Ultraempatía

Magma

Thora Hjörleifsdottir (Traducción de Elías Portela)

Galaxia Gutenberg (2023)

La primera novela de Thora Hjörleifsdottir ha causado cierta impresión en algunos países, en especial en Estados Unidos. Probablemente lo haga en España. Las novedades que pueden causar tal impresión no residirán en la procedencia, pues los amantes del género negro conocen el trabajo de Ragnar Jónasson, Yrsa Sigurdardóttir y Arnaldur Indridasson, y también de allá, esa lejana isla septentrional, nos llegaron las publicaciones de Gudbergur Bergsson (pareja de Jaime Salinas), casi ninguna del nobel Halldór Laxness, y más recientemente Jón Kalman Stefánsson y Ava Ólafsdóttir.

La novedad tampoco la causa el tema, aunque trataremos sobre este, sino la consecución de la forma. Magma es una novela corta de capítulos cortos (a veces cortísimos), que pueden mostrar el origen poético de la autora, pero, sobre todo, refleja un estado de ánimo formal de las sociedades euroamericanas: la brevedad, la empatía y la, aparente, espontaneidad. En menos de 150 páginas Thora Hjörleifsdottir relata una historia de destrucción y depresión, de masculinidad tóxica y feminidad intoxicada que aporta poco más que la expresividad sin tapujos, pero innova en una forma de leer que promueve la inmediatez, el consumo rápido. En la brevedad de la novela y de sus capítulos (a veces casi aforismos o versículos, pensamientos deshilvanados de pocas palabras) reside el reflejo de lo que somos hoy en día. En la mayoría de las novelas que se publican, y usted puede ojear en las librerías, hay un empeño en el uso de la voz en primera persona (esta época del "yo"), o en todo caso una voz equisciente, fijada y focalizada en el personaje protagonista, que estimule la empatía lectora. No deben andar muy lejos las propuestas de intrépidas editoriales, donde a buen seguro, los estudios de márquetin se posicionarán muy a favor de esta empatía casi infantil que nos rodea. Bien está que la voz omnisciente haya caído en cierto desuso por su paternalismo, pero la sobrepoblación de voces empáticas es preocupante para el devenir de la literatura, quizá andamos camino de la era de la autoayuda.

Magma está desencasillada, con breve texto puede abrir mentes nuevas a la lectura, pero sin empalago. La espontaneidad es una táctica que siempre da fruto, esa sensación de frescura, de recientemente escrito y sin elaboración, nos acerca tanto al lenguaje de las redes sociales como al legado de las aparentemente improvisadas creaciones del Romanticismo. En esta novela la voz escribe como si tuviese veinte años, con escasa elaboración, aunque no dudo que el trabajo de escritura (y el del traductor, que debe haber sido arduo), para lograr la apariencia de "voz-en-diario-adolescente", íntimo, en que se desarrolla la novela.

En cuanto al tema, sigue sorprendiendo que en las sociedades más progresistas del mundo persistan las actitudes de mujeres sometidas y machos sometedores, y que sea en estas sociedades de capitalismo ultradesarrollado y de socialdemocracia avanzada y solidaria donde asistamos a la autodestrucción, el tormento, violaciones y abusos. La novela, contada por la propia protagonista, se abre con el enamoramiento inmaduro de una joven inmadura hacia un joven homúnculo inmaduro y narcisista. Ese amor conduce a lo peor. Depresiones, celos, humillaciones, maltrato, todo cabe en las relaciones enfermas de amor. Thora Hjörleifsdottir las relata con la simplicidad que le facilita la voz empática, casi juvenil, y la brevedad que otorga la concisión.

De los que llegan y los que se van

En los años 60, Maj Sjöwall y Per Wahlöö mostraban la peor cara de las felices sociedades nórdicas. Todo sigue igual. Indridasson, el autor de éxito mundial, también profundiza en esa apariencia de bienestar donde subyacen las peores tendencias de las sociedades humanas. Aquí, se sigue la senda. Para mayor gloria de los derroteros actuales ha faltado un "basado en hechos reales", el doble salto mortal de la empatía al servicio de la venta, que triunfa de un tiempo a esta parte; como si basarse en la realidad fuese mayor garantía que la ficción. Por eso se agradece el aviso, para no perdernos y para poner en primer plano las tragedias cotidianas que sufren las mujeres en cualquier latitud.

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Alfonso Salazar es escritor.

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