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Necesitamos la poesía

Dos personas leyendo un libro en un tren.

Francisco Javier López Martín

Hablar nos parece algo normal, algo que hacemos cada día, que no cuestionamos, que no ponemos en duda. Todos podemos hablar, incluso hemos encontrado nuevas formas de hablar y de transmitir ideas, sentimientos, sensaciones, órdenes, o preguntas.

Escribir, sin embargo, nos parece normal tan sólo cuando nos ponemos a ello para wasapear, escribir una nota, rellenar un formulario, hacer una búsqueda en Internet, redactar un informe. Nos cuesta mucho más escribir cuando lo que queremos hacer es expresar nuestros sentimientos, contar algo que nos ha pasado, o que hemos imaginado.

Y, sin embargo, es la palabra la que nos hizo humanos y fue la escritura la que nos permitió recordar nuestro pasado como seres humanos, hasta el punto de que tan sólo tras la escritura comenzamos a entrar en la Historia. Todo lo anterior a la escritura es Prehistoria, por más que esa investigación que realizamos sobre lo no escrito nos permita escribir la Historia de la Prehistoria.

Cuando las palabras se depuran, cuando rompen las fronteras de las reglas, cuando liberan el pensamiento y las ideas de las prisiones que construimos los seres humanos, todo se convierte en más humano.

Octavio Paz define claramente este reto cuando escribe el poema Las Palabras:

"Dales la vuelta,

cógelas del rabo (chillen, putas),

azótalas,

dales azúcar en la boca a las rejegas,

ínflalas, globos, pínchalas,

sórbeles sangre y tuétanos,

sécalas,

cápalas,

písalas, gallo galante,

tuérceles el gaznate, cocinero,

desplúmalas,

destrípalas, toro,

buey, arrástralas,

hazlas, poeta,

haz que se traguen todas sus palabras".

En la Fundación Sindical Ateneo 1º de Mayo de CCOO de Madrid, acabamos de convocar el Premio Internacional de Poesía Andrés García Madrid, aquel poeta del pueblo que fuera concejal de Cultura en el primer gobierno municipal democrático del Ayuntamiento de Getafe tras la muerte del dictador.

Cuando lo anuncio en las redes sociales, invitando y animando a la participación, un amigo me contesta: "Me he animado". Sólo eso: "Me he animado". Todos tenemos la necesidad ineludible de escribir, de contar, de contarnos, representarnos a nosotros mismos en un mundo que necesitamos interpretar.

El cuento, la novela, el artículo, el ensayo, son proezas que acometemos para conseguir ese objetivo, pero sólo la poesía se adentra en el misterio de nuestra existencia, esa esencia que siempre se nos escapa entre los dedos. Y da igual que concibamos la poesía a la manera en que lo hace mi amigo Luis García Montero:

"Mi poesía es un país humilde de la Europa mediterránea, con ciudadanos educados, pero muy vitalistas y enamoradizos, que limita al norte con la vanguardia juvenil, al este con la poesía social, al oeste con la retórica clásica y al sur con el mar de las letras de tango o de bolero y con las canciones de Joaquín Sabina"

O que la pensemos a la manera de Manuel Rico:

"La poesía, la narrativa, el libro viajero tienen, en mi caso, un denominador común: la creación, la pasión por descubrir mundos, ya sea una geografía interior y esencial como ocurre con la poesía, ya sea la indagación en la memoria, o en las contradicciones del presente mediante una historia en forma de novela, ya sea lo que voy descubriendo en un viaje por paisajes y pueblos desconocidos y visitados mucho tiempo antes y vividos a la luz de la memoria. En esos tres géneros encuentro poesía, la proteína que hace de ellos literatura".

Poesía siempre, como viaje, como descubrimiento de mundos, también los interiores, como mi lugar en el mundo, música, danza, ritmo y metáfora, historia, rebeldía, palabra liberada. Poesía para el pobre, poesía necesaria, poesía como herramienta, como arma cargada de futuro, tal como la entendía el vasco Gabriel Celaya. Poeta a la manera de aquel otro vasco, Gabriel Aresti:

"Siempre me pondré

al lado del hombre.

Cuando mi amigo me dice "Me he animado", está diciendo "Escribiré una poesía". Porque de eso se trata, de entender que cada uno de nosotros lleva un poeta dentro, hay que dejarlo salir, expresarse, aprender a escribir cada vez mejor, contar cuanto necesita contar, desde la experiencia, desde la memoria, desde el dolor, o la alegría.

Ya lo dijo Bécquer,

¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?

Cuatro maneras de resistir

Cuatro maneras de resistir

Poesía… eres tú"

Necesitamos la poesía, necesitamos a los poetas, nos necesitamos poetas en nuestro día a día. Lo demás, el realismo impuesto, el enriquecimiento a toda costa, el poder sin control, ya lo hemos ensayado y ya hemos comprobado que no sirve, que no nos conduce a ningún buen puerto de futuro. Aprendamos a sentir a escuchar a los poetas, sentir la poesía, liberar al poeta que nos acompaña.

* Francisco Javier López Martín fue secretario general de CCOO de Madrid entre los años 2000 y 2013.

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