'Superricos' y plagas

Antonio García Gómez

Está contrastado que en los distintos apocalipsis que han ido acaeciendo sobre nuestra tierra, ya con una población de 8.000 millones de habitantes, dos constantes se han perpetuado. Por una parte, la desigualdad que se ha agudizado, hasta el punto de que, prácticamente, el 60% de la población ya malvive bajo los umbrales de la pobreza mientras que el resto, en posición jerarquizada hasta el pináculo de los superricos, ha ido enriqueciéndose, incluso y sobre todo, obscenamente.

Hace 20 años en China no había ningún superrico. Hoy son 1.133. La velocidad a la que se genera riqueza está fuera de control”.

Por otra parte el enriquecimiento carroñero que está haciendo su agosto, induciendo, desde el turisteo multitudinario, barato y alocado, hasta el empeño obligado sobre materias y productos básicos que se encarecen, sin techo, sin límite, sin consideración moral alguna a costa del consumidor más vulnerable. Mientras se ensalza la ley del mercado libre, el “sálvese quien pueda”, y que arree el que venga atrás.

Mientras se incendia el mundo, crecen los “muertos de hambre”, las víctimas de las guerras, de las dictaduras, del populismo extremismo y mentiroso. En tanto se echa la culpa al menesteroso, al ecologista, a la feminista, al fraternal y solidario, al migrante pobre y desesperado, al currante que no llega a final de mes… en nombre del voraz “neoliberalismo”. Todo para unos pocos, migajas para el resto.

Lo recuerda la prensa, que en nuestras “modernas” ciudades, “tan visitadas”, la proliferación desaforada de “los pisos turísticos”, por ejemplo, ha hecho que se convierta en tarea imposible el alquiler de pisos para estudiantes universitarios. Más carbón para la desigualdad.

“Desigualdad y extremismo van de la mano. EEUU y China ya están ideando cómo limitar la concentración de riqueza”.

“El año pasado cayeron en manos de la prensa los datos fiscales de muchos superricos. Algunos, como Jeff Bezos sólo pagan un 0,9%. El resto cantidades y porcentajes similares”.

Por otra parte, en nuestro país, el Ministerio de Sanidad negocia la compra de Libmeldy, el fármaco más caro del mundo, capaz de curar la leucodistrofia en niños menores de tres años, una enfermedad neuronal mortal y que en nuestro país afecta anualmente a unos de tres a cinco casos.

A merced de otra plaga, otra catástrofe, otra epidemia: siga enriqueciendo a los superricos que son insaciables… por su abyecta naturaleza

Seguimos con Jeff Bezos que “se ha construido un megayate en los astilleros de Rotterdam, pero sus mástiles son demasiado altos para el centenario puente de Hef, motivo por el cual están planteando desmontarlo”. Será por puentes que desmontar. El culto al megagasto y la ordinariez del superrico es pura exhibición de horterismo a lo grande, con millones de admiradores boquiabiertos que también sueñan con… enriquecerse. Por cierto, el yate sólo ha costado 400 millones de euros.

Y el becerro de oro sigue enseñoreándose sobre el fervor popular.

“El chino Cheng Chung Kim, superrico, se ha comprado una casa en Londres por 250 millones de euros, con 45 habitaciones. Y el indio Mukesh Ambaní, también superrico, ha comprado así mismo un garaje macro para sus 168 coches de alta gama”. Y es que ya no saben qué más comprar.

Con sus grandes fortunas obstaculizando sus deseos de vivir con normalidad: Elon Musk con un patrimonio cercano a los 218.000 millones de euros, y Jack Ma con unos 22.900 millones, y Warren Buffet con 109.000 millones, y Michael Bloomberg con 82.000 millones, y Roman Abramóvich con “sólo” 9.000 millones… Y, ya de paso, nuestro Barcelona club de fútbol, todo un prototipo mundial, con una deuda superior a los 1.350 millones de euros. Y aquí no pasa nada. Y todos soñamos con que nos admitan en un club de “amigos de los ricos”. Como decía Machado ya “no sabemos para qué sirve la sed”.

Al tiempo que se regatean las subidas pírricas de los salarios por debajo de la supervivencia humana… y las reformas laborales ad hoc han de contemplar el despido libre, exprés y muy barato.

Y así se va dilucidando este mundo del carajo camino del sumidero.

En tanto, en nuestro país ya se habla del “terrorismo medioambiental”, a un paso de la “ETA forestal”, culpable de todos los incendios. Una vez que se den por autodisculpados toda la patulea de dirigentes que saben a quienes deben servir, sin rechistar.

A merced de que otra plaga, otra catástrofe, otra epidemia: siga enriqueciendo a los superricos que son insaciables… por su abyecta naturaleza.

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Antonio García Gómez es socio de infoLibre

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