De chicas... de mujeres
“El papa Francisco ha conferido este domingo por primera vez en la historia el ministerio de lector, acólito y catequista a mujeres laicas, en una ceremonia en la basílica de san Pedro en el Vaticano, según informa Europa Press. Durante la ceremonia, el pontífice ha instado a “tender la mano” y alejarse de la imagen de una Iglesia que “aplasta bajo los sentimientos de culpa”.
Probablemente será un paso adelante. En consideración al esfuerzo ímprobo del buen papa, en contra de gran parte de su curia, tan “masculina” ella, tan dogmática y tan endiosada, valga la desconsideración, celosos sus integrantes de su protagonismo excelso en su santa madre iglesia, como si de su cortijo se tratara, como si de su prerrogativa innegociable se tratara, dueños del ritual y el misterio y la revelación… de la verdad, dicen que en línea directa con el Sumo Hacedor, el suyo en propiedad.
Y así se considera que es una loable y gran noticia el hecho de la concesión señalada, por el que las mujeres podrán acceder a ocupar un sitio, siquiera secundario, en el altar de las representaciones mistéricas, muy católicas, manteniendo a pesar de todo la prevalencia del “hombre” ungido, por antonomasia y, dicen, que por decisión y comunicación divina del mismo dios, por encima de las serviciales mujeres siempre prestas a los trabajos más secundarios.
Un dios moldeado a “imagen y semejanza” de sus “pastores” puestos al cargo, manejo y manoseo por y para su santa iglesia, a su vez, hecha también a imagen y semejanza de los deseos de tanto “patriarca” ungido y relamido, como para que ahora se tome como gran avance social, o algo por el estilo, el hecho de que la mujer pueda convertirse en acólita sumisa, incluso desde “el altar mismo”, fiel y devota al servicio de sus varones alfa. Pues muy bien, la fe avanzará, o no, según, al tran tran de sus varones dominantes sobre sus mujeres entregadas y sacrificadas.
Al mismo tiempo que se sepa que en Francia, la “comisión independiente” que investiga sobre abusos pedófilos en su seno ya ha sido capaz de identificar a más de 300.000 víctimas. A la vez que en Alemania más de 125 “miembros relevantes religiosos y responsables en su oficio” han declarado su condición de homosexuales, lesbianas o trans. Todo un problema para una iglesia obsesionada con ser monolítica. Tiempos nuevos, secretos inconfesables al descubierto.
En otro orden, hace un par de fines de semana se celebró en España, y esto ya es noticia relevante, la Supercopa de fútbol femenino, ¡acabáramos!, era solo “fútbol femenino”, quiere decirse disputado entre chicas, y naturalmente se enfrentaron dos equipos de “campanillas”, el “Barcelona” y el “At. Madrid”, que probablemente es lo que menos importaba, en buena lid y de forma apasionante. Ganó uno de los dos equipos y también fue lo que menos importó, y el espectáculo fue notable y seguido por escasísima concurrencia. Tampoco se le dio más relieve que el de un breve apunte al suceso en cualquier rincón de los noticiarios diarios, de las redacciones mediáticas entregadas al espectáculo cuando es protagonizado por “mocetones”. En cualquier caso no hubo necesidad de que se fuesen a celebrar la final española a, por ejemplo, Arabia Saudí, y todo fue muy bien puesto en escena en nuestro país.
De todas maneras el gesto más relevante, humano y emotivo de la citada final sucedió cuando las jugadoras rivales, es decir las del equipo del ”Barcelona”, fueron a mantear y felicitar gozosamente a una jugadora rival, a Virginia Torrecilla, del “At. de Madrid”, que había sobrevivido a un tumor cerebral y que, restablecida, había regresado a la cancha a jugar, a participar, a intentar ganar en buena lid.
La predisposición a alegrarse por el bienestar humano de una competidora dio realce al evento.
Espectáculo, pues, emocionante, digno y tremendamente humano, protagonizado por unas deportistas, efectivamente, de élite, de principios y de valores, añadidos a sus habilidades futboleras. Enhorabuena a todas ellas, a pesar del ostracismo e irrelevancia a la que se las somete, a pesar o gracias a ciertos intentos de ponerlas en el candelero de los noticiarios deportivos y sociales, como a tal efecto lo intentara la Cadena Ser al retransmitir la final en directo, y ser comentada por dos mujeres deportivas y futbolistas, también, de élite. Y es que había algo más allá de vida digna y humana trascendiendo el puro encuentro de fútbol, insisto celebrada en España la citada Supercopa de fútbol femenino.
Antonio García Gómez es socio de infoLibre