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Siempre será tarde

Antonio García Gómez

Siempre llegaremos tarde a salvar del naufragio a quienes dieron el primer paso, a quienes se inmolaron por principios, valores… ¿trasnochados?, en cualquier caso, olvidados. Y siempre será ya demasiado tarde cuando nos hayamos caído, una vez más, del guindo.

La pasada semana 77 refugiados naufragaron. Su patera, que intentaba escapar del Líbano y llegar a Siria, se hundió. Una noticia más que pasó absolutamente inadvertida. Esto ocurre frente a la anestesia moral que nos aturde a diario y que nos insensibiliza sin remedio frente a la codicia consentida, frente a la mentira que no cesa, frente a la amoralidad que guía al nuevo mundo.

Hoy, en Italia, gobierna de nuevo la ideología fascista. Mussolini, su creador, volverá a ser respetado, y luego diremos cínicamente “que no lo vinimos llegar”, cuando resulta que Berlusconi llegó a ser presidente cerca de diez años y nos hacía reír

Ya y sin remedio se afianza la llegada imparable del fascismo cuando la inmensa mayoría son, o somos, rinocerontes e incluso discutimos si el rinoceronte aplastó accidentalmente o no al gato. Lo llamaron el teatro del “absurdo”. Y hoy, en Italia, gobierna de nuevo la ideología fascista. Mussolini, su creador, volverá a ser respetado, y luego diremos cínicamente “que no lo vinimos llegar”, cuando resulta que Berlusconi llegó a ser presidente cerca de diez años y nos hacía reír, y luego Salvini enseñó a odiar a los más desgraciados. Ya solo cabía aspirar a querer “autoencerrarse” en sus fronteras, celosos de cualquier influencia extranjera. Todos “al corralito”.  

“Ponte el velo o te mataremos”: le increparon a Kosar, estudiante de Bellas artes en Teherán, y, una vez más, los vigilantes de la moral, de aquí o de acullá, se erigen en los dictadores de las buenas costumbres a las que habrán de someterse, en nombre “de la patria, en nombre de dios, en nombre de la libertad”, por “la familia” bien guardada, dócil y obediente. Repito, aquí y acullá, los paisanos y las paisanas son reducidos a la condición de súbditos/as, por un “plato de lentejas”, ansiosos por hacerse con todas las lentejas.

Pocos días antes Mahsa, una joven iraní de 22 años, apareció muerta estando bajo custodia policial, tras no haber llevado correctamente su velo, dejando asomar un poco de su cabello para escándalo de quienes fueron capaces de escandalizarse.

Se aspira, tras 35 muertos/as y cientos de detenidos, a que suponga un punto de inflexión, de no retorno, en Irán, gracias a los resistentes que jamás se dieron por vencidos/as.

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Antonio García Gómez es socio de infoLibre

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