Marcelo Noboa Fiallo

Vivo en un lugar privilegiado en Gijón, con la playa de Poniente, el club náutico, Cimadevilla y el mar Cantábrico como el lienzo que da vida a mi jubilación. Desde aquí consigo las fotografías que, dependiendo de la luz, me producen placer y las comparto. También aprovecho el tiempo para observar el “paisanaje” ¡Lo que se aprende del comportamiento humano!, su ternura, sus frivolidades y sus vergüenzas.

Hace unos días me encogió el alma la imagen de la mujer que acompaña este texto. La estuve observando largo tiempo y dudaba de sacar la cámara. Tuve mucho tiempo para discutir conmigo mismo sobre la procedencia o no de hacer las fotos, porque su andar reflejaba el cansancio de la vida (tardó en recorrer 50 metros unos veinte minutos). En ese tiempo, sólo una persona se acercó a dejarle unas monedas. Hice las fotos, pero inmediatamente las borré.

Al día siguiente, en el transcurso de mi paseo diario por el Muro de la playa de San Lorenzo (a 500 metros de mi casa), la volví a encontrar, envuelta en sus andrajos de riguroso negro de tela y plástico. No sé si tiene 60, 70 o 90 años o más. Es lo que tiene la marginalidad, la incapacidad de determinar una edad ni siquiera nos importa…¡Qué más da!

No sé si todavía mantenemos la capacidad de avergonzarnos como sociedad, pero esta persona nos pone frente al espejo. No se trata de los marginados por las drogas, el alcohol, los sin techo o los out-siders del sistema. Esta persona nos interpela como representante del mundo invisibilizado. Nos interpela como la sociedad que nos hemos acostumbrado o acomodado a mirar para otro lado.

¿Dónde están el Ayuntamiento y sus recursos sociales? ¿Dónde están los responsables del gobierno de Asturias...?

Supongo que, a lo largo y ancho de este país, imágenes como esta habrá muchas. Imágenes de una sociedad avanzada, capaz de invisibilizar la vergüenza.

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Marcelo Noboa Fiallo es socio de infoLibre.

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