De los que llegan y los que se van

Los que vienen

Alberto Cascón

Ya lo dijo Casimiro Parker (2023)

Como caricatura, se podría decir que solo hay dos narrativas en la historia de las historias contadas: aquellas en las cuales alguien se va, aquellas en las cuáles alguien llega. En las primeras, el protagonista abandona su mundo cotidiano y se adentra en la aventura; en las segundas, alguien llega al mundo cotidiano para revolucionarlo y convertirlo en un mundo nuevo. Hay casos en que "alguien vuelve"; noten que es una especie simultánea de irse y llegar: volver. Tras esta sencilla exposición, y perdonen la simpleza, se encuentra la atávica estructura del viaje del héroe que nos descubrió y expuso Joseph Campbell hace casi un siglo. Se aplica a los best sellers, las películas de éxito, los culebrones, cómics, incluso reality shows, pero también aparece en las mejores obras audiovisuales o literarias, sean o no de la denominada literatura de género (negra, romántica, fantástica, de aventuras), el teatro o la literatura con vocación más trascendente.

Es algo que aprendemos y aprehendemos en los estudios de escritura creativa, que tanto profesorado como alumnado nos desvelamos los unos a los otros. Son tantos los grandes ejemplos que nos ha dejado la imaginación literaria humana que no conviene pasar a ejemplificar, basta reflexionar o investigar. Los que vienen, la primera novela de Alberto Cascón es un "viaje de héroe" de manual, pero, como los mejores trabajos sobre la conocida estructura, incluye variaciones, novedades y aciertos que hacen de este debut literario una primera etapa que vaticina una carrera muy esperanzadora. Hay dos elementos que sustentan esta esperanza (más allá de la calidad literaria, sobre la que entraremos en breve): que sea Ya lo dijo Casimiro Parker la editorial que está tras la apuesta (y la edición de Pablo Mazo); y que sea producto supervisado por profesorado de escuelas creativas, fruto de un máster, que le da la garantía de producción y terminado.

En todo caso, sea que 'alguien llega' o 'alguien se va' (en este caso, el narrador, Miguel, se va de Madrid y Miguel llega a Calabria), lo más importante cuando se escribe una primera novela es si el autor tiene una historia dentro que contar, una historia que puja por salir, por ser compartida, una historia catártica. En este caso, Alberto Cascón tenía algo que contar, una historia sustentada en la experiencia propia, pero que hace volar eficientemente en la ficción y borra las huellas de lo propio con lo imaginado, de lo real con lo verosímil. Con el tiempo, a buen seguro, el escritor tendrá que contar una historia (una historia fuera que contar), y es así como llegan la segunda, la tercera y la cuarta novela, con paciencia, búsqueda y esfuerzo.

Empecemos por números, a riesgo de comenzar a ver en la novela aspectos que el autor no previó (pero ese es el efecto artístico, que el lector vea, reconozca, identifique elementos que más inconscientemente que voluntariamente, el autor ha puesto negro sobre blanco). Número 2. En la novela, dos mundos chocan: el rural y el urbano. Miguel es un chico de ciudad que huye (o busca encontrarse) en un viaje a Calabria, para vivir una estancia de duración indefinida en una granja de miel que dirige un agricultor que personifica absolutamente la rudeza y crudeza de la naturaleza. Giorgio, el agricultor, es la encarnación del mundo rural, el habitante de un mundo en desaparición (el habitante de la "Italia vacía", podríamos decir). Sur y Norte italiano (como en España lo son interior y costa) se vislumbran como el mundo que se evapora y el mundo que aparenta el confort, pasado y presente, juventud y vejez.

La voz narrativa, vigorosamente construida, desplaza el centro de atención de sí misma (Miguel) a Giorgio, del urbanita al campesino. Una voz en la que el lector distingue los pensamientos del narrador de las conversaciones (que en pocas frases) parecen asaltar, interrumpir la cadencia reflexiva, en brevísimos flashbacks que retrotraen tanto al pasado como a las conversaciones de mensajería que, de tan mala manera, llegan desde Madrid al mundo perdido de la Calabria, como una metáfora más de la incapacidad del entendimiento entre los mundos, entre los seres humanos.

Número 3. Se anteponen dos ‘sagradas familias’, padre-madre-hijo españoles y padre-madre-hijo italiano, aquellos urbanos, estos rurales. En aquella el hijo huye al sur, en esta el hijo huye al Norte. En todo caso, el tres se impone en la estructura pues la novela se presenta como un tríptico, donde, solo en la parte central los dos hijos se encuentran como si se cruzaran en el tiempo y el espacio, como es quien va y quien viene se encontrasen brevemente, se completasen.

Entre hierro y jazmín

Entre el número 2 y el 3 el juego de espejos. Y entre el juego de espejos, la ausencia y la búsqueda, el continuo humano de los que llegan y los que se van.

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Alfonso Salazar es escritor.

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