Clara Peeters, la pintora que se saltó los códigos al retratarse a sí misma

Una imagen de la pintora Clara Peeters, que vivió entre los siglos XVI y XVII.

No se sabe con exactitud su fecha de nacimiento ni el número de cuadros que pintó. La vida de Clara Peeters es un misterio, y sin embargo, sus obras han llegado hasta nuestros días. Y lo que nos muestran es a una pionera.

Esta pintora de Amberes, que posiblemente vivió entre la década de 1580/1590 y el año 1621, seguramente estuvo activa profesionalmente entre 1607 y 1621. En su época era improbable que una mujer se dedicara al arte, y para hacerlo tenía que ser de clase media/alta y conocer a alguien en el mundo de la pintura, normalmente un padre pintor o con un taller. Este pudo ser el caso de Clara Peeters, de la que se cree que era hija de un pintor llamado Jan Peeters, quien claramente tuvo formación artística. Sin embargo, esta no fue igual que la de sus compañeros de la época, ya que las mujeres no tenían permitido acceder a las escuelas de pintura. Para aprender a reflejar el cuerpo humano de manera realista , en estas escuelas modelos desnudos posaban para que los artistas practicaran. Esto era inconcebible en presencia de una mujer. “Hasta el siglo XIX las mujeres no podían acudir a un espacio público con otras mujeres para aprender a pintar. En aquella época Clara Peeters probablemente lo haría en un entorno doméstico”, explica Laura Triviño Cabrera, profesora en la Universidad de Málaga e investigadora en teoría del arte feminista y biografía de mujeres artistas. 

Las mujeres artistas se veían limitadas a trabajar en lo que se consideraban "géneros menores", como retratos, paisajes o bodegones, tal como ocurrió en la carrera de Clara Peeters. Estas áreas estaban alejadas de las pinturas históricas o bélicas, que tradicionalmente otorgaban más prestigio y reconocimiento. Aldana H., licenciada en comunicación social y divulgadora de historia del arte en redes sociales, resalta que “los bodegones o naturaleza muerta se empezaron a pintar a inicios del siglo XVII, y Clara Peeters ya los pintaba en 1607”, lo que la hace una artista pionera en este género. 

Triviño explica a infoLibre que a pesar de los pocos datos que se tienen sobre su vida, “probablemente sería una pintora muy reconocida en vida”. Aldana H. está de acuerdo, y añade que “fue una artista muy valorada” que “influyó a otros artistas masculinos”: Sin embargo, a pesar de ser reconocida como pintora, la divulgadora recuerda que “seguramente estuvo sometida a su padre o su marido”. 

Autorretratos escondidos

A pesar de la escasez de datos sobre la vida de la artista, sus cuadros nos dan muchas pistas de su clase social o su carácter. El tipo de objetos que eligió pintar —bastante lujosos— sugiere que pertenecía a una clase social elevada y que creaba sus obras para un público de nivel similar o superior al suyo. El cuchillo sobre el que Clara Peeters pinta su firma en algunos de sus cuadros también nos da información. Triviño ve en esto una demostración de su personalidad y rango, pues firmó sus pinturas cuando el resto de las artistas de la época no lo solían hacer. Aldana H. lo corrobora y aporta que “las pintoras italianas no firmaban sus obras”.

Pero lo que hace más impresionante la obra de Clara Peeters son sus autorretratos escondidos entre la naturaleza muerta. El autorretrato era una forma que tenían los pintores de reconocerse y valorarse a sí mismos como profesionales, aunque también podía verse como un gesto vanidoso. No era algo común entre las artistas. De hecho, Triviño cuenta cómo “la mayoría de mujeres no eran capaces de autorretratarse, y si lo hacían muchas de ellas eliminaban la paleta y el pincel para que no pareciera que eran unas osadas y que estaban ejerciendo un papel de pintoras profesionales que no les correspondía”. 

Clara Peeters desafió todas las expectativas que la sociedad había puesto sobre ella. Se retrató en varios de sus cuadros en los sitios menos esperados. La precisión de esta artista le permitió retratarse en el reflejo de los utensilios de sus bodegones. Aunque a primera vista pueden pasar desapercibidos, el rostro de la pintora está presente en copas o jarras. Es el caso de obras como Bodegón con flores, copa de plata dorada, almendras, frutos secos, dulces, panecillos, vino y jarra de peltre (1611) —la artista pintó su autorretrato tres veces en la copa y cuatro en la jarra— o Bodegón con quesos, almendras y pretzels (1615). 

Su destreza no se limitó únicamente a la representación de objetos, alimentos o plantas, sino que también logró destacar en sus retratos. Según explica Aldana H. en conversación con infoLibre, “estos elementos que incluyó dentro de su obra fueron para darse a conocer”. Además, este no es el único aspecto diferenciador de su obra. Treviño asegura que fue pionera también en incluir insectos como moscas en sus bodegones, algo que no había hecho nadie antes.

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Es evidente que Clara Peeters gozó de una gran carrera en vida. “Fue valorada y tuvo un taller de arte en el que pintar y del que vivir”, afirma Aldana H. Y añade: “Si realmente no hubiera habido espacio para la mujer artista en ese momento, Clara Peeters no habría existido tal como la conocemos; no habría firmado con su nombre, sino que habría recurrido a un seudónimo”. 

Sin embargo, al igual que les pasa a muchas otras artistas, Peeters fue desapareciendo del mapa de la historia del arte. Aldana H. señala que la pérdida de información que ha sufrido la figura de Peeters es algo que “le pasa a muchas artistas; sus figuras se pierden a lo largo de los años y suelen caer en el olvido”. Sin embargo, poco a poco desde la historia del arte con perspectiva de género se estudian y recuperan los trabajos de antiguas pintoras. En el caso de Clara Peeters, su redescubrimiento dio un giro significativo cuando el Museo Nacional del Prado le dedicó una exposición en 2016. Este acontecimiento marcó un hito al convertirla en la primera mujer artista en tener una exposición en solitario en esta pinacoteca.

Es clave hacer el esfuerzo de reconstruir las vidas de las mujeres artistas. "Hay que hacerles justicia”, proclama Triviño. Además, la investigadora considera clave que cuando se estudie la figura de mujeres artistas se haga siempre desde cierta comparación con sus compañeros hombres. Ya que para comprender del todo sus historias hay que conocer las dificultades que tuvieron como mujeres, las limitaciones y obstáculos en comparación con las libertades de los artistas…

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