Día escolar de la no violencia y la paz

José María Barrionuevo Gil

Ya estamos viendo que todos los días y todas las ocasiones están dispuestas ante nosotros para dar oportunidades a la paz. La convivencia está llena de circunstancias que podemos reconducir desarrollando estrategias escolares que favorecen las relaciones, tanto entre iguales como las de autoridad, con una atmósfera de distensión que beneficia a todos. Sobre todo, podemos empezar siempre de abajo hacia arriba, es decir, desde la Educación Infantil y los primeros niveles de Primaria. En España, país de raigambre católica, nadie está obligado a hacer caso omiso al consejo del Apóstol Pablo en Efesios 4: 26-27: “No se ponga el sol sobre vuestro enojo”.

Podemos ver que la paz y la concordia es un quehacer que nos debe ocupar siempre. Además, desde hace muchísimo tiempo hemos aprovechado la efeméride del Día Escolar de la No Violencia y la Paz para introducir tareas escolares pacíficas y de concordia. Siempre hemos procurado recoger canciones y juegos cuando nos convocan a la festividad del 30 de enero. Canciones que nos hablan de paz como el Himno de la alegría, que es una buena pieza para comenzar el puzle de infinidad de canciones que podemos escoger de muchísimos sitios. Siempre podremos recordar aquella sencilla y alegre canción Que viva la paz, que tanto gustaba a nuestros niños y niñas de hace la tira de años. Si nos vamos más atrás, nos podemos encontrar con aquella ¡Viva la gente! que, aunque hace unos cincuenta años, nos mostraba a todos y a los más críticos el buenismo de los norteamericanos, pero que nos exponía verdades como puños. Como la lista es interminable, podemos recordar aquella canción de José Luis Perales Que canten los niños que saca a los niños de sus casillas y los hace reflexionar o al menos ver que no viven en una burbuja de paz, al menos en este solar patrio, donde a una dictadura se le tildaba de pacífica. No podemos olvidarnos de la genial y divertida canción de la argentina María Elena Walsh, El estornudo, cambiándole el contenido a la tan popular Mambrú se fue a la guerra. Con su canción nos aclaraba que vale más la paz resfriada que una guerra con salud.

No se trata de amargar el día a nadie y menos a nuestros angelitos escolares, pero las canciones que se pueden aprender en la semana de la paz o en el mes de la paz constituyen un material “inolvidable”

Como podemos ver, no se trata de amargar el día a nadie y menos a nuestros angelitos escolares, pero las canciones que se pueden aprender en la semana de la paz o en el mes de la paz constituyen un material “inolvidable”, pues las canciones se pueden recordar siempre que podamos encontrar un momento al día (a la entrada, a la salida o entre el cansancio y el aburrimiento), y que, seguramente, no será un tiempo perdido. Recordamos con cariño cuando, hace setenta años, en el parvulario, cantábamos al subir y bajar las escaleras. Era muy razonable y adecuada esta actividad, ya que con esas edades se baja y se sube con bastante parsimonia.

Nos quedaría coja nuestra propuesta si solo insistiéramos en las canciones para el bien pensar y contemplar. También la dinámica atiende al movimiento del cuerpo, con el que actuamos y compartimos espacios y movimientos con los demás. Siempre hemos hablado de psicomotricidad y de cómo la actividad libre de los niños desarrolla más consenso que discusiones. Podemos recordar que, hace unos cuarenta años, en un colegio propusieron encementar todo el patio para hacer tres canchas de deportes. Unos cuantos maestros solicitamos que una tercera parte del patio se quedara de tierra. La pista “no desterrada” servía para todo tipo de juegos, sobre todo si llovía. Podíamos observar que en esa parte del patio apenas se discutía, y que en las canchas proliferaban las discusiones, porque la razón es más rígida que la creatividad y las emociones.

También para la efeméride de la paz, además de la práctica psicomotriz, podemos contar con juegos de presentación como “la pelota caliente”, juegos de afirmación como “abrazos musicales”, juegos de conocimiento como “Me pica aquí”, juegos de confianza como “La botella borracha o Círculo de amigos”, juegos de comunicación como “El tesoro humano”, juegos de cooperación como “la tortuga gigante”. Todos estos juegos llevan en su matriz las líneas maestras del respeto hacia los otros, el reconocimento de los valores tanto propios como ajenos, la confianza en sí mismo y en los demás...

Cantaban los niños / canciones ingenuas / de un algo que pasa / y que nunca llega, nos decía Antonio Machado. Pensamos que nunca es tarde para hacer de la Paz una construcción diaria, aunque los juegos y canciones se nos antojen materiales frágiles.

(Continuará).

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José María Barrionuevo Gil es socio de infoLibre                                                                              

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