La portada de mañana
Ver
Cinco reflexiones cruciales para la democracia a las que invita la carta de Sánchez (más allá del ruido)

A veces convendría dudar…

Antonio García Gómez

Incluso reírse un poco más, antes de enfatizar, tirando a colocar en el pedestal de las verdades absolutas la propia, aunque resulte chiquita, aunque irrite más de la cuenta, aunque se deslice por la línea de la inveterada intención de no ceder, siquiera en la propia convicción que dé razón de ser al empecinamiento, ajenos/as a las consecuencias a ras de pueblo, desde el escaño, desde la posición privilegiada, desde la soflama impagable, por llegar a lucirse, frente al adversario más cercano, porque, en principio, se trataría de sobrevivir, a mandobles impertérritos, mientras se observa el descarrilamiento con cara de circunstancias, de grave perspicacia sobre que, después de todo, se conseguirá arañar unos pocos votos más, o ni eso, mientras se hunden el capitán, el gurú, el iluminado, arrastrados los grumetes, hasta el fondo, por mor de no ceder en cada órdago.

En un debate de sordos, a cuenta de la decepción consagrada, cuando se bendice el empecinamiento, por encima del acuerdo, incluso de mínimos, una vez que se ha dado pólvora al adversario que imposta preocupación por la causa que, íntimamente, desprecia, en tanto se facilita el espectáculo disgregador que sólo cargará gastos a cuenta de los más vulnerables.

Porque, como dijo el poeta: “Se hace camino al andar”, y la “mala gente que va pudriendo la tierra” son más, empujan más, y están más alerta de lo que podamos llegar a suponer

Cuando se escucha en la pantalla de un magazine matutino, casi sin poder disimular el entusiasmo ladino, que “el feminismo está definitivamente roto”, una vez que se han desenmascarado los que reniegan de la propia identidad del feminismo, en su larga lucha por la emancipación, la dignidad y la igualdad, de hace tiempo, del tiempo en que ni existía la palabra liberadora, de cuando a las mujeres se las quemaba por brujas, por independientes y autónomas, es decir, como ahora, por el hecho de ser mujeres, y tras tantos siglos aún permanecen la desigualdad y la frustración, de cuantas menos recursos tengan, a merced de tanto lobo/a disfrazado de cordero/a, porque lo que menos importa a muchos voceros/as es cuánto se ha podido avanzar, aunque solo se haya podido hacerlo más bien poco.

Salvo que sólo se persiga la glorificación de quienes hayan decidido ponerse al frente de las reivindicaciones feministas, a fuer de decidirse a tragar o a enjuagar lo que se haya decidido que o es intragable o en todo caso digerible, por bien de la mayoría, porque como dijo el poeta: “Se hace camino al andar”, y la “mala gente que va pudriendo la tierra” son más, empujan más, y están más alerta de lo que podamos llegar a suponer.

Cuando se estorba más, en medio de la impunidad que da el cargo y la necesidad de seguir trasfundiendo estabilidad, desde el músculo del propio gobierno progresista, guste más o menos, duela a muchos o satisfaga a otros tantos, media España frente a la otra media España, jugando a la izquierda de la izquierda a los egos superlativos, a riesgo de romperse, como cuando se afirma rotundamente que “el partido socialista traiciona a las mujeres y al feminismo”, porque nadie tiene la patente de la necesidad de empoderarse, desde cada prisma personal o colectivo, sin necesidad de que venga a reñirnos gauche divine, a menudo obsesionada por bucear en las esencias, las propias, hasta acabar con el avance necesario, duro y realista, después de todo, salvo que lo que se busque sea “enaltecer”, insisto, el ego mayúsculo de algunos y algunas.

En todo caso, y gracias al feminismo de a pie de calle, ¡buena salud y compromiso diario!    

 _________________

Antonio García Gómez es socio de infoLibre.

Más sobre este tema
stats