Paco Ochoa

Es solo un cuaderno de 2 milímetros de pasta dura para 4º de primaria.

[Hoy he recordado el gesto

Que me hacía Ernesto

Antes de su muerte por esto]

Letra fina, buena caligrafía y ortografía pintan la caligrafía con gestos de poesía sin saber cuál sería el que Ernesto me haría antes de su muerte por esto.

Vulnerabilidad, ¿un gesto? Estar en un aeropuerto sin bolígrafo, lo detesto. Porque… no controlo los tiempos.

[El amor

Laura ya se ha marchado

Hoy es un día nublado

Pero mañana tú estarás a mi lado.]

Pestañeo y alzo la vista hacia el amor recordando a las mujeres migrantes como Laura, que cuidaron a mi abuela y que, cuando tuvieron que marchar, siempre llegaron otras. Solo para hacer un gesto: compañía. Da igual si de Nicaragua, Marruecos o Rumanía venían: el gesto era el mismo.

[Lo siento, no eres mago,

Te has equivocado

Yo he sido quien ha ganado.]

Siempre intento ser un mago, tenerlo todo en el aula controlado. Tal vez a veces ponga demasiadas pautas o barreras para que no se me descabalguen los chavales por los márgenes y las periferias libertarias que los Estados, con sus leyes educativas al servicio del modo productivo capitalista, desacreditan: las artes.

[El resfriado

Estornudo y estornudo y vuelvo a estornudar

Pero nunca me quedaré

Mudo de verdad]

A veces uno se autocastiga pensando que no cumplió esas expectativas impuestas por Adam Smith con gestos autolesivos: ansiedad, agobios, falta de autodeterminación…

Niño, siempre sincero, encontró el resquicio metiendo una letra en cada cuadrícula para recordármelo. Y lo asumo con orgullo, deseando que aunque alguna vez se encalle en las infanticidas calles, siga con su intifada de palabras y nunca se calle, sacando las ondas de los charcos de Gianni Rodari como si fueran nuestras abuelas de la posguerra generando educación en nuestros padres sin ni siquiera haber ido a la escuela.

Y vaya gesto… vaya gestazo.

[Seguro que estás castigado

Porque has tenido un día cruzado

Y te ha costado muy caro.]

A veces uno se autocastiga pensando que no cumplió esas expectativas impuestas por Adam Smith con gestos autolesivos: ansiedad, agobios, falta de autodeterminación…

Otras veces uno abre un cuaderno y se reencuentra con la vida y el sentido de su oficio en lágrimas de grafito, como si fuera

[El niño que se divierte con una moto

Aunque con la pena de que se haya roto]

Encajando sus piezas para inventar nuevos juguetes

A veces, el gesto es dar un paso más allá.

A veces, el gesto es mirar fuera del mapa… y saltar la norma.

Estos poemas, que se intercalan en el texto, fueron escritos por un niño de 4º de primaria, y son gestos que rompen la monotonía y recuerdan que, a pesar de todo, sigue mereciendo la pena el oficio de maestro.

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Paco Ochoa es socio de infoLibre.

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