El factor humano
Para terminar concluyendo que, en realidad: ¿quién sabe nada?
A pesar de tanto intento de racionalizar cada suposición elevada a la categoría de verdad o sentencia, inapelables, para el consumo diario que no obligue a reflexionar mucho.
Tras “el más difícil todavía”, con doble, triple o cuádruple salto mortal, acaecido en la pasada sesión del pasado jueves en el Congreso de “nuestros diputados” que el buen dios ”no confunda más", ya solo queda el desengaño, la sospecha, la torpeza o el miedo y el disimulo insuperables.
De momento y para empezar abriendo boca, la cuenta de Nuevas Generaciones del PP ya subrayó su particular visión de las cosas y de la realidad, y lo hizo en un mensaje con mayúsculas, tal vez para incidir en el énfasis, subiéndolo al Twitter que nadie sabe que derroteros andará, en que caladeros se posará y ante qué arribadas pondrá rumbo… “MERITXEL BATET ESTÁ SECUESTRANDO NUESTRA DEMOCRACIA”.
Y, por lo visto se quedaron tan frescos, dando por bueno que el pucherazo se había planeado, rubricado y dado por definitivo, a partir de todas las constelaciones debidas puestas en consonancia para perjudicar al primer partido de la oposición, qué rimbombante suena todo, con el PP en el casillero de la decepción insuperable, al menos mientras no se demuestre que ya el personal también ha caído en el sumidero. Lástima de inteligencia maltratada.
Con el diputado Casero en cuestión, el diputado de la gastroenteritis que le apartó de su escaño, que dice y asegura que “se equivocó”, hasta cuatro veces confirmando su error, hasta que logró entender que era víctima de una “celada telemática, informática”, procedente del mismo corazón del poder, del maligno Sánchez y sus amigos, los separatistas y filoetarras, los mismos que pusieron en un brete la solución y por ende la aprobación de la Reforma Laboral, “mecachis en la mar”,de la sesión plenaria, para dejar en entredicho al mismo Casero y, ya de paso, a su partido chafado cuando ya las tenían todas consigo, incluidos los, “arrepentidos lo quiere dios”, diputados del UPN que, por lo visto, decidieron, en el último instante “votar en conciencia”. Y es que se pusieron a celebrarlo antes de tiempo.
Y tanta sobreactuación sin parar mientes en que, quizás, después de todo, el señor Casero no se hubiera equivocado tanto, o queriendo, o sin querer, y que solo disimulaba para no caer en la ignominia en su propio partido, ante su dilecto y directísimo jefe, el señor García Egea, porque, tal vez, lo que quería el diputado Casero era votar… lo que votó.
Porque se exigía mucho coraje para significarse y votar sí o no, o viceversa, de acuerdo con las indicaciones del mando incontestable. De modo y manera que, en consecuencia, podría derivarse que el voto que emitió el señor Casero era el que quería emitir y no otro, y no el que juró y perjuró que deseaba emitir… sino hubiera sido por ese error que obligó a la coalición de gobierno a subvertir a la misma democracia, o eso rumorean, confirman y vocean los adalides del “derribo” cueste lo que cueste y arriba España y sus “escombros”.
Mientras la conciencia del diputado Casero quedará a salvo y a la chita callando.
¿Quién sabe nada? Como para que ahora se admitiera la corrección de una equivocación que, probablemente, no fue tal, se mire como se mire, porque a saber si va a resultar que el “diputado” equivocado fue a votar, telemáticamente, en la dirección que deseaba en realidad, sin que nadie se hubiera enterado, bucle imposible de controlar, montando el error de la gastroenteritis y el error que pudo no ser tal. ¿Quién sabe nada?
Antonio García Gómez es socio de infoLibre