Los libros

Pequeños planetas

El oráculo irónico, de Ramón Eder.

El oráculo irónicoRamón EderRenacimientoSevilla2019El oráculo irónico

 

La actual codificación del aforismo como género asentado en el ahora no estaría completa sin la presencia de Ramón Eder (Lumbier, Navarra, 1952). El escritor, que solo en la primera amanecida de su trayecto cultivó la poesía y el relato breve, entiende la escritura concisa como un quehacer único, como un pequeño planeta que busca luz, sin bifurcaciones ni órbitas por otras estrategias expresivas. Ese quehacer ha propiciado numerosas entregas, casi todas ellas impulsadas por la Editorial Renacimiento. Allí se publicó en 2018 Palmeras solitarias, que recibió el Premio Apeadero de Aforistas al mejor libro del año. El recorrido añade como nuevo andén  El oráculo irónico, que tiene como ilustración de cubierta una viñeta del mismo autor.

La crítica, al adentrarse en la carga semántica de los textos de Ramón Eder, suele sacar el comodín de un término definidor: la ironía; así que el escritor subraya la coordenada diferencial con convicción en el mismo título del libro. Sí, Ramón Eder, a la manera de algunos poetas de la Generación del 50, como Ángel González, Jaime Gil de Biedma y José Agustín Goytisolo, convierte la ironía en una maleta literaria y asigna a su capacidad expresiva varias funciones, desgranadas con andar pausado. Tampoco pasan inadvertidas en El oráculo irónico la aliteración y el ludismo fónico, como en las jocosas titulaciones de Guillermo Cabrera Infante.

Uno de los mejores aforistas de la nueva hornada, Sergio García, deja en este libro su introducción reflexiva para perfilar las propiedades básicas verbales que ponen alguna lámpara encendida entre las sombras de lo diario. Sintetiza con acierto la prolija cosecha: "En este volumen volvemos a encontrar su acerada ironía, una huida absoluta de la grandilocuencia en aras del susurro cómplice, los ocasionales destellos poéticos…".

El aforista es un acumulador de paradojas; ama el diálogo de lo contradictorio y entiende la escritura como un espacio de contraluces. Nunca desdeña la sabiduría lacónica de aquel pensar de Nicolás Gómez Dávila que Ramón Eder pone al frente de sus breves: "Escribir sería fácil si la misma frase no pareciera, alternativamente, según el día y la hora, mediocre y excelente". Así aborda su práctica de la agudeza y arte de ingenio, cuidando que los ingredientes aporten la medida justa de chispa, sal irónica, y la distancia adecuada para que la reflexión no suene a himno ni a moralina de púlpito. En suma, una pronunciación que respire el aire natural de quien percibe las cosas con un abrazo de emoción y pensamiento, que deje, casi en un rincón inadvertido, un espacio al asombro. Y hay que plegar las alas de lo pretencioso porque "El buen aforismo es el que dice con gracia algo interesante que ya se decía pero de cualquier manera".

Cada libro de aforismos recupera el afán exploratorio por motivos que encartan la existencia en un espacio común. El otro es un interlocutor callado que sirve de núcleo germinal a pautas expresivas: "Ser buenos ciudadanos que cumplen la ley nos convierte en respetables neuróticos". Y en ese convivir aleatorio caminan también los sentimientos, las erosiones del tiempo, el difuminado de certezas, las claves del taller literario y las ocurrencias de lo contingente. Tanta hibridez temática hace de la brevedad un ejercicio de libertad, un entramado indagatorio que siempre tiene libertad de vuelo.

Manual del aforismo

Manual del aforismo

Algunos aforismos de El oráculo irónico definen con mucho acierto la reinvención de la escritura en cada amanecida literaria: "Tener voz propia como escritor es inventar un tono que parezca natural y que no se parezca a ningún otro", "No es escritor el que escribe y publica, es escritor el que añade un pequeño mundo a la biblioteca", "Un libro de aforismos en el que no haya contradicciones no puede ser muy bueno", "Los aforismos tienen que tener ese 'no sé qué' que haga que una frase breve sea inconmensurable". Con esas instrucciones de taller toma impulso la corriente aforística de Ramón Eder. Su laconismo se expande con la serenidad que otorga la conversación con la inteligencia; con el cauce contenido y hermoso de una verdad convertida en verdad y media. _____

José Luis Morante es poeta y aforista. Ha publicado el libro de haikus A punto de ver (Polibea, 2019).

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