La política

Pedro Crespo Rubio

“El peor analfabeto que hay es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos… Ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos, que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales” (Bertolt Brecht, siglo XX).

Pero es que muchos siglos antes, Aristóteles había dicho: “El hombre, por naturaleza, es un animal político”.

Modestísimamente, comparto este concepto de la política, que es atemporal. Para la vida de la ciudadanía en sociedad casi todo es política, y por mucho que se intente no se puede eludir; pero lo que no vale es criticar todo en conversaciones de bar o de vecindad y no aportar nada. Hay que estar atentos a toda la información posible y conseguir tener opinión propia. No se puede dejar la política solo en manos de los mal llamados “políticos profesionales”, y es muy conveniente controlarlos y exigirles cuentas y balances de su gestión, estén o no en el Gobierno, y sean o no de los nuestros. No debemos permitir que se nos llame a opinar mediante el voto nada más cada cuatro años.

Y en cuanto al voto, he de decir que unos lo tenemos más claro que otros. Y añado que para mí resulta fácil, primero votar, y segundo a decidir a quién votar. Me atrevo a manifestar que los posibles votantes de la derecha tendrán muchas más dudas, porque aunque supongo que llevan años votando tapándose la nariz por la corrupción y otros asuntos pendientes con la justicia por parte de los partidos conservadores, se ha llegado a un punto que parece difícil pasar por alto todo lo que se conoce.

El presidente del Partido Popular llegó de Galicia con fama de moderado y buen gestor. De su gestión en Galicia no diré nada por que no la conozco adecuadamente, pero de otras cosas sí. Creo que es un presidente que manda más bien poco, y de moderación también anda escaso. De entrada tiene dos grandes problemas: uno, Díaz Ayuso, que ésta sí parece que manda mucho y fue capaz de echar al anterior presidente, Casado; y dos, Vox, la ultraderecha que le presiona pero a los que no se atreve a enfrentarse porque sabe que probablemente los va a necesitar en caso de llegar a gobernar en cualquiera de los tres niveles.

Las otras derechas, Vox (la ultra) y Ciudadanos, son dos “cosas” paridas por el PP que, antes o después, volverán a la casa madre.

Me atrevo a manifestar que los posibles votantes de la derecha tendrán muchas más dudas porque aunque lleven años votando tapándose la nariz por la corrupción, se ha llegado a un punto en el que parece difícil pasar por alto todo lo que se conoce

Si analizamos, sin entrar en demasiados detalles, lo que se conoce de la derecha, comprenderemos que sus posibles votantes, si no se atreven a probar con otra opción política, en un elevado porcentaje se estén planteando la abstención. Es que es demasiado, tanto que habría que pensar si este PP no está inhabilitado para gobernar como mínimo hasta la siguiente generación.

Los lideres y representantes de este partido acuden a Europa a intentar desprestigiar a España y a proponer que no faciliten fondos europeos, pero aún se recuerda la foto de Feijóo embarcado con un narcotraficante; obras realizadas en la sede por valor de cerca de 1 millón de euros en negro; el caso Bárcenas; la destrucción de discos duros de ordenadores; la Gürtel; la Kitchen; la Púnica; la Lezo; Camps en la Comunidad valenciana; líos con Villarejo; compadreo entre el presidente de la Audiencia Nacional, José Ramón Navarro, y el Secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez; la imputación del que fuera ministro de Interior con Rajoy, Jorge Fernández Díaz, al que el Fiscal le pide quince años de prisión; Cossidó, exdirector General de la Policía, que en 2018, siendo portavoz del PP en el Senado, tranquiliza al partido diciendo que “desde atrás” controlarán la sala segunda del Tribunal Supremo, que va a juzgar a los del procés.

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Díaz Ayuso, con más de 7.000 mayores en residencias durante la pandemia del covid, permite que un hermano suyo se lucre con la operación de las mascarillas y durante un debate en la Asamblea dice sobre la izquierda, “matadla”. Además, preside la comunidad autónoma con el PIB más alto pero que es la penúltima en inversión en Educación por alumno (938 euros, mientras en el País Vasco son 1.445 y la media de todas las comunidades es de 1.132) y la última en Sanidad, con 1.498 euros (en el País Vasco son 1.948 euros y la media 1.638). Muy recientemente, hace trampas en la Universidad Complutense en las elecciones a rector para que gane uno de los suyos.

En el Ayuntamiento de Madrid, el alcalde del PP, Martínez Almeida, no es capaz de aprobar los presupuestos de 2023; cierra el ejercicio de 2022 con un déficit de 357 millones de euros, gasta más de medio millón en banderas en un periodo de algo más de dos años, y destruye todo lo que tenga relación con la memoria democrática (no opinable sino obligada a cumplir por ley).

Ya digo, demasiado para votarlos. Presiento que bastantes habituales votantes de la derecha se lo están pensando y, finalmente, optarán por la abstención.

Insisto: participemos en política y vigilemos y exijamos a los políticos: dedicación, rendimiento de cuentas y, fundamentalmente, honradez.   

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Pedro Crespo Rubio es socio de infoLibre

 

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