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Confianza recíproca y reforma laboral

Amador Ramos Martos

La confianza es un camino de dos direcciones -dijo con dureza. - ¿Qué insinúa? -Que no se puede exigir confianza cuando no se otorga.  “Legado de los huesos”.   (Dolores Redondo)

Cuanto más igualitaria es una sociedad, más confianza reina en ella. (Tony Judt)

 

A finales del año pasado y contra todo pronóstico, se puso límites al largo ciclo de obscena temporalidad en las relaciones laborales desde 1980. Unas relaciones abusivas, y empeoradas tras la reforma unilateral sin consenso del PP en 2012.  

Un éxito coral, gracias al constructivo y paciente diálogo de las partes implicadas en el conflicto. Un acontecimiento, en realidad un hito que, junto a la cobertura proporcionada por las vacunas frente a la amenaza latente e interminable del coronavirus, constituye quizás, o debiera, una de las grandes noticias del año

Nadie en los inicios del proceso de negociación habría apostado un euro por el éxito del tan necesario consenso, inmersos como seguimos estando, en el desasosiego de la crispación política, la incertidumbre económica y la crisis sanitaria del coronavirus. Sabedores, además, de lo más inquietante: que su fracaso ponía en riesgo el acceso a los Fondos de Recuperación para Europa y el inmediato futuro económico de España. 

Un fracaso alentado y deseado por Pablo Casado. Un político que, en su paranoica deriva antitodo no exenta de riesgos, en algunos momento bordea, y coincido con la prudente y modosa Nadia Calviño, en el desequilibrio mental. Pero lo más grave, una actitud miserable y en las antípodas del patriotismo del que, farisaico patriotero como es, hace gala impúdicamente.  

Casado intenta descarrilar el proyecto de transformación de nuestra economía hacia un ineludible modelo productivo digital y medioambiental que cuenta, además, con el beneplácito de Bruselas. Y todo, por la sencilla razón de que su ego soberbio no acepta el rol de opositor secundario en la toma de decisiones en la gestión de los Fondos de Recuperación. Papel que, le guste o no, corresponde al Gobierno de Pedro Sánchez; al que Casado y el PP siguen considerando ilegítimo.

Una política, la actual, de acoso y derribo, reincidente, similar a la ya utilizada por el PP en plena crisis financiera de 2010 contra el gobierno entonces de Rodríguez Zapatero. Quien, en una decisión de última hora difícil de justificar, más difícil de adoptar y quizás como mal menor intuyendo que de no hacerlo los recortes del PP serían más contundentes, como después ocurrió; intentó a la desesperada salvar los muebles. Por cierto: ¿quiénes y qué sistema económico fueron los responsables iniciales de la brutal crisis?

La lapidaria frase de Cristóbal Montoro, entonces Ministro de Hacienda: “Que caiga España que ya la levantaremos nosotros”, presionando a Ana Oramas, diputada de CC, para que votara ¡¡¡en contra de los recortes sociales!!! sabiendo que, de ceder Oramas, que se abstuvo, España sería intervenida financieramente; dejó en evidencia la absoluta carencia de sentido de Estado del PP en su empeño por hacer caer al gobierno. ¿O es que acaso, de acceder al mismo, pensaba el PP ampliar derechos sociales en tan asfixiante coyuntura?

Por eso es más difícil de entender la apuesta de Pablo Casado y ¿todo el PP? en su intento de deslegitimar y abortar la reforma laboral consensuada entre patronal y sindicatos con el Gobierno. Sobre todo, en un contexto de nuevo en extremo difícil, que debiera convocarnos responsablemente a todos para, sacando lo mejor de cada uno, lograr un consenso imprescindible que, aunque no ideal, en las actuales circunstancias, sea el menos malo de los posibles.

Consenso alcanzado tras casi un año de arduas negociaciones a tres bandas entre el Gobierno, sindicatos y patronal gracias a la aproximación de posiciones de entrada lejanas, no exentas de críticas, desacuerdos y desencuentros profundos. Pero, eso sí... superados gracias a la telaraña flexible de complicidades tejida por sus protagonistas. 

El gran mérito de los protagonistas de la reforma laboral: la Yoliel Gara, el Pepe y el Sordo, como los ridiculizaría con saña y mala baba la cheli que es Maca la… Olona, fue renunciar todos de entrada a un elemento básico en cualquier negociación: intentar cada uno “llevarse el gato al agua”. Asumiendo empáticamente y de forma responsable que el gato, de todos y de ninguno, debía dejarse algunos pelos en la gatera para salir, quizás algo trasquilado, sí, pero vivo… del envite.

El nuevo modelo de relaciones laborales, más representativo, equilibrado, garantista e inclusivo, siempre será, por supuesto, mejorable. Pero de momento, es el mejor que hemos disfrutado hasta la fecha. Guste más o menos, que cada cual lamiendo su frustación u orgullo del acuerdo logrado reflexione sobre las bondades indiscutibles del modelo acordado.  De momento sobre la mesa… negociada y no impuesta de forma unilateral… ¡es la reforma laboral que tenemos!

Amador Ramos Martos es socio de infoLibre

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