Librepensadores

Y Ione cogió su ministril

Jesús María Frades Payo

A todos nos están sorprendiendo las reacciones que se producen estos días, aunque ya se venían no solamente incubando sino manifestando antes, acerca de la condena por el Tribunal Supremo al diputado de UP Alberto Rodríguez. Además de las que cada uno tenemos de asombro y extrañeza, la mayoría de los partidos políticos han terciado a lo largo del desarrollo del proceso y, sobre todo, a partir de la sentencia. Como era de esperar, la tendencia de cada uno es evidente en el juicio que se hace del juicio, siendo a veces hasta anticipatoria de la resolución, comprando incluso el calvario en Ikea con antelación para montarlo y crucificar unos al reo y otros al Tribunal Supremo.

Hemos oído, por un lado y desde hace semanas, a los poco diestros de la derechona –utilizando la atinadísima expresión de F. Umbral– y a sus socios de la zona azul mahón desbarrar de manera inusual hasta en ellos y atacar despiadadamente en una forma que a los aficionados a lo documentales nos recuerdan más a las hienas que a los buitres, pues estos aguardan a que la víctima sea cadáver.

Siendo alguien tan peculiar, Alberto Rodríguez dio que hablar ya el primer día en el Parlamento por su mata de pelo con sus rastas a la que no acostumbra a tener pelos en la lengua pero sí las manos en el Candy Crush. Y así le lució el pelo. Él se tira ahora de los pelos por, según la sentencia, haberle dado a un policía para el pelo y por ello se le cayó el pelo.

Lo más llamativo es que el delito, negado por el canario y del que no hay pruebas gráficas salvo el testimonio del agente, fue una patada, se produjo hace siete años y se traduce en una condena de prisión de mes y medio conmutada por el mismo tribunal con una simple multa. Lleva esa pena de prisión la accesoria de inhabilitación para ser diputado y a eso se acoge el Congreso para hacerle perder el escaño. Debiera el legislador tener más casos en cuenta al elaborar las leyes pero, si no cual es el caso, la interpretación podría corregir, sin escandalizar a nadie, lo que de ningún modo estaba en el espíritu al hacer la ley, y así se consideraría sin la frialdad textual, la razón de la condena, la pena impuesta, el tiempo transcurrido y la situación real. De esta forma, y por no ir más lejos a ninguna suposición, vemos los años que han pasado, lo que ocurrió, la multa en lugar de un encarcelamiento mínimo y que es ya diputado desde hace mucho más tiempo del que supondría esa condena, es decir, un despropósito a todas luces que hace dudoso honor a la primera parte de la máxima: “Dura lex, sed lex”.

Se armó una tangana por tal fallo —y valga la redundancia siempre dentro del respeto y el acatamiento debido que jamás obvio como demócrata— pero ahí no paró porque le han seguido varias, engendradas y/o creadas en salas capitulares, algunas con expósitos de algún torno de los que nadie puede conocer la casta, o con partos de criaturas de las que el considerado más idóneo no acepta ser padrino. De esa manera, por ejemplo, se dijo a los cuatro vientos que Podemos se querellaba contra la presidenta del Congreso pero casi de forma inmediata tanto Yolanda Díaz como Alberto Garzón afirmaron que no conocían la decisión de la querella, de modo que esta fue oficialmente desmentida y desautorizada por el partido. Pocas veces oímos a dos de los primeros dirigentes de la coalición tener que intervenir para silenciar algo tan pregonado por sus huestes. Algo después leímos que le proponen al encausado que sea él quien se querelle, con la promesa de que todo Podemos irá tras él ondeando esa bandera. Alberto Rodríguez se negó y nada más que aseguró que acudirá, si es necesario, al TEDH, previo recurso de amparo al TC. Eso llevó a Podemos no hacer nada como institución, si bien muchos de sus miembros han estado gruñendo y despotricando, demostrando que no tienen respeto a la separación de poderes, pues creen que al Judicial puede desobedecérsele según convenga, como tampoco lo ha tenido la Derecha en este caso a la presunción de inocencia. ¡Y todavía dicen que no hay que estudiar “política” cuando vemos la ignorancia supina sobre lo que es la democracia que demuestran muchos, demasiados!

Sorprendentemente, y aún sin darnos la explicación merecida, el exdiputado se dio de baja en Podemos. Esa noticia fue fría ¡pero porque es un iceberg! Lo último que ha pedido, y debiera haber sido lo primero, es la solicitud de suspensión temporal de la condena al TS. Ya de puestos, y por polémico y algo dilatado por trámites que suponga, ¿nadie ha pensado en el indulto? Y como lego me pregunto: ¿serviría para recuperar el acta de diputado?

Aunque desde UP se ha acusado a la presidenta del Congreso de haber “cedido al chantaje” del juez Marchena, injerencia gravísima contra ambos, la palma se la lleva Ione Belarra al acusar nada menos que de ¡¿prevaricación?! a Meritxell Batet, de ahí que en el título le endose a aquella lo de ministril: “Ministro inferior de poca autoridad o respeto, que se ocupa en los más ínfimos ministerios de Justicia”, para no ser demasiado hiriente ante tamaño ejemplo concreto de lengua viperina regulada por un primario cerebro reptiliano. ¿Cómo puede una ministra soltar en público un exabrupto de tal calibre con la responsabilidad institucional que tiene y la política que le otorgó su partido al elegirla como secretaria general? El tiempo de rectificar fugit para alguien que sabemos que no es tan torpe. La cacareada bicefalia de UP hace pensar, por esto, en esas colchonetas inflables con la parte de la almohada pinchada. Por suerte, está Yolanda, más grande, para flotar.

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Jesús María Frades Payo es socio de infoLibre

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