China, epicentro de la cumbre de la OTAN

Felipe Domingo

Cuando Biden aterrizó, llenó Madrid de afectos, sonrisas y abrazos: al Rey, a Pedro Sánchez, a los restantes líderes europeos. Las formas importan. Sabía de la retirada del veto de Turquía a la petición de Finlandia y Suecia de entrada en el Club y el placet que tenía de los restantes miembros. Se encontraba con el terreno allanado y por eso le resultó simple manifestar: “Vladímir Putin pretendía la finlandización de Europa y lo que tendrá es la otanización de Europa”. Contaba con el entusiasmo europeísta de Pedro Sánchez, su adhesión inquebrantable a las decisiones de EEUU, que ha hecho afirmar a la embajadora estadounidense que “la química entre Biden y Sánchez ha dado un empuje a nuestra relación”. Y también contaba con la adhesión de los restantes líderes europeos, sin matices. Europa está a los pies de EEUU para lo que haga falta con Putin, con Ucrania y con la defensa y la seguridad europeas. La cumbre de la OTAN resultó positiva para España por su impecable organización. Pero, sobre todo, muy positiva para EEUU porque Biden dejaba Madrid con Europa bajo su liderazgo, tanto en política y seguridad, como en economía. EEUU compensa su mayor gasto en armamento por la guerra con el mayor incremento europeo de gas estadounidense. Y el compromiso de los países europeos, entre ellos España, de incrementar su gasto militar hasta el 2%, y con la expansión de la OTAN en Europa.

Esta situación permite a Biden dedicar sus esfuerzos a reforzar su influencia en Asía, donde es menor que la de China y su liderazgo. La gran preocupación de Biden en la cumbre de la OTAN ha sido China. Al fin y al cabo, Rusia, después de su desmembración, es una potencia media, (un PIB poco superior a España y la 10ª parte que el de China, aunque en potencia nuclear sea la primera), solo aspira a hacerse con una parte del territorio ucranio y a mantener sus ínfulas de grandeza. Pero la que compite con EEUU y la que le preocupa es China. Si habrá cambiado la preocupación de la OTAN respecto a China, que en el texto del Concepto Estratégico de la anterior cumbre de Lisboa no se menciona a China y en el de Madrid, diez veces, con ese concepto de “desafío sistémico”.

Aunque en la cumbre de Lisboa China era ya la fábrica del mundo y los americanos y europeos nos aprovechábamos de las ventajas de sus productos low cost, made en China y de los producidos allí por las multinacionales, vendidos a precios desorbitados luego por las marcas de lujo, la primacía comercial no suponía desafío, hasta que Trump comenzó una guerra comercial sin cuartel con su lema America First, que también alcanzó a Europa y España. De China son socios comerciales EEUU, Europa y España, Rusia, Ucrania y otros 152 países. Recojo otros datos: ”China depende de las exportaciones rusas en un 15%; la Unión Europea en un 33%; China representa un 15% de la inversión extranjera directa en Rusia; EEUU+UE+RU un 40%".

Y estas relaciones comerciales globales no se pueden romper de la noche a la mañana, como nos está demostrando especialmente Alemania respecto a Rusia. Y también España, que ha incrementado la importación de gas ruso, por lo menos de momento. Atribuirlo, como hace Europa, a la complicidad que tiene China con Rusia incapacita para buscar soluciones más imaginativas y diplomáticas que no sean ese viraje de la OTAN de 360 grados, de la distensión a una dinámica bipolar con China como potencia emergente y peligrosa, a su entender.

¿Qué ha ocurrido, pues, en la cumbre de Madrid? Que en ese juego en el tablero de ajedrez entre EEUU y China pasan de la economía a la política y viceversa, por parte de los dos, pero con objetivos distintos. China tiene consolidado su poderío como principal exportador de sus productos y suministros, de los más populares a los tecnológicos. China lidera el mercado 5G desde el principio, y ahora es el país del mundo con más estaciones base 5G instaladas: 961.000 (datos de octubre de 2021).”El poderío económico primero como la fábrica del mundo pero también como un imán para la inversión de las multinacionales extranjeras parece estar pasando a un segundo lugar, quizás porque el objetivo ya ha sido alcanzado”, dice Alicia García Herrero. 

Las  políticas de China ahora son  de distensión y colaboración mundial por la paz en el mundo sin que Occidente caiga en la cuenta o acepte sin recelos ese papel, en parte por desconocimiento y por prejuicios ideológicos. “China espera y desea un orden mundial que englobe a todas las naciones y todos los pueblos, sin bloques militares, que supere la pretensión occidental de monopolizar ese liderazgo” (Marcelo Muñoz). Hasta el momento, no se entiende esto en Europa. Mientras a China se la catalogue como un régimen “ socialcomunista”, “una dictadura”, desde la visión occidental de la democracia liberal, que solo llega al 20% de la población mundial, y los derechos humanos, es difícil el diálogo y la colaboración. Sus objetivos son el establecimiento de un liderazgo mundial, una democracia global y un desarme nuclear que trabaje por el futuro de la humanidad en un planeta anémico del que no tenemos planeta b. China ofrece su democracia “con características chinas”, muy diferente a la de Rusia y trabaja en la sombra, diplomáticamente, para que acabe esta guerra. O como dijo el Presidente Xi Jinping al XIX congreso del PCCH en 2017: la cultura del socialismo con peculiaridades chinas tiene su origen en la excelente cultura tradicional china gestada durante más de cinco milenios de historia de la civilización de nuestra nación”. Y la cultura confuciana tiene una relevancia primordial. China no ha participado en una agresión a un país ni siquiera alentado una guerra en otros en estos últimos años. China mantiene vigente su posición política sobre Taiwan, ateniéndose al concepto “Un país, dos sistemas”.

Por su importancia, me parece oportuno introducir aquí un evento celebrado en China en 2018. Me refiero al 24º Congreso Mundial de filosofía celebrado en Beijing en agosto de ese año. A él asistieron más de 6.000 filósofos y académicos de 121 países y regiones. Esta cita mundial se congregó con el lema: “Aprendiendo a ser humanos” (dos conceptos típicamente confucianos), e incluyó más de 1.000 actividades entre simposios, conferencias, mesas redondas y sesiones plenarias. Su finalidad fue afrontar el desarrollo de la civilización global y los desafíos, ¡Ojo, los desafíos! que el ser humano encontrará en el futuro. El Congreso recibió más de 5.000 ponencias, en cinco lenguas (inglés, francés, italiano, griego y español). El Presidente del Comité Organizador –la Federación Internacional de Sociedades Filosóficas y la Universidad de Pekín– deseó que “el diálogo entre los filósofos chinos y extranjeros promueva el entendimiento, busque consensos y disminuya la brecha entre China y otros países”. Y Dermot Moran, presidente de la Federación Internacional de Sociedades Filosóficas, dijo: ”Espero que el Congreso tenga un impacto perdurable en las relaciones culturales internacionales fuera de la filosofía y promueva el entendimiento mutuo y el respeto por las tradiciones y la confianza en todo el mundo. Se iniciará un nuevo diálogo intercultural, se formará una nueva asociación académica internacional y, con suerte, surgirá una nueva filosofía”.

Es el momento en que China va a mostrar a la comunidad internacional que su desarrollo no se limita a la economía; que, junto con su crecimiento económico, en las últimas décadas, procede su desarrollo cultural

He podido rescatar una ponencia de la Dra. Elena Avramidou, profesora asociada de la Universidad de Pekín, en la que afirma: “El Congreso es la ocasión para China de mostrar su propio pensamiento filosófico frente a los filósofos y académicos que desde todo el mundo se reunirán en la Universidad de Pekín, la más antigua y prestigiosa del país. Es el momento en que China va a mostrar a la comunidad internacional que su desarrollo no se limita a la economía; que, junto con su crecimiento económico, en las últimas décadas, procede su desarrollo cultural. El Congreso simboliza la aceptación de la filosofía china, en los círculos internacionales, al mismo nivel que la filosofía occidental”. Según Tu Weiming, respetado confucionista, la filosofía debe ser globalizada, y abarca todas las área del saber: la ética, epistemología. lógica, metafísica, estética, filosofía de la ciencia, de la educación, de la cultura y también filosofía del medio ambiente, de las culturas indígenas y del cosmopolitismo; la filosofía no empieza y termina en Grecia, sino que abraza todas las culturas incluyendo China, India, América Latina y otros países más allá del mundo occidental”. Elena Avramidou advertía que el Congreso” era una ocasión para la conciliación oficial con el pensamiento tradicional, dadas las relaciones difíciles en el pasado entre el PCCH y el pensamiento confuciano”.

Respecto a EEUU, que hable Alicia García Herrero. Nadie analiza y sintetiza mejor y con más claridad que ella en un artículo en El País con el título Ucrania y Taiwan, en el tablero de Biden y Xi,( de lectura obligada) su posición: “Visto desde Europa la guerra en Ucrania y las consecuencias para el viejo continente son clave en esta partida, pero una observación más global de la situación debería llevarnos a una conclusión bien diferente, que Europa no puede obviar. Biden ha dado señales claras de que la estrategia de esta partida no pretende focalizarse en Europa, sino en Asia. De hecho, el acuerdo que el Consejo Europeo acaba de alcanzar aceptando la adhesión de Ucrania a la Unión Europea (UE) sin duda conviene a EEUU para reorientar su política exterior y de seguridad hacia Asia y dejar a la UE a cargo de Ucrania”. Y aporta dos pruebas de esa evidencia: la cumbre con los países del ASEAN (Asociación de Naciones del Sureste Asiático) celebrada en la Casa Blanca y su primer viaje oficial a Asia, “focalizado en Corea del Sur y Japón” con resultados dispares. 

Terminada la cumbre de la OTAN, con el nuevo marco geoestrátegico aprobado, los jefes de Estado y primeros Ministros han vuelto a sus respectivos países, menos Pedro Sánchez que estaba en el suyo. Y todos se han topado de nuevo con la realidad de la crisis económica, social y de inflación que la guerra ha creado, cuando se recuperaba de la pandemia. En primer lugar, el Gobierno español que ha celebrado el debate del estado de la Nación de inmediato. Así que el presidente Sánchez, en plenas fiestas de San Fermín, ha tenido que coger el toro por los cuernos. Como está admitido que es un corredor de fondo, ha ofrecido una serie de medidas esperadas y aplaudidas por sus socios y acordes a la situación política y económica de España. El debate entre los distintos líderes se ha mantenido dentro de los límites europeos y occidentales, no más allá. A los dos días de comenzar la guerra, Juan Ignacio Crespo sentenció: “entre el futuro y la guerra, Putin escogió la guerra”. Y las consecuencias de la guerra ocuparán las preocupaciones del Gobierno para paliarlas, mientras la preocupación del Partido Popular será el desgaste del mismo. Oiremos barbaridades como la de González Pons: "Esta crisis es similar a la del 2008, pero con un Gobierno peor”. Cuando veía a Feijóo, unas veces oyendo y otras, ensimismado, parecía estar recordando la primera lección de inglés: My name is Alberto. I am gallego. I am from Galicia. I love my country. Espero que no retrocedamos. También Biden y Xi Jinping, tienen su debilidades, internas y externas, pero “su reina es Asia, y no Europa”.

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Felipe Domingo es socio de infoLibre

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