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Teatro

Carles Alfaro: “En Chéjov lo serio no está reñido con lo divertido”

Carles Alfaro: “En Chéjov lo serio no está reñido con lo divertido”

El ruso Antón Chéjov (1860-1904) tiene fama de dramaturgo denso y trascendente, de ser un autor de obras filosóficas con poco margen para el humor, la ironía o el sarcasmo. Pero antes de firmar piezas maestras como El tío Vania o La gaviota, aquel médico y escritor publicó en su juventud, con el seudónimo de Antosha Chejonté, infinidad de relatos cortos llenos de una aguda y divertida observación de la vida cotidiana. Miles de espectadores madrileños han sido testigos de que “en Chejov lo serio no está reñido con lo divertido”, en palabras de Carles Alfaro, responsable del montaje de Atchúuuss y premiado en el reciente Festival de Mérida por esta dirección de escena.

El valenciano Carles Alfaro, con una larga trayectoria de premios y reconocimientos a sus espaldas, se confiesa un admirador de Chéjov y recuerda que la oferta de dirigir una obra del autor ruso no le convenció en un principio. “No me veía al principio”, señala, “defendiendo un texto con piezas de sainete de un joven Chéjov, pero al final me convenció el actor Fernando Tejero que se había implicado en el proyecto de la productora Pentación.Pentación La verdad es que fue un reto estrenar en un teatro como La Latina, acostumbrado a programar variedades o comedia, y en pleno verano”. Alfaro salió airoso del empeño porque la crítica se deshizo en elogios, el público llenó la sala durante semanas y Atchúuuss inicia en breve una gira por las principales capitales españolas que llevará el montaje a Barcelona, Valencia y Bilbao, entre otras ciudades.

Al analizar el éxito, Alfaro atribuye las causas a esa mezcla de teatro comercial y culto que se esconde tras la aparente ligereza de los relatos de Chéjov y, por supuesto, a un magnífico elenco de cinco actores que se sumaron al proyecto y que se desdoblan en varios personajes: Malena y Ernesto Alterio, Enric Benavent, Adriana Ozores y Fernando Tejero. El director despliega todo tipo de elogios hacia los intérpretes, pero admite que se ha tratado de un triunfo colectivo, ya que “el tirón de los actores puede durar un mes en cartelera”. “Ahora bien”, añade, “si el espectáculo no funciona y no arranca el boca a boca, la obra se cae pronto del cartel”.

Ha jugado también un protagonismo clave Enric Benavent, un versátil hombre de teatro que es responsable de la adaptación de los textos, junto a Alfaro, y que asumió también el papel de hilo conductor de Atchúuuss. Así, Benavent encarna a un viejo acomodador de un teatro, un antiguo actor que recuerda pasadas glorias y que va engarzando las cinco piezas que componen el montaje. Unos relatos por donde desfila una galería de personajes que oscilan entre la compasión y la rabia, entre lo patético y lo sublime, en un amplio mosaico social que revela la agudeza de Chéjov.

A juicio de Alfaro, los textos de Chéjov le recuerdan a otros dos de sus dramaturgos preferidos: Harold Pinter y Albert Camus. “El autor ruso”, comenta el director, “revela una modernidad absoluta para su época, con una mirada entre tierna y cruel sobre sus personajes, con unos magníficos diálogos… Chéjov escribió innumerables cuentos con los que además se ganó la vida en su juventud antes de acabar la carrera de Medicina y de dedicarse más tarde al teatro. Hay que tener en cuenta que a finales del siglo XIX un médico era una especie de confidente de sus enfermos, un detalle biográfico que explica la gran perspicacia de Chéjov y el estudio psicológico de sus personajes”.

El montaje de Chéjov ha abierto el apetito de Alfaro por el escritor ruso y en la actualidad prepara también una adaptación de

El tío Vania, en coproducción entre su reflotada compañía, la valenciana Moma Teatre, y los teatros madrileños del Canal que podrá verse el próximo invierno en estas dos capitales. A sus 55 años y con una brillante carrera en muchos escenarios, Carles Alfaro ha estado vetado en la Comunidad Valenciana, donde no ha recibido ofertas ni ha sido programado durante más de una década. Mientras su dirección de escena era reclamada en el Centro Dramático Nacional, la Abadía, el Español o el Nacional de Cataluña, “la apisonadora del Partido Popular aplastó cualquier disidencia y muchos tuvimos que autoexiliarnos”. “Espero”, añade confiado el director, “que los nuevos gobernantes tengan más amplitud de miras y más cultura democrática. Y que ni despilfarren el dinero en proyectos faraónicos ni condenen a los actores a la miseria”.

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