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Cómo acabar con una televisión pública

Extrabajadores de Telemadrid al comienzo de su marcha desde la empresa hasta el Supremo, este 26 de marzo.

"Como en los teletipos de los sucesos, pienso que la escritura es un ajuste de cuentas". Javier Mayoral ha debido darle muchas vueltas al porqué de su primera novela para dar una respuesta tan fina. No se considera escritor, sino periodista. Un periodista, además, curtido en la redacción de Telemadrid entre 1991 y 2012. Eso significa que tiene, al menos, una cosa que entender: el proceso por el cual la cadena pública se adentró en una conversión ideológica y empresarial hasta acumular denuncias de la plantilla de "tendenciosidad" y "censura", retiradas de firmas, huelgas y un ERE que afectaría a 860 trabajadores. No te fíes del cielo, su primera novela después de dos libros de poemas, es un intento de comprender. 

La novela tiene como escenario los pasillos de la ficticia televisión pública Canal 6, que depende de la Comunidad de Madrid. Marcos de Lorenzo es un becario sin mucho interés en el periodismo que acaba aterrizando —por enchufe— en la cadena. El lector observa, a través de los ojos del joven, el extraño ambiente de la redacción: las informaciones benefician sin tibiezas el PP, un grupo de periodistas afines al partido copan los espacios de poder, y los redactores que no comulgan son relegados a trabajos sin responsabilidad política. Canal 6 es un espejo casi perfecto de Telemadrid.

La ficción que hay en el libro, defiende el periodista, no reside de ningún modo en las situaciones periodísticas que relata. Un editor que añade, sin avisar, una línea en el texto que debe leer el presentador. Un jefe que advierte de lo que debe decir una redactora en un directo desde la calle. Una noticia redactada siguiendo las indicaciones del gabinete de prensa de un partido. "Quería seleccionar lo que puede suceder en una televisión pública cualquiera, lo que tiene todo eso de degradación moral", explica. Aunque eso supusiera volver a una época "desagradable, dolorosa": "Ver que tu trabajo no es respetado y que se te expulsa de él por negarte a mentir... Entiendo que haya compañeros que no quieren leer el libro". Pero la reacción mayoritaria, dice, ha sido de gratitud.  

La novela comienza y acaba con un caso de manipulación en el tema del terrorismo: primero, el empeño en apuntar a ETA como autora del 11-M; después, la voluntad de demostrar negociaciones entre el Gobierno y la banda terrorista. Telemadrid fue acusada por su plantilla de dos maniobras semejantes. "El grado de bajeza moral que hay en un periodista que trata de utilizar el terrorismo para beneficiar al partido que tiene el poder… Es terrible. Nos llenamos la boca con el respeto a las víctimas del terrorismo, pero yo he visto que no es así. Que todo vale. Y todo es todo: el cambio climático, el paro, las asociaciones de vecinos…", relata. Todo, parte de "una estrategia perfectamente organizada" para beneficiar a una ideología, un partido "o incluso una facción de un partido". En Telemadrid, cuenta, se trataba de beneficiar a Esperanza Aguirre y perjudicar a Gallardón. 

Mayoral no duda en situar la llegada de la lideresa como el comienzo del fin. "He conocido muchas etapas en Telemadrid, y nunca vi una situación idílica, pero sí un medio en el que se podía trabajar a gusto, cerca de la gente,  con cierta independencia…", recuerda. Si eso fue así, es porque existía una situación de equilibrios de poder en el Gobierno que hacían que "nadie controlara la televisión" y una "cierta inercia. El periodista es tajante: "Yo fui editor en la época de Gallardón y jamás tuve un problema. Y sin embargo, lo que vi con Aguirre fue un cambio radical".

Para operar ese cambio no son necesarias, defiende, más de 15 personas. 15 contratos enpuestos clave, una redacción atemorizada y los más problemáticos exiliados a puestos alejados de la información política, como deportes, el tiempo, o programas de poco seguimiento. El mismo procedimiento que se siguió en Canal 9, apunta, y el mismo que han sufrido los redactores de Televisión Española. "Me interesa la visión de los periodistas que trabajan allí. En la presentación del libro, me decían: 'Real como la vida misma, estamos viviendo eso". Y el espectador lo nota. La caída de la audiencia de la cadena pública —durante esta campaña, sin ir más lejos, ha sido superada por las privadas— es para el periodista un signo de que el público percibe una caída de la calidad. 

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Para explicar los efectos de la tendenciosidad de los equipos editores de Telemadrid y de otras televisiones públicas en la misma situación, Mayoral toma una metáfora que utiliza en sus clases en la Universidad Complutense: "La manipulación es como un artefacto de racimo. Una de las cargas explosivas es la verdad: no existe la verdad y la mentira, sino lo que interesa. Lo segundo es la chapuza. Cuando te rodeas de gente porque es sumisa, no se mira que sean buenos profesionales". Y el público, que comienza a ejercer una mirada crítica sobre la información, lo nota. 

"Una mentira periodística es una mentira", ataca el periodista, "pero las hay de distintos tipos. Está la del periodista que no quiere esforzarse para conocer la verdad. Hay otra, propia de los medios privados, que es la mentira de quien intenta adular a los lectores.Y está la que trata de secuestrar la opinión del espectador". La última, ejercida desde los medios públicos, es especialmente grave: "Lo que era una forma de control de la sociedad al poder, se convierte en  una forma del poder de tener controlada a la sociedad. Es increíble. Lo hemos tenido durante mucho tiempo. Y lo que queda".

En el proceso de búsqueda, durante la escritura de la novela, Mayoral ha podido comprender a los compañeros que no se rebelaron —"no los juzgo, porque vete tú a saber las razones que tienen"— y sus propias zonas de grises; ha podido comprender las motivaciones de los que iniciaron el desmantelamiento de la cadena y la "externalización" de los programas para hacer negocio; ha comprendido el valor de los que se plantaron. Pero hay algo que todavía no entiende: "¿Por qué lo permitimos? ¿Porque la manipulación es sutil? ¿Porque entra dentro de la discrecionalidad política nombrar al responsable de un medio público? No sé. Pero nos están robando algo que es de todos".  

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