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Maridaje

La presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, durante el acto de inauguración del hospital de Emergencias Enfermera Isabel Zendal que tiene lugar este martes.

Santiago Rodríguez

Según los grandes cocineros, una de las cosas más importantes, cuando presentas los platos que has preparado a tus invitados, es lograr el perfecto maridaje entre la comida y los vinos con los que vas a acompañarla. De esta combinación puede depender el éxito de la velada.

Es más, de acuerdo con lo que dice el diccionario de la RAE, maridaje, que deriva de maridar, puede ser, según sus acepciones: enlace, unión, conformidad con que algunas cosas se enlazan o la buena correspondencia de dos más colores, etc. En definitiva, se trata de alcanzar una combinación perfecta que deje a tus invitados contentos y satisfechos.

Extrapolando los términos, esta combinación podría ser también la unión perfecta de dos partes en términos económicos, sociales, políticos o en cualquier otro aspecto de la vida.

Así, un ejemplo perfecto de maridaje económico, sería la colaboración público-privada. Una colaboración que puede llevarnos a alcanzar las más altas cotas del negocio privado a costa de la salud, de la educación, de las pensiones, del cuidado de las personas mayores, de las personas dependientes y de todos los servicios públicos que el Estado debe prestar a los ciudadanos. La cima de este maridaje, que ha logrado ser el asombro del mundo y el ejemplo a seguir por otros países, es el tan denostado por los comunistas, separatistas, filoetarras, bolivarianos, podemitas y demás ralea izquierdista, hospital de emergencias enfermera Isabel Zendal. Ese “milagro”, ejemplo de esta colaboración de la que hablamos, en la que unos ponen los enfermos y otros hacen el negocio. Pero todo dentro de una armonía y dentro de una libertad de la que muy pocas regiones y países gozan y disfrutan. Lo que me extraña es que los extranjeros, además de venir a emborracharse, no vengan a hacer turismo sanitario a Madrid, ese turismo que se practicaba antes de la pandemia, ¿se acuerdan?, porque para eso tenemos una sanidad que es la envidia del mundo.

Pero no sólo en el aspecto económico se alcanza este maridaje. También en el ámbito social se pueden lograr sublimes combinaciones. La derecha suelta la primera tontería o la primera mentira que se le ocurre, sus mensajeros a sueldo la difunden a los cuatro vientos a través de los medios de comunicación, propiedad de los poderosos, y los parias de la tierra, aquellos que viven en los barrios humildes, aquellos que no llegan a final de mes, aquellos que sufren en sus carnes las políticas de desguace de la derecha y que se encuentran desesperados, desorientados y abandonados por la izquierda, compran este discurso y descubren, por ejemplo, que los inmigrantes les roban el trabajo, las ayudas sociales, la cartera y lo que tengan; que los menores no acompañados se llevan al mes más pasta que su abuela, pero menos que las mamandurrias que se llevaba el dirigente de la extrema derecha, ese que nunca tuvo que madrugar para cobrar a fin de mes por hacer algo que decía que era trabajar; o que mientras estás en cualquiera de las colas del hambre, te ocupan la chabola. Y, claro, pasa lo que pasa, que estas personas o se abstienen o si votan, votarán en contra de sus intereses, entre otras cosas por incomparecencia de la izquierda, que únicamente aparece por los barrios humildes en campaña electoral.

No se trata de hacer una oposición desleal, sucia y rastrera como la que hace la derecha cuando no está en el poder, pero a lo mejor se podría hacer algo más que ser soso o que liarse a garrotazos como siempre. Así, cuando se llega al Gobierno de la nación se podría hacer algo más que templar gaitas, como se está haciendo con la reforma laboral. No sabía yo que en el Gobierno de coalición hubiese una portavoz del capitalismo extremo, que cobra su salario de la administración española, pero sigue los dictados neocapitalistas de Bruselas y nos explica que es imposible derogar la reforma laboral. Vale, muy bien. Pero me gustaría ver si Francia aplicaría una reforma laboral impuesta por Bruselas, similar a la española en los mismos términos de dureza con los trabajadores, o si estaría dispuesta a aceptar el chantaje con el que nos amenaza Alemania en caso de no aceptar determinadas reglas para recibir los fondos de recuperación. Ese chantaje que recuerda a lo que hizo con Grecia. Porque ese agachar tanto la cabeza ante Bruselas, explica, en parte, por qué muchos trabajadores, gentes humildes y pobres en general, hartos de cuentos, se abstienen, favoreciendo el triunfo de la derecha. Y es que, a lo mejor, si los gobiernos de izquierda gobernasen también para los españoles que más sufren, si estuvieran cerca de ellos, es probable que la derecha no ganara elecciones ni en el distrito de Salamanca.

Hay muchos más ejemplos que podrían servirnos para entender la técnica del maridaje, tanto en términos económicos como sociales. Pero si hay un ejemplo que ilustre perfectamente el maridaje político, es la perfecta unión que se ha alcanzado entre el antiguo asesor de Aznar y la presidenta de la Comunidad de Madrid. Una sublime alianza entre la extrema derecha y la derecha extrema. Tanto monta, monta tanto. Uno en la sombra y la otra a la luz de los focos mediáticos. Uno ejerciendo de maestro y otra de alumna aventajada, que diariamente se aprende la lección para machacarnos con sus consignas, con su desparpajo y con sus mentiras. Un maestro que utiliza hábilmente las mismas técnicas y herramientas que puso al servicio de Aznar para desbancar a González del gobierno. Miguel Ángel Rodríguez estableciendo el orden del día, los términos del debate y las consignas y la presidenta Isabel Díaz Ayuso repitiéndolas y lanzándolas a los cuatro vientos, acto tras acto, anuncio tras anuncio, rueda de prensa tras rueda de prensa. Además, maestro y alumna no son distintos. Ambos parten de los mismos supuestos ideológicos. Recordemos que MAR llamaba nazi al doctor Montes y Ayuso se pone del lado bueno de la historia, el fascismo.

Podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que este resultado final no puede ser más que un ejemplo de lo que denominamos maridaje político. Un menú de propuestas reaccionarias, cuya aplicación está siendo y puede ser, de ganar las elecciones esta gente, todavía más desastroso para los derechos de los que estamos en la lado pobre y malo de la historia.

Santiago Rodríguez es socio de infoLibre

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