Librepensadores

Monarquía federal o república

Francisco Javier Herrera Navarro

Se empiezan ya a oír muchas voces críticas con el funcionamiento hasta ahora (y subrayo hasta ahora) del Estado autonómico en relación con la pandemia, sobre todo en lo que respecta a la descoordinación observada entre el Gobierno central y los distintos territorios que componen España y en la carencia de la necesaria lealtad, cuando no rebeldía, frente a las medidas impuestas por un Ejecutivo que responde a un urgente "estado de necesidad".

A mi juicio, el origen de dicha invertebración y el de que cada comunidad vaya a una especie de sálvese quien pueda procede del mismo desarrollo del Estado autonómico a partir del artículo I.3 de la Constitución donde se dice que «La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria»; una forma política que, sin embargo, se desarrolla en el artículo 137 del título VIII cuando nuestra norma afirma que dicho Estado «se organiza territorialmente en municipios, en provincias y en las Comunidades Autónomas que se constituyan», un desarrollo que en el artículo 148 se concreta en 22 competencias, de las cuales la primera es la «Organización de sus instituciones de autogobierno» siendo el resto las referidas al territorio, municipios, urbanismo, vivienda, obras públicas, ferrocarriles, carreteras y un largo etcétera donde se incluye el turismo, la cultura, el folklore, museos, bibliotecas, artesanía e incluso, como sabemos, la educación y la sanidad.

Todo ello, sin perjuicio de las 32 atribuciones exclusivas del Estado, configura en mi opinión una organización enormemente descentralizada y muy similar a los estados federales en el decir de los más preclaros constitucionalistas. Pero es aquí en esta obviedad de hecho donde veo la mayor incongruencia pues por más que busco e indago no encuentro que exista una monarquía que tenga rasgos cuasi federales como es realmente nuestro Estado (salvo Emiratos Arabes Unidos y Malasia, según la wikipedia); más bien, lo que siempre encuentro es que lo federal siempre va asociado a lo republicano, a una república; una incoherencia que veo que está en la base de ese galimatías específico en el que nos movemos y que tiene como norte no herir la sensibilidad del territorio de turno no vaya a ser que...; una reticencia que hay que soportar en nuestro día a día y aún más en estos momentos de pandemia donde todos deberíamos remar en la misma dirección.

Hay que descubrirse ante la imaginación del legislador en su momento para colarnos de rondón, sin que nos diésemos cuenta, de que la monarquía no casa con el federalismo, es decir que no puede existir racionalmente una monarquía federal porque ambos conceptos se excluyen mutuamente; y no digamos ya si apelamos a la ocurrencia del "café para todos" que se inventaron los padres constituyentes para acallar los agravios comparativos entre territorios y no conceder un estatus especial (que hubiera sido lo lógico) a Catalunya y a Euskadi, cuyos problemas endémicos se hubieran si no solucionado del todo al menos amortiguado durante largo tiempo de haber sido así en un principio. Pero como sine qua non no había más remedio que partir de la monarquía como forma de Estado todo lo que viniera después había que calzarlo a la fuerza aunque el pie resultante tuviera una horma monstruosa...

De ahí que ahora (y diría que casi siempre en nuestra historia) estemos sufriendo las distorsiones de un punto de partida que es erróneo en sí mismo y que conlleva la desigualdad y el conflicto: apelar a la tradición monárquica borbónica para instaurar una monarquía que enlazara con la anterior a la guerra civil y que procediera de una dictadura al mismo tiempo, es otro pecado original que llevamos en la sangre los españoles por mucho que se hayan intentado transfusiones renovadores de plasma durante cuarenta años.

Por eso hasta que no se restaure el orden legal republicano abortado por el golpe de Estado nos seguiremos encontrando, queramos o no, en una democracia tutelada por una Constitución que ahora mismo no responde a las exigencias actuales y que conviene actualizar; de ahí que el encaje de bolillos y el maremágnum de nuestro ordenamiento jurídico se manifieste a diario en una situación política inestable y carente del más mínimo sentimiento de la lealtad y la generosidad.

Del PSOE depende dar ese giro o esa vuelta de tuerca y apostar decididamente por la restauración de la República golpeada y caminar todos juntos de nuevo en la buena dirección del laicismo y la igualdad que nos merecemos como pueblo. Quién sabe si el presidente Sánchez no va por ese camino aunque no tenga otro remedio que disimularlo... Sencillamente ahora mismo no toca, pues de lo que se trata es de sobrevivir, pero hasta para sobrevivir me temo que el mejor barco no sea en el que vamos. ¡Saltan las alarmas!

Francisco Javier Herrera Navarro es socio de infoLibre

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