‘Efectos secundarios’, una serie de animación para volver a disfrutar de las conspiraciones

Sí, son dibujos animados, sí, solo puede verse en su versión original en inglés, –punto negativo para Max, la plataforma que la emite–, pero Efectos secundarios es una serie estupenda. Su pequeña comunidad de seguidores la ha elegido como la mejor novedad en lo que va de año en Filmaffitity.
La historia plantea el reencuentro entre dos compañeros de instituto. Frances trabaja en una gran farmacéutica como ayudante del director. Marshall es un investigador marginal que acaba de descubrir la panacea, un hongo que cura completamente cualquier enfermedad.
Marshall no sabe dónde trabaja su amiga y enseguida es perseguido por distintos grupos que ansían poseer o destruir el tesoro que ha encontrado. Acompañado por su tortuga Sócrates tiene que poner a salvo su descubrimiento.
Un gran equipo de comedia y animación tras el proyecto
La serie es obra del guionista y escritor Steve Hely y del animador Joe Bennet. Ambos fueron puestos en contacto por dos figuras relevantes de la industria, que acababan de crear una compañía de animación, Mike Judge y Greg Daniels. Judge es uno de los creadores de Beavis y Butt-Head o de la magnífica Silicon Valley. Daniels ha trabajado en Los Simpsons, en la versión estadounidense de The office y cocreando Parks and recreation.
Juntos crearon El rey de la colina, título de animación sobre una conservadora familia tejana. Una serie que en España no pegó especialmente, pero en Estados Unidos se extendió durante más de una década y se consideró un gran retrato de la mentalidad tejana.
Ideada antes de que el covid desatara la conspiranoia
Y con su nueva compañía, Bandera, reunieron al dúo que ha creado Efectos secundarios, que comenzaron a trabajar en la serie antes de la epidemia del covid, según afirman.
Antes de que la conspiranoia sobre la política sanitaria y la industria farmaceútica creciera exponencialmente y se convirtiera en una epidemia. Hasta tal extremo que casi dejó de tener gracia y se convirtió en un asunto de severa polarización entre amigos y familiares.
El odio a las farmacéuticas
No se puede decir que el fenómeno haya pasado en Estados Unidos, donde Trump ha nombrado al peculiarísimo Robert F. Kennedy como secretario de sanidad y donde el asesino de un directivo de una aseguradora sanitaria, Luigi Mangioni, se ha convertido en una especie de ídolo pop.
En España, ahora mismo, la situación no parece tan inflamada y tenemos una distancia incluso mejor para disfrutar de una fantasía como esta sin darle demasiada importancia y centrándonos en su animación, en sus personajes y en la densidad del relato.
Para los creadores de la serie, las miserias de la industria farmacéutica eran una preocupación común y muy rápidamente llegaron al planteamiento general de esta temporada.
Colaboradores con admiración mutua
En una entrevista conjunta de Hely y Bennet para MovieWeb, ambos señalan la admiración mutua nada más conocerse. Hely dice que las animaciones de Bennet le “explotaron la cabeza” y Bennet por su parte había leído y disfrutado dos libros de Hely. En uno de ellos, The wonder trail, se cuentan los viajes del autor por Sudamérica, que han servido de inspiración en partes de esta serie.
Para su peculiar protagonista se inspiraron en gente como Terence Kemp McKenna, escritor estadounidense que defendió el uso responsable de las plantas psicodélicas. Él mismo, junto a su hermano Dennis, desarrolló técnicas para que cualquier persona pudiera cultivar en su casa Psilocybin, hongo con propiedades psicotrópicas.
O como Paul Stamets, micólogo y escritor que ha desarrollado numerosas patentes a partir de setas para crear o reforzar medicamentos. Además de ser un ambientalista y utilizar sus conocimientos para regenerar la naturaleza.
Un héroe clásico con la barriga al aire
A ello le añadieron las características del héroe íntegro, en las afueras del sistema, capaz de enfrentarse con las estructuras de poder y el capitalismo, si fuera necesario. En este caso un sabio extravagante que vive a contracorriente. Un tipo que asoma su barrigón bajo una camisa tropical.
Ya se han emitido siete de los diez episodios de la primera temporada y sus creadores trabajan en la segunda, que dicen que será estupenda y prevén más vida para su serie. Oficialmente aún no está confirmada la renovación, pero la recepción ha sido muy buena.
Los conspiradores no son impecables
Más que intrigarles las conspiraciones afirman que les interesan las maneras en que las instituciones se manejan para esconder información. Ponen como una de sus muchas referencias Quemar después de leer, de los hermanos Coen, basada en la novela del mismo título del ex jefe de la CIA Stansfield Turner.
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Según Hely: “Los conspiranoicos suelen pensar que hay una mente maestra tras los hechos. No es lo que yo pienso según lo que sé de la naturaleza humana. Probablemente Oswald mató a Kennedy, pero la CIA y el FBI inmediatamente empezaron a decir: “Oh, dios mío, tenemos que tapar esto”, empezaron a liarse y a empeorar las cosas”.
Una realización cinematográfica
En lo que respecta a la forma, los dibujos tienen una realización muy cinematográfica, con acciones que ocurren tras la principal o primeros planos de detalles o escenas de violencia y acción. Hay momentos en los que parece que la serie podría perfectamente ser un éxito se hubiera hecho en imagen real.
También ocurre por estar escrita con unos diálogos naturalistas, con grandes momentos y por sus personajes con múltiples facetas que encantarían a actrices y actores. Todos estos elementos, y una estupenda banda sonora, incluida su sintonía, de Nicolas Snyder lo convierten en un entretenidísimo drama sobre conspiraciones y la lucha entre el bien y el mal, representado en la codicia capitalista.