Cine

De costa a costa del Pacífico... en balsa

Una imagen de la película 'Kon-tiki'.

Un extenuante y muy peligroso viaje de más de 8.000 kilómetros atravesando el Pacífico en una balsa. Cinco hombres sin apenas experiencia en el mar capitaneados por un aventurero que ni siquiera sabe nadar. Sol, tiburones, y el agua que erosiona las livianas cuerdas que atan los palos de la embarcación. Miedo, angustia, acción y pasión.

La historia, a la medida de una producción hollywoodiense, la protagonizó en realidad un grupo de personas de carne y hueso. Fue en 1947, cuando el explorador noruego Thor Heyerdahl, obsesionado con la idea de que la Polinesia fue poblada por primera vez por nativos peruanos, la puso en práctica a riesgo de su propia vida. Aquel Kon-Tiki sobre el que surcaron las aguas se ha convertido hoy (nuevamente, ya que existe otra versión documental de 1950) en película épica, que se estrena este viernes en cines.

“Es una situación muy interesante, porque hacer nuestras propias versiones de películas de Hollywood es una gran oportunidad de combinar lo mejor de los dos mundos”, dice Pål Sverre Valheim Hagen, el protagonista de esta superproducción noruega, la más cara de la historia y el filme más exitoso de 2012 en aquel país. “Tanto el cine europeo como el estadounidense tienen grandes cualidades. Aquí en Europa se hacen muchas cosas increíbles sin presupuesto, pero estas grandes películas también son importantes”.

Pål Sverre Valheim Hagen caracterizado como Thor Heyerdahl.

Con sus más de dos metros de altura, Valheim Hagen, de visita en un Madrid del que alaba la belleza y el clima, reconoce que el reto, dada la envergadura de la película y el carácter de héroe nacional de Heyerdahl fue de un nivel de exigencia tan grande o mayor que los resultados alcanzados, entre los que se incluye haber recibido el año pasado una nominación al Oscar a la mejor propuesta de habla no inglesa. “Hubo mucha presión, porque para los noruegos Heyerdahl es una figura legendaria. Además, hacer un trabajo biográfico es siempre difícil. Si haces ficción, tu imaginación es el único límite, pero en este caso el protagonista murió hace solo diez años, por lo que todavía está muy presente en las mentes de los noruegos”.

La hazaña de aquel rubio y espigado aventurero que dedicó su vida a la investigación científica (sus viajes le llevaron también a España, donde estudió las pirámides de Güímar en Tenerife), fue una tan temeraria como idealista. Tras años de trabajos sobre el terreno, Heyerdahl llegó a la conclusión -eso sí, no aceptada por la comunidad científica- de que los primeros polinesios llegaron desde América del Sur atravesando el Pacífico.

Sin apoyo alguno, no tuvo mejor idea que emprender el mismo viaje que imaginó, con la misma tecnología que hubieran utilizado los nativos americanos 1.500 años antes. “La mayoría de las cosas más locas que interpretamos son reales, nadie se podría inventar eso”, adelanta el actor sobre la fidelidad a los hechos del filme. “Pero trabajar con esta historia fue muy complicado, y parte de ella fue comprimida y modificada para recrear el arco de la película. Además, se dieron ciertos acontecimientos de los que no podemos estar seguros a ciencia cierta, como las confrontaciones y los conflictos entre la tripulación”.

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Rodada en dos versiones diferentes, una en inglés y otra en noruego

, la película, dice el actor, ha contado con el beneplácito de los allegados de Heyerdahl, muy especialmente el de su última mujer, Jacqueline Beer, que dirige el Centro de Investigaciones Thor Heyerdahl . “Estaba preocupado por si los hijos y la familia veían algo extraño o alejado de lo que conocieron, pero no fue así, lo que es algo por lo que me siento aliviado y agradecido", asegura el intérprete, que señala que el proceso de rodaje en dos lenguas fue “muy raro”.

“Pero aprendí mucho inglés y también mucho de mi lengua, porque al hacerlo en inglés descubríamos nuevas maneras de trasladar eso al noruego”. Como aspirante a biólogo marino que fue, también reconoce hacerse instruido en cuestiones científicas: “Heyerdahl tenía una verdadera ansia por encontrar respuestas, y tener interés en todas estas cuestiones también me ayudó”.

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