Poetas que pedalean juntos

Trinidad Gan

Tándem

Raquel Lanseros y Antonio Praena

Sonámbulos Ediciones (Granada, 2022)

 

Para mí y para muchos escritores, la senda de búsqueda que recorremos, solitarios ciclistas a la zaga de las palabras, no sólo está marcada por las voces de poetas que nos hablan y jalean desde el pasado más o menos cercano, sino, afortunadamente, por aquellos coetáneos que ruedan a nuestro lado y cuyos poemas llegaron a nuestros ojos, a nuestras manos, para quedarse.

Y cuando ocurre, además, que conocemos a sus hacedores, que logramos alcanzar el regalo de su amistad e incluso su compañía en metas, lecturas, calles, noches y confidencias, como en el caso de Raquel Lanseros y Antonio Praena, tenemos la sensación de que cada libro que escriben, cada poema suyo que releemos, es en realidad una carta muy personal que nos dirigen, más aún en estos tiempos (aunque ya lo alertaba Pedro Salinas en su ensayo El defensor allá por los años 20) en los que ha desaparecido casi completamente ese hermoso ritual de cercanía contra la distancia (papel-pluma-sobre-franqueo) que eran las cartas.

La obra de Raquel Lanseros y Antonio Praena es bien conocida, y sus poemas viajan ahora hacia el lector en un acompasado tándem sobre las páginas de este bello libro publicado por Sonámbulos Ediciones. Pero más allá de eso, tenemos la oportunidad de admirar de cerca su talento y su arrojo, y, sobre todo, de compartir con ellos muchas inquietudes sobre el mundo y sobre nuestras dudas en esta tarea de mirarlo desde la poesía con lucidez y amor.

Porque los dos son realmente poetas en su mirada a sí mismos y a los otros. Ambos (poeta él y ella, poeta) visten con holgura (y pasión) ese nombre. Y esto ya no sólo por su gran trayectoria en libros o premios, tampoco por su excelente técnica en la escritura o la precisa y rítmica construcción de sus textos (en el prólogo al libro, un estupendo análisis de la obra y los valores de estos dos poetas, ya destaca Elena Escribano la capacidad de ambos para hacer una "renovación constante del lenguaje poético" y cómo su uso de la métrica es prodigioso en versos "que se deslizan fluidos aportando ligereza o solemnidad, según convenga al poema, sin arrebatarle un ápice de frescura") sino más bien, porque vuelven carne cuando escriben el verdadero centro de lo poético: ese asombro ante lo humano, la apuesta por la duda y los interrogantes, la compasión hacia los otros, el canto a la alegría de las pequeñas/grandes cosas.

De otro lado, ambos coinciden en alzar sobre la página una conversación muy cercana con el lector, una llamada que es complicidad y hermandad más que apelación didáctica o alegato literario.

En sus poemas hay dos cosas (vuelvo al símil ciclista), que pedalean juntas, en perfecta sincronía: el aliento de la tradición (y no sólo la literaria, sino también la filosófica y la teológica, sobre todo en Praena) y la fuerza de un compromiso, nunca impostado ni panfletario, con la realidad en la que viven, y vivimos todos, por cruda o incómoda que sea.

Y es la suya, la de ambos, una carrera pausada pero incansable que parece tender siempre a un horizonte común, el del rescate:

- Rescate, en el caso de Raquel Lanseros, de su propia y libre condición de mujer (con maravilloso acento en esos deslumbramientos que son la maternidad o el amor erótico) y, por ello mismo, de aquellas voces y vidas de otras mujeres, de una genealogía que desde lo familiar alcanza nuestra historia.

- Rescate, en Antonio Praena, de la vertiente espiritual y de fe de su, de nuestra, existencia y, como resultado de ello quizá, de esos personajes muchas veces marginales o desechados que acaban por ofrecernos una revelación inesperada: cuánto hay de sagrado y digno de ser amado en todos nosotros, incluso a pesar de que nos golpeen tantas pérdidas y de que tengamos que tomar muchas veces conciencia de lo frágil de nuestros días.

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- Rescate, en ambos, finalmente, a través de una escritura comprometida, apasionada, valiente y muy personal, de lo que es verdaderamente valioso para la vida: esas emociones, personas, lugares, objetos, instantes fugaces e inadvertidos tantas veces, desde los que estas dos miradas poéticas nos descubren y nos entregan, abierto, el centro luminoso de nuestra más íntima humanidad.  

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Trinidad Gan es poeta. Su último libro publicado fue 'La nave roja' (Colección Juancaballos).

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