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CULTURA

El blanqueo que disfrazó de paloma el águila franquista

Imagen de la exposición

"La dictadura franquista, que era un águila, se disfrazó de paloma. Y funcionó". Así lo recalca Rafael Company, director del Museu Valencià de la Il-lustració i de la Modernitat (MuVIM), comisario a su vez de la exposición ¿25 años de paz? El lavado de imagen del franquismo en 1964.

Y es que en 1964, el entonces ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne, puso en marcha, flanqueado por su cuñado, Carlos Robles Piquer, una de las mayores operaciones de imagen conocidas en nuestra historia reciente. Lo hacía con el fin de conmemorar el final de la Guerra Civil y, consiguientemente, los veinticinco años de paz que los españoles venían disfrutando desde 1939.

En torno a aquella fecha comienzan a verse los frutos del Plan de Estabilización de 1959, con una decidida apertura en lo económico, aunque esos avances no se traducen en cambios políticos. En cualquier caso, la dictadura está decidida a dar una imagen de estabilidad, paz y progreso, diseñando para ello una campaña con exposiciones, estrenos cinematográficos, festivales, publicaciones... Todo para legitimarse en los felices años sesenta del desarrollismo. El eslogan utilizado lo tenía todo a favor: 25 años de Paz.

En conversación con infoLibre, Company explica que el MuVIM ha titulado igual esta muestra, pero poniendo el eslogan entre interrogantes porque estamos "probablemente ante la campaña de imagen más importante del siglo XX". "Desde el Ministerio de Información y Turismo se actuó de manera inteligente, por supuesto. Y también por supuesto hubo manipulación y represión. Hay que hacer un análisis crítico del discurso", plantea.

Y prosigue: "Hay un investigador que se llama Fernando Romero, que elaboró una tesis doctoral dirigida por Santos Juliá sobre las campañas publicitarias de tipo electoral o plebiscitario del franquismo y hasta la constitución del 78, que pone mucha incidencia en algo obvio, que aquello fue muy rentable para el régimen franquista".

Porque, según recuerda Company, en 1964, 25 años después del final de la Guerra Civil, se introdujo en el que discurso que Franco era un "gran economista visionario, que su política había permitido que España despegara". "Pero eso obvia toda la carga dramática que tuvo la política económica de las dos primeras décadas de la dictadura, y también tira una bomba de humo sobre el hecho de que el plan de estabilización de 1959 se hizo a pesar de la voluntad de Franco".

"Con lo cual, esta campaña fue realmente exitosa", reconoce, al tiempo que habla de una iniciativa publicitaria "inteligente desde la perspectiva política y muy rentable desde la perspectiva social", que consiguió que la dictadura "se legitimara de otra manera". Un objetivo deseado y logrado "al vender franquismo como si vendieran una lavadora en un contexto de desarrollismo con una clase media expansiva que accede a bienes de consumo y que se simboliza perfectamente en el 600".

De esta manera, el franquismo obtiene una legitimidad que ya no se basa solo en la "victoria militar". "Todo aquello siempre tuvo la contrapartida de que enmascaró una dictadura que era y seguiría siendo autoritaria. Frente a los intentos de blanqueo que a menudo vemos, alguien debería decir claramente que nunca hubo un momento en el que la dictadura franquista no fuera represiva", subraya.

En la muestra, carteles, portadas de libros y revistas "secuestradas y posteriormente censuradas", carátulas de discos... Objetos de todo tipo que permiten un viaje en el tiempo a la España de los años sesenta y setenta de la mano de destacados testimonios del diseño gráfico. 

El grueso de la exposición lo componen 29 carteles que en su momento se exhibieron porque ellos idearon una exposición llamada España hoy, que tenía 150 carteles, cuyo eslogan general era España en paz. A través de unos dibujos "muy interesantes de muchos autores, van pasando revista a lo que ellos consideran los logros del régimen, seleccionando por supuesto lo que quieren mostrar". 

"Nunca hay ninguna referencia al hambre, por ejemplo", destaca Company, quien apunta que todos estos carteles tienen un carácter normalmente "simpático, con una calidad muy importante y son muy renovadores desde la perspectiva estética". Algo principalmente debido a que Fraga y su cuñado tenían "bagaje suficiente y conocían la publicidad anticomunista en Estados Unidos".

De esta manera, utilizaron las bondades de una campaña publicitaria típica, "aplicando a un producto político lo mismo que a un producto comercial". "Hicieron una apuesta indudable por un diseño gráfico moderno y resultó efectiva" para luchar contra las percepciones negativas que en 1962 y 1963 el franquismo siguió encontrando allende las fronteras (y alimentó debido a su comportamiento cruel), y con el propósito de someter a las oposiciones actuantes en España y de vigorizar el poder de Franco y su régimen.

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Con esta iniciativa, que incluyó una fuerte inversión en diseño gráfico de estética renovadora, se consiguió desplazar la atención pública hacia un significante, Paz, que no tenía significado. Realmente no lo tenía porque la opresión y la represión continuaban y continuarían, y porque, a la hora de la verdad, los ganadores de 1939 y sus herederos se comportaban en muchos aspectos, y seguirían haciéndolo durante años, como lo que eran y se reivindicaban: la encarnación de la Victoria.

"Somos un museo de la Diputación de Valencia y que cumple con su deber. Hay que contribuir pedagógicamente a aclarar determinados temas. Usamos el diseño como palanca para reflexionar en profundidad sobre aspectos tan trascendentes como estos. Es una reflexión sobre las condiciones en las que vivió España en la década de los sesenta y que determinaron muchas de las cosas que ocurrieron en los setenta. Nosotros mostramos los hitos y dejamos que la gente saque sus propias conclusiones", termina Company.

La exposición ¿25 años de paz? El lavado de imagen del franquismo en 1964 podrá ser visitada en el MuVIM, gratuitamente, hasta el mes de octubre.

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