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Manejar sola hasta el reclusorio

Portada de 'Salvar el fuego', de Guillermo Arriaga.

Salvar el fuego

Guillermo Arriaga

Alfaguara

Barcelona

2020

Querido maestro, Guillermo Arriaga: gracias. Porque leer Salvar el fuego en estos días tan complejos de confinamiento, soledad, ruido, temor, esperanza y confianza me ha salvado de otros fuegos, esos que te abrasan y que no apagan las lágrimas por cuantiosas u oceánicas que sean.

La última novela de Guillermo Arriaga, Premio Alfaguara de Novela 2020, es una bendita adicción desde la primera página. Es muchas cosas. Es una historia de amor entre Marina y José Cuauhtémoc. Es un descenso a los barrios más peligrosos y pobres de México, aunque se encuentren en las azoteas. Es un paseo por los barrios burgueses de otro México que convive con el anterior, anexo y lejano. Es un baño en una mansión de millonarios y un catre pestilente en una cárcel. Es un escenario de danza moderna, es una fotografía de un país, México, nítida y crítica, es un homenaje a las personas valientes, es la descripción de lo que significan los celos más cruda y atormentada que he leído jamás. Es un homenaje a la literatura que escriben los presos como camino de pequeñas salvaciones. Es el retrato de personajes sólidos, creados con convicción y con muchas horas de tremenda reescritura, me temo, que se te agarran, que odias y amas a veces al mismo tiempo, que caminan para contarnos esta gran historia que es Salvar el fuego.

Asombrosa es también la manera en la que está contada la novela, con todos los registros posibles del español, de las lenguas indígenas y de otras lenguas americanas traídas de otros países. El lector perplejo y asombrado escucha enfrente de él, al lado, en la misma cocina, lo que nos cuentan los personajes y aprendemos a descifrar todos lo mundos y submundos por donde transitan para contarnos sus historias.

Me fascina que el único punto de vista narrado en primera persona sea el de una mujer, Marina. Me estremece incluso que el autor haya sido capaz de hablarme como mujer a través de las palabras, los miedos, los pensamientos y las decisiones de Marina. Marina, que sale de su zona de confort y que abandona la autocomplacencia, "esa pantalla para ocultar la inacción". Esa mujer que pasa de ser como un hámster "que corre cientos y cientos de metros en su rueda y no va ningún lado". Y que comprende que "los leones, tumbados 24 horas al día, cuando se levantan cazan un búfalo".

Marina sale de su mundo de nanas, choferes, criadas y vigilantes para colaborar en un proyecto artístico y literario en una cárcel, a millones de kilómetros de su vida. En la prisión conoce a JC y todo se va a la chingada. El güerito de la cárcel le movió el tapete. Está cabrowa esta historia que zangolotea las tripas del lector. Carajo, nomás lean esta novela que llegó a mi casa como un regalo cuando no llegaba nada y que me acompañó y me abrió una puerta al confinamiento por donde fui inquietamente feliz.

Pero estamos hablando del maestro Arriaga. Así que intuirán los que conocen su obra literaria y cinematográfica que hay más historias y más personajes y más espacios y más tiempos. Del pasado nos trae a un padre maltratador, un tipo erudito y culto que encauzará la educación de JC y de sus hermanos a través de la humillación. Del presente nos anegan los escritos de los presos, las relaciones de amistad y lealtad de los amigos de Marina, los parlamentos del Máquinas, el vestido de Esmeralda. Del futuro, un sueño en Sonora que habla de amor y libertad.

Elijo para terminar un fragmento que me conmovió. Al fin y al cabo encontramos parte de nosotros mismos en las novelas que vamos leyendo. Y yo me encontré aquí: "Ignoro cuáles son los momentos decisivos para otras mujeres que las hacen percibir un dominio total sobre sí mismas. La certeza del 'sí pude'. A mí, el acto que me hizo sentir valiente y segura de mí misma fue cuando me atreví a manejar sola hasta el reclusorio". Enhorabuena por el premio, Guillermo Arriaga. Recuerdos a Marina y a JC.

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Sonia Asensio es profesora de Literatura.

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