Librepensadores

El descalabro de la razón

Vicente Montejano Conejero

Imaginemos que regañamos o acusamos a la otra parte de lo que propiamente hacemos sin permitir que nadie nos reprenda. O también definir como ofensa al que nos zahiere por el mismo hecho por el que se vitupera al contrario.

¿Sería entendible para el resto de los que, no sin cierto asombro, observaran ambas conductas contrapuestas?

En verdad, no podremos comprender nuestro actual proceder si no ahondamos de donde viene tanto descalabro de la razón que muchos siguen insistiendo en denominar sentido común.

Un sentido común ambiguo según en qué parte lo situemos; veraz o contrariado.

En este Ruedo Ibérico muy propenso a ser diferente del resto del mundo rechazamos hacer fotocopias de sociedades de otros países por concebir que corroen nuestro destino en lo universal y optamos por filigranas que nos despuntan como ser español muy españoles.

A lo largo de nuestra peregrina historia hemos ido de hidalgos dominantes, tenorios, villanos, pícaros, leguleyos y poco más, llegando a crear insanas costumbres o fanatismos que a medio plazo valoramos como tradiciones a defender con o sin causa, enlazando sendas cerradas con el ánimo chovinista de proseguir transitando lanza en alto sin saber dónde ni contra quién.

Esa singladura no es otra cosa que aferrarse a esa herrumbre oxidada de nuestro pasado, no exento de culpas y despropósitos, por mor de conquistas, batallas, muertes, avasallamientos, evangelizaciones y otras patrañas para esconder en realidad el principal elemento degradador: avaricia, codicia y valores mal entendidos.

De tal itinerario sale un ejemplo actual, como la manifestación del pasado 8 de marzo, Día de la Mujer, denominada de “execrable y generadora de fallecidos en España por el covid-19”, acusación lanzada por quienes antes profirieron protestas por dicha efeméride y restaron importancia a la autonomía y dignidad femenina.

Ahora se observa cómo se lanzan loas y aplausos (la mayoría con manos en cuyos dedos van trenzados anillos de oro, jade o aguamarinas) para un 23 de mayo, por parte de los que hicieron punible aquella manifestación, con una importante diferencia entre ambas fechas.

En la primera citada no se tuvo en consideración la gravedad de la covid-19 y en la segunda se olvida tal gravedad pese a los muertos y posible incremento o repunte si se reincide de nuevo en un descalabro a la razón o al sentido común de una u otra parte.

Vicente Montejano Conejero es periodista jubilado y socio de infoLibre

Vicente Montejano Conejero

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