La narración de historias, otra arma comercial

La crisis de la narración

Byung-Chul Han (Traducción de Alberto Ciria)

Herder (2023)

Cuando leo a Byung-Chul Han tengo la sensación de leer a un místico lacio del callejón de los profetas que se ha perdido en el laberinto de los paraísos perdidos. El místico busca la puerta de salida hacia el pasado, pues sigue viviendo en un bucle nostálgico de los tiempos que no volverán. Lo imagino gritando alocuciones de iluminado. Cuando termino de leer un libro de este filósofo coreano, con injerto alemán, empiezo a darme cuenta de que, posiblemente, es el único que tiene una linterna en el laberinto en el cual nos encontramos enredados a día de hoy, pero que, aunque nos demuestra que el mundo está rematadamente mal, se queda muy corto en mostrarnos alternativas. Esta sensación se me olvida (queda el poso de la pregunta), hasta que vuelvo a abrir otro libro de Byung-Chul y vuelvo a encontrar al profeta lacio, y así, en un melancólico tirabuzón, me paso la vida. Esto que acabo de hacer no sé si es una narración de las que han caído en crisis, pues tengo severas dudas: habla del "yo", y creo que Byung-Chul añora el "nosotros", el ser colectivo que narra. La ausencia de citas nos deja en el desafecto de saber si ha estado idealizando el Antiguo Régimen y sus poderosas historias de comunidad, o vaticina un futuro peor.

En La crisis de la narración, lo primero que se echa de menos es una clara descripción de "narración", para que no nos llevemos a confusión de objeto, pero Byung-Chul pretende mostrar el camino andando. No le falta ápice de razón cuando nos reclama el retorno a nuestra existencia de hace unos años. (Su próxima declamación, seguramente ante el auge de la inteligencia artificial, deberá ser antológica: seguro que Byung-Chul tiene mucho que decirnos sobre el tema). Este retorno al paraíso perdido tiene sus pros y sus contras. Cierto es que la sabiduría, quizá por un empeño de deshacerse de cierto paternalismo/maternalismo, está quedando reducida a unos tips, unos life hacks y algún truco que nos ofrece la red, que la rapidez del consumo de información nos conduce a una carretera de nada, a un vacío de información ante la ingesta de tantísima información. Alrededor, parece que nuestros congéneres ya no leen lo que se escribe, escuchan para olvidar, consumen para tirar. Ahítos de una información que en pocos segundos pierde vigencia, que una vez viralizada sucumbe, cebados por maratones de series, por una sucesión de vídeos y reels, no nos contamos nada los unos a los otros, no nos contamos cómo hacer comunidad, cómo ser. Simplemente nos cuentan historias que nos informan sobre cómo y qué consumir. Nos olvidamos de narrar y nos dedicamos a tragar información y desinformación y a publicitar impúdicamente nuestra vida, nuestros breves pensamientos, nuestras emociones, dolores y alegrías por las cuatro esquinitas de internet. Sin embargo, hay quien habla por ahí, quien realmente se comunica, que se narran los unos a los otros, quizá más de los que piensa Byung-Chul, porque el ser humano sigue ahí detrás, como muro de contención.

Hay que agradecerle al autor la defensa de una visión materialista, ahora que desde EEUU nos inunda la demolición del "marxismo cultural", que la (derecha y la) ultraderecha europea y suramericana han tomado como bandera. Byung-Chul nos recuerda que el capitalismo arrasa, y, sobre todo, arrasa las ideas. El profeta mantiene la idea de este apocalipsis de las ideas, de esta pérdida del espíritu donde el capitalismo y el populismo se mueven con soltura, en el mensaje simplón y vendible. Byung va del shock (el necesario shock transpirado por la consciencia) al like fragmentado, narcisista; va de la crisis de la teoría a la pérdida de la teoría misma, víctima de la inteligencia artificial que no piensa porque no narra, que solo acumula datos sin fin. Este es el planteamiento fundamental del librito: el storytelling es el storyselling, el capitalismo se devora a sí mismo, nos devora a todos, la solidez de las historias se ha desvanecido. Sin embargo, Byung-Chul Han, como los grandes ilusionistas, nos está seduciendo: todo nos lo cuenta en unas breves páginas, apenas 100, donde condensa mucha "información" y mucho mensaje, casi panfletario. Es decir, utiliza la técnica del mensaje débil para abrir un panorama que es mucho más profundo. Invita a pensar, pero no da las guías para ello. Filosofía de fácil consumo ante la que no se sabe si se presencia una contradicción (pues hace lo que critica) o se trata de un oxímoron (pues hace lo que critica). Sí se echa de menos, sobre todo, una bibliografía ordenada, más allá de las referencias a Benjamin (hay que leer a Walter Benjamin) cuyos discursos sobre el aura, por ejemplo, siguen vigentes, así como tantas reflexiones hechas en un mundo que se enfrentaba a una guerra total y tanto recuerda a este.

Ultraempatía

Vivir es narrar y, por tanto, intuimos, narrar es vivir. Cierto: narrar es vender, vivimos jalonados por los rituales del consumo. Por eso, cuando termino de leer a Byung-Chul Chul Han me queda durante días una sensación de pesadumbre y nostalgia, de incomodidad. Quizá ese es el efecto, esa es la intención: que esperemos que venga acompañado de otro profeta que nos guíe hacia la luz y nos diga cómo se sale del laberinto hacia el futuro.

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Alfonso Salazar es escritor.

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