan a “dejar el cuarto de hora diario de reflexión o evitar charlas innecesarias” para ahorrar tiempo y hacer el máximo trabajo en el mínimo de tiempo. Cuanto más ahorraban, menos tenían.

En dicho imaginario neoliberal, no caben actitudes como la de Momo, una niña abandonada y sin familia que se dedica a escuchar y cuidar a quienes le rodean. 49 años después, sería una Mena y ya está, según la extrema derecha. Momo tiene la responsabilidad de recuperar el tiempo y se sirve de su tortuga Casiopea, capaz de adivinar el futuro, tal como hace el “profesor” con su profunda astucia y estudio desde niño. Momo vive en una cueva; el “profesor”, pasó su infancia en un hospital.

Ambos, “profesor” y “neoliberalismo”, se sirvieron de un personaje al mando que es muy similar: “Berlín” y “Ángela Merkel”, muy leales a su causa y dispuestos a pasar por encima de  todo y de todas, y a la vez admirados por la plebe y el cortijo: uno, ordenó matar a una rehén, pero su ejecutor “Denver” salvó a Mónica porque le parecía inhumano y no entraba en sus planes; la otra, dictó matar la soberanía de mi país en 2011, ejecutada por el PSOE y PP dentro de los planes de austericidio de la Unión Europea (ver aquí) . Por eso no la aplaudo.

Tanto en La casa de papel como en tu planeta Tierra, hay violaciones, violencia y actitudes denigrantes al estilo de los personajes de Ensayo sobre la ceguera (José Saramago) durante su confinamiento debido a una epidemia de ceguera.

La verdad, somos un poco ingenuos. Si seguimos con el modelo económico actual, lo llevamos crudo.

Una “casa de papel” es fácil de arrugar, igual que la mentalidad de los rehenes en el atraco a una “Casa de Moneda y Timbre” cuyas puertas están custodiadas por hombres y dos mujeres armadas, o la piel arrugada de los migrantes en una barca a la deriva buscando unas puertas custodiadas por Frontex, la Guardia Costera Libia o una concertina en tu “planeta Tierra”.

Una “casa de papel” es fácil de romper, igual que la cohesión de un grupo de atracadores en una “Casa de Moneda y Timbre” debido a sus condiciones psicológicas y humanas, o la rotura  social de una clase trabajadora fracturada y precarizada que, en tu “planeta Tierra”, ve peligros reales y enemigos en niñas y actitudes como la de Momo, ya que probablemente le robaron el tiempo previamente para “prevenirse de los medios de comunicación, que hacen amar al opresor y odiar al oprimido”, (Malcom X), o de reflexionar sobre el Derecho a la pereza (Paul Lafargue).

Una “casa de papel” es fácil de quemar con un mechero (el papel es frágil), igual que una “Casa de Moneda y Timbre” con explosivos (las paredes son laxas) o un bosque amazónico para plantar monocultivo y alimentar las reses de una industria cárnica salvaje en tu “planeta Tierra” (el capital es impune).

La “casa de papel” se destruyó en 1 segundo, mientras que la “Casa de Moneda y Timbre” lo hizo en cinco días.

En nuestro planeta, aún estamos a tiempo de decidir. Las cosas están chungas. ¿Queremos modelos económicos horizontales, democráticos y sostenibles o aquellos que nos arrojan unas élites que, por un poquito de gas en tu casa, valoran más una vida en Kiev que en Alepo, El Aaiún o en Yemen?

Los chavales de Fraguas ya lo han hecho en Guadalajara repoblando aldeas abandonadas para poder vivir. ¿La respuesta? La represión del estado y la prisión (ver aquí).

¿Y tú, qué eliges? ¿Atracadora, represor o espectadora? Yo lo tengo claro.

* Paco Ochoa es socio de infoLibre.

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