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Casado, un peligro para España

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Rafael Sánchez Sánchez

Después de la “convención itinerante del PP”, parece claro al menos de momento que Pablo Casado será el candidato del PP a la Presidencia del Gobierno en las próximas elecciones generales. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que desde que llegó a la Puerta del Sol ha ejercido la oposición de facto contra Pedro Sánchez, utilizando para ello la gestión de la pandemia, ha dejado claro en la convención del PP dónde está “su sitio”, en Madrid. De esta forma desaparece un fantasma que perseguía a Casado, pues la trayectoria y estrategias de la lideresa madrileña indicaban que su objetivo político era la Moncloa. De hecho, en más de una ocasión ha ensombrecido el papel ya bastante maltrecho de Pablo Casado como líder de la oposición.

Pero, dicho esto, se hace preciso saber dónde está realmente Pablo Casado. Es una pregunta de difícil respuesta, porque desde que llegó a la presidencia del PP Casado ha mantenido diferentes posiciones políticas, algunas de ellas realmente preocupantes. Pero antes de adentrarnos en la singladura política del líder del PP, tan sólo una breve nota, que debe tenerse en cuenta, sobre el Congreso del Partido Popular que proclamó su triunfo en las elecciones primarias. Es sabido que Rajoy hubiera preferido en ese momento que fuera Soraya Sáenz de Santamaría su sucesora, el motivo era claro, Casado estaba apadrinado políticamente por Aznar y Rajoy no quería ver “la mano” o la “sombra” del presidente de FAES en el partido y menos aún en un posible gobierno del PP presidido por Pablo Casado. Se puede decir pues que en ese congreso Aznar y Rajoy “se batieron en duelo 15 años después”.

Dicho esto, centrémonos en la figura de Pablo Casado y en su papel como líder de la oposición y posible candidato a la Presidencia del Gobierno. No es necesario detenerse, por sabidas, en sus numerosos vaivenes desde posiciones aledañas a Vox para recuperar los votos del PP que han ido a parar a la extrema derecha, hasta sus intentos de dar una imagen de moderación para recuperar, en la otra “frontera” del partido, el escaso apoyo electoral que todavía tiene Ciudadanos. Esta última ha sido sin duda una estrategia baldía y de hecho en la actualidad ha optado por mantener las posiciones más duras para ofrecerlas como alternativa al Gobierno de Pedro Sánchez, al que considera como el “más radical” de la Unión Europea. Pero como decía antes, Casado ha protagonizado últimamente momentos y declaraciones realmente preocupantes que ponen en duda su credibilidad democrática. Valgan como muestras dos de ellas. La primera se produjo el pasado mes de junio en una intervención desde la tribuna en el Congreso de los Diputados, con motivo del Pleno en el que Pedro Sánchez compareció para explicar los indultos a los condenados del procés. En esa ocasión, Casado, ignorando el Golpe de Estado de Franco contra la República, dijo que “la Guerra Civil fue un enfrentamiento entre quienes querían la democracia sin ley y quienes querían ley sin democracia”. La respuesta de Pedro Sánchez fue pedirle que se retractara de sus palabras.

El siguiente momento ocurrió en Ávila el pasado 19 de julio con motivo de unas jornadas sobre “Concordia, Constitución y Patriotismo”. En ese acto, presidido por Pablo Casado, el exministro de UCD, Ignacio Camuñas, afirmó: “Un golpe de Estado no es lo que ocurrió en 1936, lo siento por lo que opinan muchos otros historiadores. La Guerra Civil es el fracaso de todos los españoles y si hay un responsable de la Guerra Civil directamente es el Gobierno de la República”. Ante estas palabras el líder del Partido Popular permaneció impasible y no añadió ningún comentario. Lo curioso es que estas dos “perlas” ocurrieron tiempo después del inolvidable discurso de Pablo Casado en el Congreso con motivo de la moción de censura de Santiago Abascal contra Pedro Sánchez. En esa ocasión Casado escenificó su ruptura con el líder de Vox: “Señor Abascal, ¡hasta aquí hemos llegado! Esta moción de censura no la dispara contra el Gobierno sino contra el partido que le ha dado trabajo 15 años, pero el tiro le ha salido por la culata”.

Pero tras este escaparate, de lo que inocentemente se podrían considerar incongruencias políticas, llegamos al momento actual. Una coyuntura en la que, animado por el apoyo electoral que reflejan la mayoría de las encuestas, Casado centra todas sus energías en desgastar al Gobierno sin tener en ello el más mínimo escrúpulo en perjudicar a España y nulo interés en defender los intereses generales de los ciudadanos. En una reciente entrevista concedida a TVE, exhibió argumentos y ofertas al electorado de dudosa credibilidad. Ya desde el comienzo dijo algo realmente sorprendente: “Queremos devolver el poder a los españoles porque en estos tres años lo han perdido”. Esta afirmación resulta inquietante, porque supone decir que el Gobierno actual es ilegal y no emana de la voluntad de los españoles expresada en las urnas. Pero, además, cuando se le pregunta si Vox es un partido “populista” en lugar de contestar alude a Podemos como un partido comunista y radical, y a su supuesta financiación por “regímenes no muy democráticos de Latinoamérica”. Cuando se le plantea que tenga que pactar con Vox, si no consigue votos suficientes para gobernar en solitario, elude la respuesta y habla del paro, de que los españoles no llegan a fin de mes, las colas del hambre etc. Preguntado por su propuesta para Cataluña dijo que “cumplan la ley”, esa es su propuesta para solucionar el conflicto catalán.

En esta misma entrevista Casado hizo otras manifestaciones que merecen ser destacadas para disponer de algunas “pinceladas” más sobre el futuro candidato del PP a la presidencia del Gobierno. Veamos algunos ejemplos:

• Recurrió a sembrar miedo e incertidumbre sobre el futuro de las pensiones y para ello afirmó que, según José Luis Escrivá, Ministro de Seguridad Social y Migraciones, los nacidos como la generación de los babyboomers, los nacidos entre 1958 y 1977, no van a cobrar pensión. Algo que en ningún momento ha afirmado el ministro Escrivá.

• Hubo también algo que, más que una mentira, fue un gazapo o un claro desconocimiento de una fecha importante del PP. Situó en 2015 la investidura de Rajoy con un apoyo electoral como el que ahora le vaticinan a él las encuestas. La realidad no fue así, Rajoy consiguió la investidura el 29 de octubre de 2016 tras repetirse las elecciones y gracias, entre otros apoyos, a la abstención de la mayoría de los diputados del PSOE.

• El bloqueo de la renovación del Poder Judicial, lo convirtió en una auténtica provocación. Dijo con total tranquilidad que el responsable del bloqueo es Pedro Sánchez porque no acepta cambiar la ley con la que se ha realizado esta renovación desde que existe la Constitución. Ley a la que el PP, cuando están ellos en el gobierno, nunca se ha opuesto. Llegó a decir incluso, que el PSOE “quiere seguir ocupando el Poder Judicial”. Sin duda olvida el mensaje de WhatsApp del portavoz del PP en el Senado, José Ignacio Cosidó, en el que afirmaba que podían controlar la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo "por la puerta de atrás".

Hagamos referencia ahora a lo que podríamos denominar como el “patriotismo de Pablo Casado”. El pasado mes de junio el líder del PP viajó a Bruselas para decir ante las autoridades europeas, en concreto la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que el Gobierno español estaba engañando a la Unión Europea para recibir los Fondos Europeos sin condicionalidad. Otro ejemplo de “amor a su país” lo dio el pasado mes de mayo con motivo de la crisis migratoria provocada por la entrada de más de 8.000 emigrantes marroquíes en Ceuta. Casado exigió al Gobierno en el Congreso que defendiera la “soberanía española” en la localidad fronteriza con Marruecos. Lo vergonzoso es que decía esto pocos días después de reunirse con Nizar Baraka, Secretario General de Istiqlal, partido marroquí de corte ultranacionalista que reivindica fervientemente la anexión de Ceuta y Melilla a Marruecos.

El último cartucho usado por Pablo Casado para erosionar a Pedro Sánchez, aunque sea a costa de perjudicar a España, se produjo en una reciente entrevista concedida al diario El Mundo, el líder popular dice con total naturalidad, pero al mismo tiempo como si estuviera representando un papel bien ensayado para la ocasión, que España se encamina a la “quiebra” y al “rescate” por culpa del Gobierno. Afirmaciones que nada tienen que ver con la realidad, como aseveran prestigiosos economistas, pero que pueden perjudicar la imagen internacional de nuestro país y alejar a posibles inversores. Aborda también en esta entrevista el tema de los alquileres, y consciente del error que cometió hace unos días al afirmar que “los jóvenes que tienen trabajo pueden pagar el alquiler de una vivienda”, da ahora la vuelta a la frase y dice que “para poder pagar un alquiler hay que tener trabajo”.

Este es el perfil de Pablo Casado, el candidato del Partido Popular a la Presidencia del Gobierno y, siendo así las cosas, hay motivos para la preocupación si las urnas y sus posibles alianzas le llevan en algún momento a la Moncloa. Pero llegados a este punto es preciso decir algo muy importante sobre los votantes del PP, algo quizá igualmente válido para el electorado de cualquier partido. Entre los votantes del PP los hay que depositan su voto por fe ciega, son los que votan al PP sea quien sea el candidato, es lo que se denomina “suelo electoral”. Pero el resto de los votos son fruto de la campaña electoral, una campaña electoral que en realidad es permanente y por desgracia en España, a estas alturas de la democracia, el nivel de cultura política es muy bajo. Hay por tanto mucha gente fácilmente influenciable, gente que vota con desconocimiento de lo que se esconde detrás de las palabras que vierten líderes como Pablo Casado en los medios de comunicación. Es aquí donde está el verdadero peligro, porque además si el presidente del PP consigue llegar a la Moncloa, “solo o en compañía de otros”, no sabemos que Pablo Casado será presidente del Gobierno, si el Casado que espetó a Abascal el “hasta aquí hemos llegado”, el que ignoró desde la tribuna del Congreso el Golpe de Estado de Franco, o quizá el que permaneció impasible cuando a su lado Ignacio Camuñas responsabilizó a la República de la Guerra Civil.

Así pues, hay motivos por tanto para preocuparse y para pensar que Pablo Casado es un peligro para España, lo es ahora y lo será mucho más si algún día atraviesa las puertas del Palacio de la Moncloa como presidente del Gobierno. Atentos.

Rafael Sánchez Sánchez es analista político y socio de infoLibre

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